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VICE World News

Los médicos argentinos practican medio millón de abortos ilegales al año, pero la legalización sigue siendo improbable

Cada año se practican 500.000 abortos en Argentina aunque nadie los cuente realmente. El Parlamento se opone a su legalización pero eso no ha detenido a los médicos que siguen practicando el aborto gracias a un vacío legal.
Imagen por Kamilia Lahrichi/VICE News

Los principios del doctor Germán Cardoso están por encima de la ley.

El ginecólogo lleva practicando abortos ilegales durante los últimos quince años en Argentina, un país profundamente católico cuyas leyes castigan estrictamente el aborto. Tiene los teléfonos pinchados y la policía ha desplegado redadas en su clínica, pero nada de eso le ha detenido.

"En Argentina el doctor siempre tiene la razón, pues es quien determina si una mujer pude abortar o no", explicó Cardoso.

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"El embarazo es un riesgo para la salud de miles de mis pacientes porqué no siempre es deseado", añadió.

La postura de Cardoso subraya la existencia de un área legal y moralmente gris de la legislación argentina, donde el aborto solo es legal cuando el médico dictamina que el embarazo es perjudicial para la salud de la madre; o en caso de violación o de enfermedad mental de la madre.

El caso es que la policía tiene que encontrar a la persona practicando el aborto para probar que se produjo, lo que constituye una laguna legal que posibilita su práctica, eso sí, siempre bajo una estricta presión de las autoridades.

El código penal argentino castiga a aquellos que practiquen abortos ilegales consentidos con hasta cuatro años de cárcel, incluso cuando la madre ha dado su consentimiento para ser operada.

Se estima que cada año se llevan a cabo alrededor de medio millón de abortos en Argentina, según estimó el Observatorio de los Derechos Humanos en 2009, una cantidad que suponía el 40 por ciento de todos los embarazos. En cualquier caso, dicha cifra no ha sido actualizada en seis años.

'Lo peor es que es ilegal. Te hace sentir culpable y avergonzada'

Cardoso abrió una clínica de abortos en diciembre de 2010 en Boedo, un barrio trabajador de Buenos Aires. Al poco tiempo, según dice, la policía le intervino los teléfonos para realizar un seguimiento de sus actividades.

La policía registró su clínica en abril de 2011, unos meses después de que abriera. Una mujer a la que le había sido practicado un aborto, se acababa de ir. Después de pasarse dos días bajo custodia policial, Cardoso cerró su consulta y se trasladó a Tandil, su ciudad natal, una pequeña población al suroeste de la provincia de Buenos Aires.

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Cardoso sigue practicando abortos allí bajo el argumento de que la policía ya no le persigue, sino que le permite hacer 40 intervenciones al mes. Según cuenta él, lo que ofrece es algo comparable a un servicio público, que consiste en discutir abiertamente sobre el aborto en su página web y en prestar un servicio a mujeres que, de otro modo, podrían terminar acudiendo a las peligrosas clínicas clandestinas.

"Existe una demanda muy fuerte [en la capital] porque existe un gran número de practicantes clandestinos que no son médicos y que practican abortos en lugares horribles", declaró Cardoso a VICE News, acordándose de los principios de su práctica.

Dr. German Pablo Cardoso. (Imagen por Kamilia Lahrichi)

El aborto es para 'putas'

A pesar de que el debate por la legalización del aborto hace años que dura, apenas supera las distintas comisiones del Congreso creadas para evaluarlo. Los abortos se continúan practicando ilegalmente.

"Por desgracia, y a pesar de que el Tribunal Supremo ha reiterado [que la violación y los riesgos para la salud son los dos motivos que justifican un aborto], en la práctica eso no es cierto, puesto que el ministerio de Salud no ha ratificado el proyecto de ley que regule su implementación", dijo Mabel Blanco, presidenta de la fundación para el Estudio y e Investigación de la Mujer (FEIM), una organización no gubernamental de Buenos Aires.

La elección de un papa argentino, Francisco, ha disparado todavía más el fervor católico del país suramericano.

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'Pensar que el aborto soluciona a la violación es un error'

Aixa García-Avellaneda, una activista en asuntos de género, recordaba con dolor la "traumática" experiencia de tener que abortar, cuando tenía 16 años, sobre la mesa de una cocina de una casa del Barrio Norte, uno de los más acomodados de la capital.

