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opinión y análisis

En la mente de un terrorista suicida

¿Qué influye en el proceso de radicalización de los terroristas suicidas y cuáles son los pensamientos que ocupan su mente antes de morir matando? VICE News habla con expertos para entender el aterrador fenómeno de los mártires.
Foto di Hedayatullah Amid/EPA
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Yousef el Khodri, uno de los autores del atentado en un cibercafé de Casablanca en marzo de 2007, llevaba siempre encima, durante meses, un cinturón de explosivos. Era su manera de prepararse psicológicamente para el día en el que creía que moriría como kamikaze.

El Khodri era un chaval que bebía, fumaba, y tenía un historial de pequeños delitos, como tantos otros chicos de Sidi Moumen, una barriada de chabolas construida con bidones; una de las tantas bidonvilles de la capital económica de Marruecos. De ahí salieron también, cuatro años antes, en 2003, los kamikazes que se llevaron por delante la vida de 45 personas en la Casa de España, también en Casablanca.

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El Khoudri falló en el intento. Fue detenido y le cayó una condena de 15 años en prisión, pero su compañero Abdelfatah Raydi voló en mil pedazos. Fue el único muerto aquel día de marzo. "¿Qué le llevó a accionar su cinturón de explosivos?", se pregunta Mohamed Rezrazi, director del observatorio marroquí contra el extremismo y la violencia, que ha entrevistado a un buen puñado de jóvenes que han estado a punto de hacerse estallar en nombre de Dios. Más allá de enrolarse en un grupo yihadista, ¿por qué y cómo fue capaz de dar el paso de morir matando? ¿Qué le pasó por la cabeza en el momento de accionar el pulsador?

Pero antes que Raydi, mucho antes, decenas, cientos de chavales, han hecho lo mismo en todo el mundo. Son muchos, aunque los motivos que los conducen a la muerte, un sacrificio que, supuestamente, hacen "en nombre de dios o de una ideología determinada", y los pensamientos que pasean por su mente cuando pulsan el botón son muy distintos en cada caso.

Todo lo que sabemos hasta ahora del ataque terrorista en Niza. Leer más aquí.

Cada uno gestiona la angustia que produce saber que vas a morir de una manera diferente: "Unos recitan versos del Corán como si fueran un mantra, para no tener que pensar. Otros, pese a sufrir un ataque de pánico, siguen adelante con el ataque. Los hay que ya están en duelo pensando en lo mal que lo pasará su familia cuando él muera y, en muchos casos, los suicidas tratan de borrar su pasado, como si no tuvieran memoria".

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Pero de acuerdo con Rezrazi, cerca de un 13 por ciento de aquellos que deciden sacrificar su vida lo hacen porque que algo mejor "les espera después, en la otra vida", porque piensan en la recompensa que recibirán tras convertirse en mártires.

Aunque el Corán es muy claro respecto al suicidio: "Quien se mata a sí mismo con algo en este mundo, será castigado con ello mismo en el día de la resurrección", en el Islam se considera que morir por Dios es el grado más alto de perfección de la fe y que el sacrificio será recompensado. Está el archiconocido hadiz (hechos y dichos del Profeta) sobre las 72 vírgenes que aguardan en el paraíso, pero hay más, señala Rezrazi: "Lo importante no son las vírgenes. Lo importante es que pueden salvar a 40 personas con un acto de martirio".

El Corán prevé la posibilidad de salvar y perdonar a 40 personas de la familia del mártir. Si se ha llevado una vida disoluta, es el camino más directo para la salvación, también para aquellos que no han sido buenos musulmanes.

Entre los casos abordados por Rezrazi, hay uno que le impactó mucho. El experto recuerda cuando uno de los chicos entrevistados le dijo: "Yo he hecho esta elección porque he leído que si me convierto en mártir, puedo obtener esa autorización para salvar a 40 personas". La frase cobraba sentido en su contexto familiar: la hermana de este joven era prostituta, su madre pedía en la calle, y ni él ni su padre trabajaban, recuerda Rezrari.

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En este caso, explica el investigador, se mezclaban diversas circunstancias: la falta de oportunidades laborales, el sentimiento de injusticia o el intercambio de roles dentro de una sociedad tradicional y muchas veces machista en la que son los hombres quienes suelen trabajar para llevar el dinero a casa. En la familia de este chico, eran las mujeres quienes lo hacían, pero el dinero procedía de la prostitución, algo que implicaba sentimientos de humillación, frustración, y que, de buen seguro, influyeron en la decisión de pulsar el botón.

Así lo corrobora el psicólogo Patrick Amoyel cuando se refiere, en una entrevista en Opinion Internationale, al caso de Mohamed Lahouiaej-Bouhlel, el terrorista de Niza: "Bouhlel vivía de manera impía, y le dominaba un sentimiento de culpa, se sentía obligado a lavar la montaña de sus pecados". En ese contexto, no le bastaba con recuperar la observancia de los cinco pilares del Islam, y pensó que tenía que morir como mártir para ir directamente al paraíso.

Los grupos terroristas han creado cientos de textos de literatura yihadistas legitimados con referencias religiosas y, de acuerdo con Rezrari, "poco importa si son verdad o mentira" porque, sea como sea, cumplen la función de convencer a la gente para que se convierta en mártir, para que acepte la muerte como destino.

Les manipulan, asegura el experto, para consentir el martirio en nombre del arrepentimiento y para convencerlos con argumentos tales como que la muerte no duele más que la picadura de una abeja. Así ha sucedido, cuenta Rezrazi, en entrenamientos presenciales en grupo en los que les piden que se pellizquen la mano para luego decirles que el dolor que van a sufrir cuando mueran no será mayor que ese pellizco.

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Las razones por las que llegan a convertirse en suicidas son tan diversas como lo son los factores que influyen en la radicalización y difieren notablemente de los motivos que explican su adscripción a la causa yihadista.

Los factores de radicalización, según Mousa Bourekba, investigador del CIDOB, más usuales suelen estar vinculados con causas personales. Existe un abanico de problemáticas de naturaleza psicológica, familiar, algunas vinculadas a trayectorias personales traumáticas como el abuso policial o a un profundo sentimiento de injusticia.

Rezrazi trabaja con tres hipótesis que explicarían los motivos por los cuales estos jóvenes dan el paso y se convierten en suicidas. Un proceso que siempre va acompañado por el adoctrinamiento yihadista. En la primera hipótesis, el experto se refiere a los suicidios patológicos, es decir, el de aquellas personas que no tienen el valor para matarse y encuentran en la doctrina extremista el entorno y el apoyo cultural, religioso y emocional para armarse de valor.

Otro de los perfiles con el que trabaja Rezrari es el de aquellos que eligen morir para matar: se trata de personas enfermas, de casos patológicos de psicopatía o narcisismo, cuya motivación principal es la notoriedad. Y, finalmente, explica, los hay que quieren matar para ganar y que están convencidos de que van a morir para defender una causa ideológica en la que creen.

Para este experto, que considera que para llegar al fondo de la cuestión debería realizarse un amplio y riguroso estudio académico,para combatir este fenómeno no basta con desmontar el discurso de los grupos terroristas. Lo más importante, señala Rezrazi, es construir alternativas a ese discurso. De hecho, sólo el 11 por ciento de los arrestados por terrorismo yihadista en España tenían un conocimiento aceptable de la religión musulmana, de acuerdo coninforme del Real Instituto Elcano publicado recientemente.

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