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Javier Duarte: el sueño de una joven promesa que se convirtió en pesadilla

Este lunes, el exgobernador de Veracruz, México, volvió al país después de huir de la justicia e internarse en Guatemala. Le esperan siete acusaciones de delitos graves, como delincuencia organizada, y una celda en un penal federal de Morelos.
Imagen por William Gularte/Cuartoscuro.com
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Desde finales de 2010, la vida de Javier Duarte parecía un sueño. Atrás habían quedado los días en los que sus compañeros de preparatoria se burlaban de su tono agudo de voz o en los que luchaba por no ser más un funcionario gris en la ciudad de Córdoba, Veracruz.

Todo el esfuerzo en la política local y en la academia habían rendido frutos: el niño panadero que aprendió el oficio de su madre y que quedó huérfano de padre a causa del terremoto de 1985 en la Ciudad de México, había logrado ser gobernador de su estado (2010-2016). Contra todo pronóstico, Javier Duarte era, por fin, el hombre poderoso que siempre soñó ser.

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Su vida iba en asenso dos años después. En 2012, el candidato presidencial y posterior presidente de México, Enrique Peña Nieto, lo había puesto como ejemplo de la renovación de su partido, el Revolucionario Institucional (PRI). Su popularidad lo hacía un fuerte contendiente para cualquier cargo político al que aspirara después de su mandato como gobernador.

Estaba casado con el amor de su juventud, la doctora en economía Karime Macías, su novia desde la Universidad Iberoamericana con quien procreó tres hijos. Y había conseguido un doctorado en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid con una tesis de 384 páginas en las que criticaba la corrupción en México y demandaba mayores regulaciones en el sector público para evitar el desvío del dinero del erario.

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Javier Duarte, el exasesor parlamentario, exsecretario particular de un gobernador, el exdiputado, estaba en la gloria. A fuerza de gastar 8 mil millones de dólares en publicidad oficial para la prensa local —según el actual gobernador veracruzano— la suerte la sonreía, pese a la estela de violencia que azotaba al estado y especialmente a los periodistas de la entidad.

Pero cinco años después, su vida parece más una pesadilla que el sueño que creyó tener asegurado.

Hoy, cerca de las 12:50 de la tarde, Javier Duarte ha sido extraditado a México, luego de pasar 152 días como prófugo de la justicia y de pasar 93 noches durmiendo en una prisión militar en Guatemala, después de que el 15 de abril, cerca de las 8 de la noche fue detenido por elementos de la Policía Nacional Civil de Guatemala, apoyados por la Interpol, en un hotel de lujo en el municipio de Panajachel, en el Departamento de Sololá. Hasta ese país había llegado por aire y por tierra huyendo de la justicia mexicana, que le juzgará por delitos de abuso de autoridad, incumplimiento de deber legal, peculado, tráfico de influencia y coalición. Además de presunta delincuencia organizada y lavado de dinero. Por estos podría pasar hasta 40 años en prisión.

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En los 2.139 días que Javier Duarte gobernó Veracruz, el gobierno federal cree que desvió unos 3.800 millones de dólares. Varios millones presuntamente se destinaron a su enriquecimiento personal, al de su gabinete e, incluso, a las campañas políticas de sus allegados en el PRI, gracias a una sofisticada maquinaria que "empresas fantasma" que le permitía simular pagos por servicios que nunca se concretaron.

Javier Duarte, el exgobernador prófugo de México, es detenido en Guatemala. Leer más aquí.

Apenas ponga un pie en suelo mexicano, Javier Duarte será llevado, con chaleco antibalas y escolta, frente a un juez en el Reclusorio Norte que le informará sobre el proceso en su contra. Después, será trasladado hasta un penal federal en Morelos, pues la lista de delitos que le imputan son tan graves que no alcanza para libertad bajo fianza.

Entre las últimas apariciones públicas que se registraron de Javier Duarte en Guatemala está el día en que aceptó el proceso de extradición hacia México. Se le vería nervioso, tenso y relajado por ratos. En algún momento, Javier Duarte sonrío y dijo que ansiaba pisar suelo mexicano para defenderse de las "infundadas, irrisorias ligeras, vagas e imprecisas acusaciones".

¿La pesadilla de Javier Duarte tendrá un final de ensueño? Sólo el tiempo y su defensa lo sabrán. Por hoy, el mal sueño continúa.

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