"Soy y fui una víctima de la falta de información [en salud y reproducción] y de la inexistencia de acceso a métodos anticonceptivos cuando era adolescente", declaró García.

Cuando Aixa le contó a su madre lo que le pasaba, esta la abofeteó, la llamó "puta" y le dijo que la mandaría a un convento.

Otra mujer llamada María dice que pudo poner fin a su embarazo fácilmente, pero aseguró a VICE News que el sentimiento de culpa no la abandonó durante la intervención.

"Abortar no es malo" dijo la mujer, que pertenece a una familia acaudalada de la ciudad de Quilmes. "Lo peor es que es ilegal: te hace sentir culpable y avergonzada."

La facilidad y la seguridad con que el aborto es practicado depende de la procedencia socio-económica de la víctima. El honorario mínimo del doctor Cardoso es de 20.000 pesos o alrededor de 2.300 dólares por operación, pese a que asegura que otros doctores cobran más del doble.

"Yo me adapto a la situación de la mujer", dijo Cardoso.

Aún así, los abortos ilegales siguen conllevando elevados riesgos para la salud. En Argentina, la primera causa de mortalidad entre las madres son los abortos imprudentes, casi el 31 por ciento de las muertes maternales. Un dato tan inquietante como el que arroja un informe de UNICEF de 2013 que señala que el 15% de las madres argentinas son menores de veinte años.

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El debate sobre la legalización del aborto ha dividido el país. No se trata únicamente de una batalla entre secularistas y católicos.

"La realidad es que se practican abortos" afirma Victoria Tesoriero, que dirige la organización bonaerense Católicas por el Derecho a Decidir. Se trata de un organización católica y liberal que es partidaria del aborto.

"La penalización del aborto no es impedimento para su práctica, de manera que la ley no ayuda a las mujeres", comentó a VICE News. "Creemos que es un derecho de la mujer y que la iglesia no debería de intervenir por tratarse de un asunto de salud pública."

Por otro lado, algunas organizaciones seculares de Argentina han luchado contra la legalización del aborto. El colectivo Frente Joven, por ejemplo, se opone encarnizadamente al aborto, incluso cuando se trata de casos de violación.

"El aborto es una tragedia social y tenemos que colaborar todos para que las mujeres en esa situación puedan salir adelante con su vida y con la vida de sus hijos", aseguró Gustavo Mellado, coordinador de comunicación de Frente Joven.

Es un movimiento no sectario y apolítico que persigue construir "una sociedad más digna."

Una de las fechas clave en la batalla del aborto es marzo de 2012, cuando el Tribunal Supremo argentino permitió abortar a una joven de 15 años que había sido violada por su padre. La sentencia fue saludada como un hito histórico en su día.

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Claro que para los que piensan como Mellado, aquella decisión fue un error.

"Pensar que el aborto es la solución a la violación es un error", declaró Mellado a VICE News desde su oficina, apenas unas manzanas más allá del Congreso. "Lo único que se consigue es transferir al niño la violencia padecida por la madre. Y eso constituye un ciclo de violencia.

Parece improbable que el debate sobre el aborto pueda alcanzar ningún consenso con vistas a las elecciones presidenciales que se celebrarán en octubre de este año, pues la arena política está dividida.

La presidenta del gobierno, Cristina Fernández de Kirchner se opone rotundamente a la legalización del aborto.

Sin embargo, año tras año, las organizaciones partidarias del aborto y los diputados proponen un borrador de ley que legalice la práctica, al menos hasta la doceava semana de embarazo. Lo hacen a través de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Seguro y Legal, una plataforma que abandera a más de 300 organizaciones en el país.

"El problema principal es la ausencia de voluntad política del gobierno y la resistencia y la oposición de algunos grupos sociales, como el sector de la religión, entre otros", cuenta Bianco, presidente de la fundación para el Estudio e Investigación de la mujer (FEIM).

"Debemos reconocer que Argentina es un país en que sectores como el ejército, los sindicatos, los grupos religiosos y los de empresarios han tenido y siguen teniendo una gran influencia sobre quien decide," dijo.

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