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Matar por 'honor': 1.000 personas son asesinadas cada año en Pakistán

VICE News viajó a una zona remota de Pakistán para investigar el asesinato de unos jóvenes por el simple hecho de haber cantado y bailado, y descubrió cómo, paradójicamente, la brutal cultura del "honor" nació para garantizar la supervivencia.
Dos de las de Kohistán asesinadas tras cantar y aplaudir mientras dos hombres bailaban. Imagen vía VICE News
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Saad Zuberi era miembro del equipo de VICE News que viajó a Kohistán, una montañosa región en el norte de Pakistán, para grabar La historia de Kohistán: matar por honor, un documental que se estrenó este lunes y en el que refleja su visión sobre cómo los valores tradicionales matan a 1.000 personas cada año en Pakistán.

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Como hombre, viajar por Pakistán para cumplir con mis tareas nunca fue un problema para mí. He filmado en algunos de los lugares más conservadores y recónditos del país, a menudo sus gentes me han abierto las puertas de su casa y me han contado los detalles más íntimos de su vida mientras compartíamos un té. El té, por supuesto, va acompañado de la gran hospitalidad de la discreta e invisible mujer que lo prepara, escondida detrás de la puerta para evitar que, ante un desconocido como yo, un mirada pueda comprometer su honor y poner en cuestión la de su marido.

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Me acuerdo una vez que un Pashtún — un grupo étnico del sur de Afganistán y del noroeste de Pakistán — me dijo: "Un buen hombre nunca tiene miedo de combatir en una batalla, pero siempre teme por el honor de su hermana y de sus hijas". Y aunque, las gentes de Kohistán no son de etnia Pashtún, este tipo de ideales severos, especialmente cuando se refieren a las mujeres, son muy parecidos. En ambas culturas, cualquier interacción con un hombre y una mujer extraños puede considerarse una deshonra sin paliativos.

Matar por honor fue filmada hace tres años tras el escándalo que llevó al supuesto asesinato por razones de honor de ocho hombres y mujeres en las remotas montañas de Kohistán, en la tradicional provincia de Khyber Pakhtunkhwa. Unas imágenes de vídeo grabadas en un móvil muestran un grupo de mujeres cantando y aplaudiendo a dos hombres que bailan — un comportamiento considerado como ignominioso y susceptible de ser castigado con la pena de muerte para ellos y para sus familiares.

Mira el documental de VICE News: The Kohistan Story: Killing for Honor (próximamente con subtítulos en español):

Mientras estaba trabajando en esta historia, el productor que hay en mi quería acercarse a todas las mujeres que veía en la calle — que eran muy pocas, claro — y preguntarles si las cosas eran tan horribles para ellas cómo cuentan las organizaciones que trabajan en favor de los derechos humanos en la región.

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Pero las palabras de un hombre que conocí hace muchos años resonaban en mi cabeza. La forzosa segregación ya me había contrariado hace mucho tiempo cuando empecé a ser consciente que estoy demasiado alejado culturalmente para suponer que una mujer pakistaní va a sentarse conmigo y va a explicarme cual es su situación ante la escrutadora mirada de su marido y de su padre. Aún así, debo reconocer que ello continua siendo una de las cosas más frustrantes de este trabajo — aún más cuando se trata de relatar una historia sobre las mujeres y su maltrato en áreas tribales.

Aún poniendo mis sentimientos a un lado, las circunstancias que envuelven el caso del asesinato de las ocho personas, que era el foco de nuestro documental, te exigen irremediablemente resolver interrogantes sobre qué significa exactamente el "honor" para ellos, algo que impregna toda su cultura, y cómo puede erigirse en un principio tan sagrado como para conducir a alguien a matar a sus familiares para protegerse y proteger al clan.

El libro de Malcolm Gladwell Outliers: The Story of Success incluye un capítulo dedicado a la cultura del honor entre escoceses e irlandeses que emigraron a América, específicamente a las montañas apalaches. Su análisis puede ser aplicado a la realidad de Kohistán salvando la enorme distancia que separa estos dos casos en términos históricos y culturales.

