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Este joven médico de un hospital de Niza nos relata cómo vivió la noche del atentado

Hablamos con un médico residente que el pasado 14 de julio fue llamado de urgencia tras el atentado terrorista que se saldó con 84 personas muertas.
Pierre Longeray
Paris, FR
La police et les premiers secours sur la Promenade des Anglais, après l’attaque du 14 juillet. REUTERS/Jean-Pierre Amet

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Los hospitales de Niza llevan trabajando desde la noche del jueves para atender a los heridos de la matanza del pasado 14 de julio, el día nacional de Francia y aniversario de la toma de la Bastilla en París. Aquella noche, un camión de grandes proporciones se subió a la acera del paseo marítimo y embistió a cuantos peatones salieron a su paso durante más de 2 kilómetros.

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El último informe emitido por el Ministerio de Salud francés informa que a día de hoy hay 84 muertos y 121 heridos, de los cuales 26 siguen luchando por su vida en cuidados intensivos. El hospital Pasteur de Niza es el que ha acogido al mayor número de víctimas de la masacre del jueves.

Paul, cuyo nombre hemos cambiado a petición suya, trabaja como médico residente en el hospital Pasteur. La noche del pasado 14 de julio trabajó en el hospital atendiendo a los heridos de la masacre.

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VICE News: ¿Cuál había sido vuestra preparación para enfrentaros a una situación así?
Paul: Antes de que arrancara esta última Eurocopa celebrada en Francia habíamos llevado a cabo varias simulaciones llamadas Plan Blanc. Los simulacros reproducen distintos escenarios posibles, como el de un atentado terrorista. Entonces nos dimos cuenta de que la mejor manera para movilizar a los voluntarios es a través de las redes sociales. Así que eso es lo que hicimos en la noche del jueves.

¿Cómo pasó todo?
El responsable de los residentes del hospital nos informó de que se estaba produciendo un atentado en múltiples escenarios y que el primer balance era de 16 muertos y de 16 heridos. Habida cuenta de que se sospechaba de que pudieran producirse otros atentados se solicitó movilizar al mayor número de internos posible. Yo estaba en casa. Tan pronto como me enteré salí inmediatamente y un cuarto de hora después estaba ya en el hospital. Eran las 23:40.

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¿Cuál era la situación en el hospital?
Había un gran número de internos y de médicos responsables de distintas áreas del hospital. Se repartió a los heridos entre los graves y los muy graves, los que necesitaban asistencia inmediata con un desfibrilador [nota del editor, para estos fue habilitada una sala con un dispositivo asistencial masivo]. Eso nos dio tiempo para organizarnos y para poder atender a un mayor número de pacientes.

Los jefes de cada área nos empezaron a encomendar distintas misiones conforme iban llegando las ambulancias. Diría que durante la madrugada de los atentados del pasado 13 de noviembre en París, el dispositivo incorporaba a muchos más equipos, sin embargo, hubo muchos más problemas para gestionarlos, debido a su abundancia y a la multiplicidad de escenarios en los que se llevaron a cabo los atentados. El jueves pasado se desplegaron sendos hospitales para acoger a los heridos: la unidad de pediatría del hospital de Lenval y el Pasteur 2. Así que no creo que se puedan comparar los dos casos.

'Por mucho que la presión era muy grande, prevaleció el espíritu colaborador y no hubo tensiones'.

¿Cómo se fue lidiando con la llegada de los heridos, más de 300?
El dispositivo estaba bien trabajado. Normalmente se trata de repartir a los pacientes en función de su gravedad y de su necesidad de un desfibrilador. Si es necesario y su estado lo permite se hacen pruebas rápidas para determinar la gravedad . Una vez estabilizados lo siguiente consiste en enviarles a cuidados intensivos. El jueves el sistema cambió ligeramente debido a la necesidad de actuar lo más rápido posible. Pese a todo, yo creo que el dispositivo funcionó bien y que la organización fue muy buena.

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Éramos una cantidad suficiente de trabajadores como para hacernos cargo de la avalancha de heridos. Supongo que la situación fue mucho más complicada de manejar en el lugar del ataque, puesto que muy poco tiempo para identificar a los pacientes más graves y la situación era mucho más caótica.

¿Qué clase de lesiones se vieron más?
Lo más habitual eran lesiones traumatológicas. Desde las fracturas de pelvis, a las extremidades quebradas pasando por traumatismos craneales, contusiones en el pecho y en la zona del abdomen. En el sur hay muchos accidentes de circulación y es habitual encontrarse con heridos de accidente de motocicleta, así que estamos acostumbrados a tratar esta clase de lesiones.

Claro que en este caso la mayor diferencia era que nadie sabía exactamente lo que estaba pasando afuera. Se escucharon muchos rumores de posibles ataques a otros sitios, alguien habló de la existencia de rehenes [todos ellos rumores que terminaron probándose falsos]. En realidad se trata de circunstancias que te afectan más una vez han pasado que mientras están sucediendo.

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¿Cómo se gestionó la llegada de los pacientes con lesiones más graves?
A partir del llamado "control de daños". Se trata de una técnica habitualmente empleada en la medicina de guerra, cuyo objetivo no es otro que minimizar las bajas. Básicamente se trata de posponer todas las intervenciones que no requieran operaciones inmediatas y dar preferencia a los casos más urgentes.

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Por ejemplo, si alguien presenta una hemorragia abdominal se le aplican métodos de contención para detener el sangrado, se le estabiliza y se pasa a inspeccionar la gravedad del siguiente paciente. El objetivo es minimizar la atención a los pacientes que van entrando con lesiones menos graves, para que su atención no repercuta en una menor atención a los pacientes que requieren una intervención inmediata.

¿Supongo que como médico joven que eres jamás te habrías enfrentado a una situación como esta, verdad?
No jamás. Eso sí, nuestros jefes sí se acuerdan de un tiroteo que se registró en el hospital de St-Roch, en Niza en 2002. Un hombre abrió fuego a discreción en el interior del hospital y muchos heridos fueron los mismos médicos y enfermeros que estaban trabajando. Claro que no se trata de una situación comparable a la del jueves.

¿Qué ambiente se generó entre los médicos y los internos en la noche del jueves?
Se creó una energía muy sólida, una sensación de compañerismo y de fraternidad ante el ataque. Por mucho que la presión era muy grande, prevaleció el espíritu colaborador y no hubo tensiones. Todo el mundo dio lo mejor y lo máximo de sí mismo. Yo creo que hicimos un buen trabajo.

¿Cuándo pudiste volver a casa?
Salí del hospital a las 6:30 de la mañana. Me fui a casa e intenté descansar todo lo que pude. Al día siguiente, el sábado, volví a trabajar


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