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Hablamos con refugiados a punto de ser desalojados del mayor campo del mundo en Kenia

Kenia ya había amenazado antes con hacerlo, sin embargo esta vez parece que la cosa va en serio. Las autoridades se disponen a cerrar un campamento de refugiados donde viven más de medio millón de personas.
Imagen por Henry Wilkins/VICE News
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Katra Ismail Abdi ha vivido en el mayor campamento de refugiados del mundo desde 2011. Entonces su casa fue destruida por un cohete y su hijo murió víctima del fuego cruzado que se declaró entre los soldados del ejército somalí y los combatientes yihadistas de la organización Al-Shabaab. Katra tenía entonces cinco hijos, uno de los cuales padeció un colapso nervioso tras presenciar la muerte de su hermano.

"Cuando Yasin vio cómo se desangraba su hermano se volvió loco", asegura Katra, que dice que su hijo Yasin, que hoy tiene 22 años, todavía padece brotes psicóticos. Ella cree que si Yasin recibiera el tratamiento adecuado en Nairobi, pues que entonces se recuperaría.

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Ahora la familia entera podría verse obligada a regresar al país que se vieron obligados a abandonar, una vez el gobierno de Kenia anunciara a principios de este mes su intención de cerrar el campamento de Dadaab — considerado ya como la tercera "ciudad" más grande del país, donde residen cerca de 350.000 refugiados — debido, según cuentan sus autoridades, a que se ha convertido en una carga de lo más forzosa y en un caldo de cultivo para la formación de terroristas.

Muchos de los residentes de Dadaab son somalíes, un país en el que los combatientes de Al-Shabaab, las fuerzas de seguridad, las tropas de la Unión Africana y las milicias aliadas siguen batiéndose en encarnizadas batallas a día de hoy, según apuntan algunos de las organizaciones humanitarias que supervisan el conflicto.

La comunidad internacional ha urgido a Kenia a que cambie de idea, puesto que considera que el cierre pondrá las vidas de mucha gente en peligro, y que supone, de hecho, una vulneración de la ley internacional — sin embargo, el gobierno insiste en que el campamento se ha convertido en una "amenaza vital" para el país y en un paraíso para terroristas y contrabandistas.

"El campamento nunca había estado tan mal. Es como si el mundo nos hubiera abandonado", asegura Ismail Abdi.

Katara Ismail Abdi, de 40 años, huyó de Somalia después de uno de sus hijos quedara traumatizado tras presenciar la muerte de su hermano y la desaparición de su padre. Todas las imágenes por Herny Wilkins/VICE News.

La semana pasada, el vicepresidente de Kenia, el siempre controvertido William Ruto aseguró durante una cumbre humanitaria de Naciones Unidas que el cierre del campamento sigue adelante tal y como estaba previsto. "Kenia ha sido fiel a sus obligaciones internacionales de asistencia humanitaria. Pero ningún país puede soportar las responsabilidades humanitarias a costa de exponer la seguridad de su gente y la de los mismos refugiados".

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La disputa por las tierras en Kenia está envenenando y matando a los leones. Leer más aquí.

A principios de este mes, el ministro del Interior de Kenia asoció de manera explícita el comportamiento de su gobierno con las acciones emprendidas por los gobiernos europeos, resueltos a impedir que la migración siga golpeando sus orillas. "No seremos los primeros en hacerlo: se trata de un comportamiento estandarizado a nivel global. Por ejemplo, en Europa, países ricos, prósperos y democráticos están dándole la espalda a los refugiados de Siria, quienes escapan de uno de los conflictos armados más devastadores desde la Segunda Guerra Mundial".

El departamento de asuntos de los refugiados de Kenia (DRA en sus siglas inglesas), que suministra los permisos necesarios para que los refugiados abandonen en el campamento y para que los periodistas se acrediten para acceder a su interior, fue desmantelado poco después de que se proclamara el primer aviso. Pese a todo, VICE News consiguió que se le concediera el permiso necesario para entrar y hablar con los refugiados.

Dadaab es el campo de refugiados más grande el mundo y acoge en la actualidad a 350.000 personas

Ali Hussein Sahal, de 26 años, es un refugiado somalí que estudia comunicación en la universidad de Nairobi. Su educación está siendo financiada por la agencia de Naciones Unidas de ayuda al refugiado, ACNUR. Sin embargo, comoquiera que se encontraba en el interior del campamento visitando a familiares cuando el DRA fue desmantelado, ahora no puede conseguir el permiso de salida para regresar a sus estudios. v

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"Llegamos a Dadaab en 1991", explica. "Mi madre está muy preocupada [por el cierre]. No conocemos Somalia, no tenemos ningún recuerdo ni ninguna experiencia allá. Siempre vivimos en este campo. A ella le preocupa que se me lleven sin siquiera haber terminado mis estudios".

Lo cierto es que son varias las denuncias que aseguran que al-Shabaab estaría reclutando a montones de jóvenes a la fuerza en las zonas de Somalia que controla.

Cuando es interrogado sobre si le preocupa ser reclutado a la fuerza por el grupo extremista islámico, Ali dice que: "por supuesto, eso es algo que es una preocupación para todos los que estamos en el campamento. Yo nunca he batallado. Nosotros nacimos aquí, estamos acostumbrados a la paz".

Ismail Abdi está de acuerdo. "[Si tuviéramos que volver a Somalia] entonces me preocuparía enormemente por la suerte de mis hijos porque sé que al-Shabaab les puede reclutar en cualquier momento" cuenta. "Aquí, en el campamento, mis hijos tienen derecho a una educación gratuita. Y si se van a Somalia, lo perderán".

