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Dos años detenido en Corea del Norte y controlado por 30 guardias ávidos de saber sobre EEUU

La increíble historia del misionero estadounidense Kenneth Bae que fue encarcelado en un campo de trabajos forzosos para extranjeros en Pyongyang durante 735 días acusado de haber intentado derrocar al gobierno del régimen.
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El misionero estadounidense que se pasó dos años en un campo de trabajos forzosos en Corea del Norte cuenta que arrastraba a una comitiva de 30 guardas que le observaban mientras trabajaba. Y lo hacía durante más de 8 horas diarias. Claro que lo guardias, lejos de fiscalizarle, lo que querían realmente era que el misionero les contara cosas sobre Estados Unidos.

"¿Cuánto cuesta una casa? ¿Es verdad que todo el mundo tiene auto propio?", tales eran el tipo de preguntas que Kenneth Bae contestaba a diario sobre la patria de Obama, un lugar sobre el que los norcoreanos no parecían saber absolutamente nada.

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Bae, que se pasó 735 días encarcelado en un campo de trabajos forzosos para extranjeros en Pyongyang, presenta ahora el libro que ha redactado sobre su experiencia. A Bae se le acusó en su día de intentar asestar un golpe de estado. Ahora evoca su periplo y se aprovecha su popularidad para abogar por la liberación de un sacerdote canadiense que está pasando por el mismo trago por el que pasó él.

Hyeon Soo Lim, de 62 años y líder espiritual de una iglesia de 3.000 feligreses en Mississauga, Ontario, está cumpliendo con una condena de trabajos forzados a perpetuidad por sus presuntos crímenes contra el régimen. Según denuncian las autoridades norcoreanas, Soo Lim habría entrado más de 100 veces al país simulando intereses humanitarios, cuando, en realidad, lo que pretendía era derrocar al régimen a través de la religión.

Claro que la familia de Lim asegura que le parece improbable que el pastor se hubiese estado dedicando al trabajo de misionario. Bae mismo aseguró que lo único que estaba haciendo era llevar a extranjeros al país, no solo para estrechar el conocimiento de su cultura y ayudar a su economía, sino también para rezar por la población del estado gobernado dictatorialmente por Kim Jong-un.

Bae fue detenido durante su decimoctava visita al reino Ermitaño. Sucedió que Bae llevaba consigo un hard drive que contenía informes sobre su misión y algunos video clips sobre Corea del Norte producidos por medios occidentales. Bae fue interceptado en su hotel por dos agentes que se lo llevaron a una zona del interior del país donde fue interrogado. Acto seguido le habrían obligado a escribir su confesión. Al menos así lo relata en su libro: No hay olvido: la auténtica historia de mi encarcelamiento en Corea del Norte.

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"Querían saber por qué había introducido material tan perturbador en el país", ha contado en una entrevista con VICE News.

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Pero parece que los guardias nunca quedaron satisfechos con sus respuestas — las preguntas solo terminaron pasadas cuatro semanas y después de una confesión de 300 páginas, en la que Bae admitía que es un misionero.

Desde aquel día hasta dos años después, Bae trabajaría seis días a la semana. Se despertaba a las 6 de la mañana, desayunaba, rezaba durante una hora y se dirigía a trabajar al campo de frijoles, donde trabajaba la tierrade 8 de la mañana a 6 de la tarde. Bae fue hospitalizado en varias ocasiones y perdió más de 25 kilos, debido, entre otras cosas, a quemar muchas más calorías de las que ingería. Su dieta era escasa y se componía, básicamente, de sopa, arroz y verduras.

Pero pese a todo, como extranjero que es, asegura que su encarcelamiento — durante el cual dispuso de una habitación individual con lavabo — era probablemente mucho más confortable que el de la mayoría de norcoreanos. Al menos eso le dijeron los guardias.

Con el paso del tiempo sus conversaciones azarosas con sus vigilantes se convirtieron en intercambios más profundos y significativos, en los que desmenuzaron las diferencias entre la vida en Estados Unidos y la vida en Corea del Norte, cuenta el religioso.

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"No tenemos nada que envidiarles, en realidad", comenta Bae sobre los vecinos de las inmediaciones del campo donde trabajaba. Hombres y mujeres que caminan entre cinco y seis kilómetros cada día para llegar al trabajo. "Para ellos es lo normal".

"Al principio fue duro, pero como yo habló la lengua me podía comunicar. A ellos les despertaba mucha curiosidad tenerme allí. En realidad lo único que sabían de Estados Unidos es que el 1 por ciento de la gente es rica y que el 99 por ciento vive en la calle y no tienen ni casa ni auto".

