FYI.

This story is over 5 years old.

medioambiente

Las luchas en España contra las grandes líneas de transporte eléctrico

Ecologistas, vecinos y partidos políticos siguen mostrando resistencia en una lucha casi perdida contra los proyectos de Muy Alta Tensión, con tendidos de hasta 400 kilovoltios.
Imagen vía Flickr

El próximo mes, casi dos décadas después de su concepción, comenzará a funcionar la famosa interconexión eléctrica entre Francia y España, una infraestructura a través de los Pirineos que permitirá duplicar la capacidad de intercambio energético entre ambos países.

Sonríen ambos gobiernos, las compañías involucradas y la Unión Europea. Lo lamentan las organizaciones ecologistas, movimientos municipales y partidos políticos que han librado años de batalla contra la que han bautizado como MAT [Muy Alta Tensión]. Una lucha que prosiguen contra éste y otros proyectos similares cuya vuelta atrás parece una quimera.

Publicidad

La interconexión entre Francia y España por el Pirineo catalán fue inaugurada formalmente el pasado febrero y ya efectúa sus primeras transmisiones de energía a modo de prueba.

El proyecto ha costado 700 millones de euros y será explotado por Inelfe, una sociedad mixta entre Red Eléctrica Española y la francesa Réseau Transport d'Électricité. Se trata de un tendido de 400 kilovoltios — el doble del empleado habitualmente para el transporte en largas distancias — que recorre los 64,5 kilómetros que separan el municipio español de Santa Llogaia del francés de Baixás.

La infraestructura permitirá duplicar la capacidad de intercambio entre los dos países de 1.400 a 2.800 megavatios, es decir, del 3 por ciento al 6 por ciento. Las autoridades quieren ampliar el proyecto hasta el 10 por ciento, porcentaje que ha pedido la UE para el 2020 y a partir del cual — argumentan sus defensores — el proyecto hará bajar el precio de la electricidad. España es calificada a menudo por los expertos de "isla" energética.

La historia de la interconexión es también la historia de una larga lucha en su contra. En España, en las regiones de Cataluña, Aragón, Castellón o Madrid, organizaciones ecologistas, partidos políticos y municipios afectados han unido en ocasiones fuerzas contra distintos proyectos de alta tensión por considerarlos obras gigantescas que no responden a las necesidades de las poblaciones que cruzan, con notable impacto ambiental y un campo electromagnético con riesgos potenciales para la salud.

Publicidad

En el Pirineo fueron años en los que miles de personas salieron a protestar, un hombre se enterró vivo en su coche durante diez horas o un colectivo montó un mástil de diez metros y un entramado de cuerdas para impedir el acceso al bosque de la maquinaria pesada.

Al final, perdieron la batalla más simbólica: la interconexión pirenaica es hoy un hecho. Sin embargo, no todo es un camino de rosas para los promotores de ésta y otras líneas de alta tensión en distintos puntos de la geografía española.

Piedras en el camino

La semana pasada, por ejemplo, la Comisión Europea dio dos meses a España para cumplir la normativa comunitaria y garantizar que la MAT en el área metropolitana de Barcelona no supone un riesgo para el medio ambiente.

Bruselas ya había abierto un expediente a España en julio de 2014 por no haber hecho evaluación de impacto ambiental del proyecto para mejorar la red eléctrica de Barcelona. La presión ciudadana también tuvo mucho que ver con el soterramiento de los cables a su paso por los Pirineos, que elevó en diez veces su coste.

Otro contestado proyecto de línea MAT, el que se desarrolla en la Comunidad de Madrid y atraviesa zonas de alto valor ecológico en el Parque del Guadarrama, acaba de recibir una declaración negativa de impacto ambiental por parte de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente.

"Es un hito. Es muy difícil que le quiten la razón a Red Eléctrica Española. Para mí, la diferencia está en la movilización. En el tramo sur no la hubo y el proyecto recibió luz verde en 2009", señala a Vice News Haday López Portillo, portavoz de la plataforma La MAT mata y miembro de Izquierda Unida.

Publicidad

La línea, que sobrevolaría unos 20 kilómetros de montes protegidos y 15 kilómetros de montes preservados entre los pueblos de Galapagar y Moraleja de Enmedio, es un tramo del "eje de transporte" — de unos 450 kilómetros y unas 1.000 torres de hasta 76 metros — que se está construyendo entre Orense y Madrid.

Los argumentos en contra

Tres son los principales argumentos de quienes se oponen a las MAT. El primero es de modelo energético. El cálculo de la demanda para legitimar la obra ante la opinión pública es, en realidad, una ficción estimada antes de la crisis, cuando se preveía una suerte de bonanza perpetua.

En España hay más de 100.000 megavatios de potencia instalada, más del doble de la que se necesita en horas de máximo consumo. "Una burbuja asociada a otra burbuja, la inmobiliaria", en palabras de López Portillo, técnico de medioambiente y sostenibilidad.

Los contrarios a las MAT proponen potenciar la producción y consumo in situ como alternativa a las grandes autopistas, que responden a los intereses de las eléctricas.

Es el caso de la interconexión pirenaica, "un corredor energético no necesario que tiene como objeto adquirir energía nuclear en Francia, que España exporte energía renovable y, a medio término posiblemente, la interconexión con el norte de África", señala a Vice News Salvador Milá, conseller de Medio Ambiente en el Gobierno regional catalán entre 2003 y 2006.

"No tiene sentido generar energía en un sitio para llevarla a miles de kilómetros, salvo que de verdad haga falta. Y esa idea de necesidad no debe estar basada en los intereses del mercado. La generación de energía, cuanto más local, mejor, y cuanto más cercana, menos pérdidas en la red, más conciencia de la ciudadanía de su impacto y más democrática su gestión", resume Rodrigo Irurzun, coordinador del área de Energía de Ecologistas en Acción.

Publicidad

El segundo argumento es la llamada contaminación visual. "Estamos en una zona de la Comunidad de Madrid con un paisaje que se ha salvado de la expansión urbanística. Enseguida entendimos que la MAT iba a modificar esto con unas torres enormes que iban a tapar la vista", explicó a Vice News Ernesto Viñas, quien en noviembre de 2013 participó al frente de la Asociación Cultural Cerro Andrinal en la recogida de más de 600 firmas contra el proyecto de Madrid en su pueblo de 3.000 habitantes, Quijorna.

El tercer aspecto es el impacto ambiental. Para construir una MAT hay que abrir caminos y tierras, introducir maquinaria pesada, talar árboles, compactar el terreno.

Irurzun recuerda que la producción de las torres de alta tensión "supone muchos kilos de acero, con su consiguiente impacto ambiental" y López Portillo que los cables separan luego ecosistemas y condicionan el vuelo de las aves.

"El campo electromagnético afecta a su movimiento y orientación, así como a los polinizadores", agrega.

España ha levantado el pie del acelerador en este tipo de líneas por la caída de la demanda con la crisis, pero los proyectos que ya estaban en marcha siguen su curso.

Con Francia, se ha acordado la construcción de otras tres líneas de alta tensión. Los movimientos ecologistas se preparan ya para las siguientes batallas.

Sigue a Antonio Pita en twitter: @Antonio__Pita