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Irak pide ayuda a Canadá para combatir la radicalización provocada por Estado Islámico

Desde que estalló la guerra en 2014, cientos de personas se han unido a las filas de grupo terrorista de forma voluntaria u obligada, por lo que el Centro de Prevención de la Radicalización canadiense ha desarrollado técnicas contra el adoctrinamiento.
Imagen vía Uygur Onder Simsek/MOKU

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Mientras Irak lucha por terminar con el grupo terrorista Estado Islámico (EI), las autoridades han decidido pedir ayuda a Canadá para una campaña que han emprendido contra la radicalización de sus ciudadanos.

Desde que inició la guerra en 2014, grandes regiones de Irak cayeron bajo el control de EI, pero poco a poco, las fuerzas iraquíes han comenzado a ganar terreno, por lo que el gobierno estima que los terroristas podrían retirarse pronto.

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"La derrota del Estado Islámico en Irak está asegurada, es algo certero. Vamos a terminar con ellos muy pronto", declaró el primer ministro de Irak, Haider Al-Abadi, el mes pasado.

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Pero mientras las Fuerzas Armadas Iraquíes luchan para recuperar la ciudad de Mosul, la última gran fortaleza del EI en el país, el gobierno también ha comenzado a preocuparse por aquellos ciudadanos que han vivido bajo el dominio del grupo terrorista, así como por quienes se unieron a sus filas.

Herman Deparice-Okomba se dirige a los representantes del gobierno iraquí. Imagen cortesía del Centro de Prevención de la Radicalización.

La semana pasada el canadiense y director del Centro de Prevención de la Radicalización que Conduce a la Violencia, Herman Deparice-Okomba, llegó a Oriente Medio para encontrarse con representantes del gobierno y discutir sobre la relación con los territorios que podrían liberarse pronto del Estado Islámico.

"Las autoridades iraquíes se han mostrado bastante interesadas por el trabajo que realizamos en Canadá ", explicó Deparice-Okomba. "Se han dado cuenta de nuestra experiencia en materia de educación e intervención psicosocial".

A partir de 2014, cientos de miles de personas han vivido bajo el control del Estado Islámico, siendo sometidos a distintas formas de adoctrinamiento, lo que ha generado traumas en ellos. De acuerdo con Deparice-Okomba, será necesario invertir una cantidad importante de recursos psicológicos y pedagógicos para ayudar a estas personas.

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El director del Centro también explicó que existen diferentes grados de radicalización, por lo que la forma de abordar a los combatientes del Estado Islámico no puede ser la misma que es empleada para quienes vivieron bajo su dominio en contra de su voluntad. Por eso, el país tendrá la obligación de ofrecer servicios completamente individualizados, lo que requiere la formación y preparación de más personal de primera línea —psicólogos, trabajadores sociales y profesores— para poder llevar a cabo la difícil tarea que implica deconstruir una ideología.

"Combatir la radicalización de una persona no es un trabajo que deba hacerse de manera colectiva, aunque sí debe pasar por una reconciliación nacional y hablar de lo que ha pasado", añadió Deparice-Okomba. "También hace falta entender los motivos de cada persona, así como tomar en cuenta el contexto psicológico y social".

El Centro de Prevención de la Radicalización fue creado en 2015, como respuesta a una ola de ciudadanos que dejaron la provincia canadiense de Quebec para unirse a grupos combatientes. Las estadísticas precisas son difíciles de obtener, pero desde 2014, al menos 180 canadienses viajaron al extranjero para formar parte de las filas de distintos grupos terroristas, aunque la mayor parte decidió asociarse al Estado Islámico.

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Desde su inauguración, el Centro —independiente del gobierno y la policía— ha tratado más de 1.500 casos, así como operaciones de campo y campañas de información sobre las diferentes formas de radicalización. Por otro lado, sólo aquellos casos que representan un riesgo serio de seguridad pública —24 hasta ahora— han sido reportados a las autoridades.

Primero en su género, este centro ya ha sido reconocido en el mundo entero como un ejemplo a seguir, y Herman Deparice-Okomba es contactado frecuentemente por gobiernos extranjeros para pedirle consejos en temas de radicalización. En febrero de 2016, el anterior secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, visitó el Centro para elogiarlo por su papel en la prevención del terrorismo.

Deparice-Okomba ha dicho a los representantes del Ministerio de Educación de Irak y del Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación que deberían buscar una amplia reforma al sistema escolar iraquí.

"En este momento Irak está dividido en dos. Por un lado, está el sistema de educación administrado por el gobierno legal del país, mientras que el Estado Islámico también ha impuesto su propia forma de educar", explicó el director del Centro. "Los jóvenes estudian matemáticas mientras cuentan cartuchos, y aprenden un discurso de odio. Existen muchos niños que ya han sido adoctrinados".

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De acuerdo con Deparice-Okomba, también es imperativo actualizar las herramientas pedagógicas y así desarrollar la capacidad de reflexión de los menores, lo que los haría más resistentes a la propaganda del Estado Islámico. El personal de su equipo también ha recomendado la implementación de un nuevo programa de historia, el cual "reconozca los aportes de las diferentes minorías étnicas y religiosas".

Material didáctico usado por Estado Islámico para adoctrinar. Imagen de Herman Deparice-Okomba.

La visita de Deparice-Okomba también ha servido para tener mayor información sobre los canadienses que se unieron a las filas del Estado Islámico.

"Tenemos familias en Montreal y Quebec cuyos hijos están en Siria", detalló. Y aunque ningún canadiense esté detenido por el momento en Irak, piensa que en algún momento podrían encontrarse atorados en el sistema judicial del país. "Creo que es importante que el gobierno canadiense se haga más presente en estos asuntos. Hacen falta políticas de extradición para los canadienses que estén en Irak".

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