"Yo les dije que eso no era verdad", cuenta. "Querían saber cuánto dinero se precisa para vivir con una familia de cuatro, y cosas así. Yo les dije que la mayoría de la gente tenía una casa y un auto y ellos me respondían que "eso no puede estar bien".

'Yo les dije que la mayoría de la gente tenía una casa y un auto y ellos me respondían que 'eso no puede estar bien'.

Bae regresó a Estados Unidos a finales de 2014 después de que Barack Obama consiguiera que el director de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, James Clapper, lograra volar hasta Corea del Norte y negociar su liberación. Por mucho que ignora los detalles de la maniobra diplomática que le salvó el pellejo, Bae ha sido asesorado ahora por el gobierno canadiense, que le ha dado instrucciones sobre cómo liberar a Lim. Bae cree que el religioso canadiense estaría en las mismas dependencias donde estuvo él.

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Entre los delitos de Lim se contarían haber injuriado la dignidad del líder supremo, intentar usar la religión para destruir el sistema norcoreano, difundir propaganda negativa sobre los norcoreanos en el extranjero, colaborar con las autoridades estadounidenses y surcoreanas para embaucar y secuestrar a ciudadanos norcoreanos, y ayudarles en sus conspiraciones de ayudar a los disidentes de Corea del Norte.

Según cuenta la familia de Lim, el pastor habría sido encarcelado durante una misión humanitaria en el país, donde está al cuidado de una residencia para la tercera edad, de un orfanato, una enfermería y de otros varios proyectos.

Cuando la organización humanitaria Canada Global Affairs expresó su consternación ante la "implacable y durísima sentencia" que recibió Lim, el presidente canadiense, Justin Trudeau aseguró que "los problemas del gobierno y del sistema judicial norcoreano son de sobras conocidos". Entonces Corea del Norte aseguró que las palabras del presidente canadiense eran "perversas e injuriosas", y arremetió contra el ejecutivo del país del norte de Estados Unidos por "haber discutido y cuestionado nuestra justa y ecuánime resolución judicial".

"Llegados a este punto, en lugar de concentrarnos en probar que el reverendo Lim es inocente, hemos solicitado al gobierno de Corea del Norte que libere al religioso por cuestiones puramente humanitarias, tanto por su estado de salud como por la dificultad de gestionar la situación, y como gesto de buena voluntad. Yo creo que ese tiene que ser el camino", ha comentado Bae.

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Bae también considera que lo que Lim hizo con la CNN en enero, después de ser sentenciado, ha sido ignorado, lo que probaría que el gobierno norcoreano estaría dispuesto a negociar.

Global Affairs Canada no ha querido desvelar cuál habría sido su estrategia para conseguir repatriar a Lim más allá de sus visitas consulares, ni sobre cuál habría sido "su absoluta implicación en el caso desde que este arrancara". Algunos de hecho, han cuestionado la escasa transparencia de la organización. Canadá, de hecho, tiene una "política limitada" que contempla el "compromiso controlado" con Corea del Norte.

El antiguo ministro canadiense Stockwell Day, quien intervino en el caso a instancias de la familia de Lim, asegura a VICE News que si bien las iniciativas del gobierno canadiense era bienintencionadas, es posible que "exista por su parte una falta de entendimiento de la forma de funcionar de los norcoreanos".

"La gente con la que hablo en Corea del Norte se pregunta hasta qué punto nuestro gobierno se está tomando en serio las comparaciones entre nuestra gestión y la de Estados Unidos", afirma.

Day asegura haber discutido con miembros de la cúpula política del Canadá que estarían directamente implicados en el caso de Lim, y que todavía no ha observado ninguno avance significativo. Day también ha estado en contacto con la familia de Lim, que ha preferido quedarse entre bambalinas para no despertar ninguna sospecha de que su comportamiento sea contrario al régimen norcoreano. "Están profundamente preocupados", asegura.

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"Bastaría con un mensaje claro y conciso de nuestro primer ministro dirigiéndose al líder norcoreano en el que se deje claro que queremos liberar a Lim" ha dicho. "Cualquier otra declaración sobre su gobierno y sobre lo que este debería de hacer es un asunto que no toca abordar, no ahora. Esto debería de abordarse como un tema separado que queremos resolver de manera inmediata. No tiene sentido relacionarlo con nada más".

Pese a todo, los diplomáticos deberían de ser cuidadosos y encontrar un punto intermedio entre la acción agresiva y no desacreditar al gobierno norcoreano, permitir que guarde las apariencias, asegura Bae.

"En mi caso, el gobierno estadounidense no criticó jamás el comportamiento de los norcoreanos", cuenta. "El motivo por el que me pasé allí 735 días es, evidentemente, porque había cierta diferencia de opiniones".

Mira el documental de VICE News 'Lanzamiento de globos en Corea del Norte: propaganda sobre Pyongyang':

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