Tal y como lo ve Gladwell, la cultura del "honor" crece en tierras severas y rigurosas y en comunidades que viven alejadas y deben proteger sus propiedades en ausencia de la presencia de instituciones y leyes. Esta cultura, que ha persistido durante siglos y se sirve del uso de la violencia en nombre del "honor", es fundamental en las sociedades patriarcales.

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La investigación de Nowak, Gelfand y Borkowski The Evolutionary Basis of Honour Cultures también aporta argumentos en este sentido, usando datos empíricos, en el sentido de que la cultura del "honor" se desarrolla allí donde las condiciones climáticas son duras, los recursos escasos y las instituciones inexistentes o muy débiles.

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Los kohistanís son una comunidad tribal que vive en las montañas donde la división de la tierra y las propiedades es extremadamente difícil de delimitar convirtiendo a sus propietarios en blancos fáciles del robo y de otro tipo de intrusiones. Casi no hay presencia de la administración, la región tiene el índice de desarrollo humano más bajo de todos los distritos de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa y el índice de alfabetización es menor al 12 por ciento.

Con un gobierno casi inexistente, los kohistaníes creen más en la cultura del honor que en la cultura de la ley. Inspirando miedo y cultivando una reputación de severidad y venganza — aplicada a todos aquellos que transgredan sus normas o las amenazan — aumentan su seguridad y protegen sus propiedades.

En muchas sociedades, una persona se define a sí misma por la visión que tienen los miembros de su círculo social sobre ella. En este sentido, el "honor" puede ser considerado como una pieza clave. Una persona que actúa de acuerdo con las normas morales ampliamente aceptadas por su comunidad es considerada como una persona "honorable" en Kohistán; la gente debe saber donde están las fronteras sociales y los límites de la propiedad para ser aceptados y protegidos.

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Dado que muchas tribus son grandes familias de linaje, las decisiones sociales más importantes son tomadas por los hombres más viejos, que forman jirgas o consejos tribales councils. Respetar la decisión de estos hombres, sin importar lo injustas o duras que sean, es una condición para mantener el honor.

Al mismo tiempo, desafortunadamente, Kohistán es también una sociedad patriarcal y, en sentido, el concepto de propiedad va mucho más allá de la casa, las tierras y los bienes materiales y afecta también a las mujeres —convirtiendo en misógina la filosofía que alimenta la cultura del honor —. Una persona honorable en Kohistán debe tener siempre cuidado de no interactuar innecesariamente con alguien del sexo opuesto de otra familia o tribu para evitar violar su espacio social, y por consiguiente, su honor.

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Debido a esta manera de entender la propiedad, los hombres ostentan una autoridad completa sobre las mujeres de sus familias en beneficio de sus intereses. En Kohistán, como en muchas otras comunidades que aún se resisten a dar a la mujer la posición social que merecen, el concepto del honor está muy enraizado con la visión de género de acuerdo con la cual no sólo representa sino que es una pieza simbólica del honor de la familia y los hombres se convierten en los protectores de este honor.

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Una mujer no puede levantarse un día con el propósito de ejercer su independencia enamorándose, teniendo una aventura o rechazando un matrimonio acordado, tal y como puede verse en la película, cantando y aplaudiendo ante la compañía de otros hombres sin que esto suponga una amenaza para el hombre que se responsabiliza de ella. Las consecuencias pueden ser la tortura y la violencia infligida a estas mujeres por parte de sus hermanos, padres o maridos.

Con todo, las mujeres con son las únicas víctimas de los crímenes de honor. En al menos el 30 por ciento de los casos de violencia registrada en Pakistán los hombres que se considrena instigadores de conductas inapropiadas corren la misma suerte.