Ali Hussein Sahal, de 26 años, ha vivido en Dadaab desde que era un niño, y ahora no puede regresar a sus estudios en Nairobi

No todos los refugiados de Dadaab tienen miedo de volver a Somalia. Aden Karow Aden, de 30 años, es de Bakool, en Somalia. En 2011 tuvo que huir por culpa de la devastadora hambruna que sacudía la zona. Llegó a Dadaab acompañado por su mujer y sus 6 hijos.

"Yo quiero volver porque yo amo mi país. Aquí la vida es muy dura. Tengo hijos y no les puedo alimentar" , asegura.

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Cuando se le pregunta por cómo habría cambiado el espíritu de Dadaab desde que se anunciara su cierre, Aden dice que "la gente tiene miedo de lo que pasará en el futuro ¿Acaso el gobierno de Kenia vendrá y nos arrestará? ¿Nos golpearán? ¿Nos meterán en automóviles y nos arrojarán en la frontera?".

Tanto el DRA como ACNUR están gestionando las repatriaciones conjuntamente. El cierre del DRA ha provocado, por ejemplo, que la solicitud de repatriación de Adén se haya detenido. Adén había empezado a traspasar su residencia a un comerciante como anticipo de la deuda que había contraído con él. Así que ahora ni siquiera dispone de sus propia casa. Ahora vive con amigos.

Adén Karow Adén tiene 30 años y quiere regresar a Somalia, pero el cierre del DRA le ha dejado entre dos tierras

A pesar de que algunos refugiados quieren volver a casa, ACNUR se ha encargado de repatriar voluntariamente a los 13.440 que así lo han querido durante los últimos 18 meses. Claro que es una cifra irrisoria, teniendo en cuenta que en el campamento viven más de 340.000 personas. Según los datos de una encuesta organizada por el Comité de Rescate Internacional, el 97 por ciento de los refugiados preferiría no regresar. La falta de seguridad sería el principal motivo. Claro que no sería el único.

El gobierno de Kenia ha amenazado con cerrar Daadab en otras ocasiones, sin embargo, parece que esta vez la cosa va más en serio, habida cuenta de que el anuncio llegó precedido de la denegación del estatus de refugiados a los somalíes, del cierre del DRA y del despliegue de una fuerza especial cuyo objetivo no es otro que ayudar con los labores de repatriación.

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'Esto es un caos': el vídeo que ha indignado a Kenia por la brutal violencia policial. Ver aquí.

El gobierno lleva tiempo asegurando que Dadaab es un criadero de terroristas y las amenazas de cerrar el campamento se han vuelto todavía más serias desde que los combatientes yihadistas perpetraran un atentado en la universidad de Garissa en abril de 2015. Entonces murieron 148 personas. "Yo creo que Kenia ha cambiado como país con el atentado de Garissa de la misma manera que Estados Unidos cambió como país después del 11 de setiembre", declaró Ruto poco después de aquel atentado. "Tenemos que garantizar la seguridad de este país a cualquier precio".

Algunos comentaristas han sugerido que el gobierno está marcándose un farol para conseguir así más financiación de la comunidad internacional, mientras que otros han sugerido que el gobierno persigue atraer los votos de los ciudadanos contrarios a la migración en la carrera hacia las elecciones nacionales del año que viene.

El interior de una de las muchas casas improvisadas repartidas por Dadaab

Un representante de ACNUR en Dadaab asegura que: "ahora mismo todavía estamos intentando comprender el significado y la implicación de la medida que pretende adoptar el gobierno. ACNUR seguirá recordándole a Kenia cuales son sus obligaciones en la zona". Cuando se le pregunta si cree que ya no hay marcha atrás, si considera que el cierre será definitivo, prefiere no contestar.

La obligación de Kenya de ayudar a sus refugiados está claramente contemplada por la legislación internacional, observa Robert G. Voltera, uno de los socios de Volterra Fietta, una firma legal con sede en Londres. Según piensa, las consecuencias de las futuras negociaciones de Kenia con la comunidad internacional serán demasiado serias como para que después de haberlas mantenido sigan creyendo que deben de seguir adelante con el cierre.

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Nunca antes Kenia había incinerado tanto marfil como hasta ahora. Leer más aquí.

Otros países no verán con buenos ojos que Kenia incumpla con las obligaciones legales que ha contraído: "cuando eres un mentiroso y un tramposo, nadie quiere sentarse a jugar contigo a las cartas".

Se estima, que, sumando las poblaciones del resto de campamentos del país, Kenya acoge a unos 600.000 refugiados. Lo cierto es que sí sigue adelante con su plan de cerrar Dadaab, no sería de extrañar que las consecuencias de tamaño desplazamiento terminen afectando a la crisis de refugiados europea.

Los habitantes e Dadaab se enfrentan a ser repatriados a la temida Somalia

Una refugiada comenta que ha escuchado a varios refugiados que ya barajan la posibilidad de enfilar rumbo a Europa si las cierras de Kenia se cierran.

Claro que cuando se le pregunta si sabe de alguien que esté planeando viajar a Europa Ali dice que "yo nunca he escuchado a nadie que lo esté planeando, pero me parece una posibilidad de lo más razonable. Lo que está claro es que hay mucha gente dispuesta a arriesgar su vida para llegar a Europa antes que regresar y que les maten en casa".

"Yo quiero que el mundo salve a Dadaab, no solo de las garras de Kenia, sino también de la mala gestión económica, de manera que los refugiados no terminen siendo reclutados por alguna organización yihadista o decidan regresar a Europa", concluye.

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