La mayor parte de la comunidad kohistaní percibe el principio del "honor" como la tradición más preciado de su sociedad, porque es lo que aúna su sistema de valores, que mantiene a la comunidad unida y evita los cambios. Cuando pierdes el honor, has perdido tu posición y tu seguridad en la sociedad. Y este es el motivo por el que cuentos de hombres y mujeres mueren cada año.

El "honor" y los crímenes que se realizan en nombre del "honor" son un asunto complejo, profundo y atávico en la historia de muchas, además de la religión. Las prácticas y los códigos de estas sociedades tribales están profundamente arraigadas y, en algunas regiones, son aún más antiguas que la religión islámica.

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El Islam juega un papel muy importante en la cultura tribal de esta región, por lo que los asesinatos perpetrados por asuntos de honor son vistos como una práctica islámica. Los entendidos y los locales, sin embargo, parecen entender el concepto del honor fuera de la esfera de las creencias islámicas. Durante la filmación del documental, incluso Molvi Mohammad Jawaid, el clérigo acusado de ordenar la matanza, niega que el Islam tenga nada que ver con las muertes por honor asegurando que lo que sucedió ese día no está permitido en ninguna de las religiones abrahámicas.

Los pueblos de kohistanís están compuestos por diversos linajes, cada uno de los cuales tiene representación en la jirga. Para muchos kohistanís estos consejos tribales son el primero y, a veces, el último órgano de decisión. El gobierno tiene una autoridad limitada en estas zonas y los tribunales federales son desatendidos en favor del arbitraje de estos consejos.

En una sociedad aislada y conservadora que tiene y funciona con sus propios valores al margen de las leyes federales, Afzal, el hermano de dos de los hombres asesinados en el caso que relata el documental, ha prometido vengarse por la vía legal. Algo que ha significado una ofensa deplorable para muchos de los miembros de la comunidad.

El hecho de el sistema judicial de Pakistán sea una errática combinación de valores culturales, religiosos y modelos occidentales no ayuda. La ley de la sharia que data de 1970, introduce el concepto de perdón y retribución.

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De acuerdo a estos conceptos, una víctima (de un supuesto crimen) o su familia (si la víctima está muerta) puede aceptar una compensación monetaria por parte del perpetrador a cambio del perdón o puede decidir cualquier otra fórmula de retribución. Un asesino convicto puede salir impune penalmente ante los tribunales porque se ha llegado a un acuerdo. Esta fórmula deja el castigo totalmente en manos de las víctimas de la familia y elimina la concepción del asesinado premeditado como un "crimen contra el estado".

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Esta dinámica legal es un obstáculo para luchar contra los crímenes de honor en una región donde, además, la ley no juega prácticamente ningún rol. Dado que los crímenes de honor son usualmente cometidos por miembros de la familia, los que perdonan el crimen son normalmente los que lo han perpetrado. Un padre que mata a su hija es personado por la madre de la víctima, que es la mujer del acusado.

Hace 10 años, el entonces presidente pakistaní, Pervez Musharraf, firmó una ley ebdureció los castigos por crímenes de "honor" y añadió la pena de muerte como el máximo castigo en casos extremos. Esta ley, de 2004, fue la primera en reconocer oficialmente este tipo de crímenes en Pakistán. Sin embargo, la ley no pudo hacer nada contra los resquicios legales que seguían permitiendo los pactos de perdón y retribución, algo que eximía a los perpetradores de cumplir condena si tenían suficientes recursos económicos.

Muchos activistas han presionado desde entonces para que los legisladores reviertan esta situación. El año pasado el senado aprobó la ley Anti crímenes de honor pero aún no está en vigor.

Sin embargo, tal y como aprendimos durante el rodaje del documental, las raíces que sustentan la cultura del "honor" son tan profundas que hará falta más que una ley para salvar a las víctimas de estos crímenes. Hasta que la reputación pueda poner en peligro o asegurar la supervivencia de las personas y los cuerpos de las mujeres sean considerados un bien, miles de pakistaníes van a continuar matando en nombre del "honor".

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