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ESPAÑA

El primer novio gay del ejército español: ‘los militares homosexuales sufren una caza de brujas’

Alberto Linero, el primer militar gay en contraer matrimonio, denunció a su jefe por acoso sexual. Seis años después de ser "expulsado" del ejército asegura que la homofobia y la impunidad rigen el cuerpo militar. Ahora, quiere hacer política.
Alberto Linero en el Monasterio de los Jerónimos de Belém, en Lisboa. (Imagen cedida por Alberto Linero)

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Alberto Linero y su expareja fueron los primeros militares españoles en contraer matrimonio y lo hicieron, explica, vestidos con una copia de un uniforme de gala que encargaron confeccionar a un sastre porque en intendencia no les quisieron vender el original: "querían evitar la foto de dos gais besándose con vestido militar". No pudieron.

Tras la ceremonia, celebrada en 2006, los actos de discriminación por razón de su orientación sexual por parte de compañeros y superiores, fueron a más. La situación empeoró cuando Linero denunció haber sido víctima de acoso sexual por parte de su jefe inmediato y de un teniente coronel que ejercía de sacerdote. Lo denunció pero lo único que consiguió, afirma, es que no le renovaran el contrato.

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Diez años después del enlace y siete respecto de su salida del ejército, VICE News entrevista a Linero para que nos cuente cuál es el precio de romper el silencio y cuáles son las razones que hacen del cuerpo castrense "una de las instituciones más homófobas de nuestro país". "Los militares que reconocen su condición homosexual sufren una caza de brujas", sentencia. Por eso, añade, la mayoría callan.

El mayor problema, señala, es que "en la cúpula de las fuerzas armadas la ideología franquista aún está muy viva" y que "no existe ningún organismo independiente que pueda dar salida a las injusticias e ilegalidades que se cometen dentro del cuerpo". Los que deciden son tus superiores, señala, aunque sean ellos los que vulneran tus derechos.

VICE News: Fuiste el primer miembro del ejército español en contraer matrimonio y además te casaste con otro militar. ¿Qué consecuencias tuvo esta decisión en el ámbito personal y profesional?
Alberto Linero: Mi familia es muy conservadora y muchos son militares, así que después de casarme, algunos me dejaron de hablar. La familia se partió en dos. Con mis padres y mis hermanos no hubo problema. De hecho, mi hermana, que también era militar se casó con una mujer sólo dos meses después de mi boda. Pero, con mi tío y mis primos fue muy diferente, se enfadaron e incluso me pidieron que no utilizara el segundo apellido en el trabajo para no manchar el nombre de la familia. En lo profesional, también fue muy duro.

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¿Qué pasó?
Me discriminaban. Ten en cuenta que yo salí en la prensa y en la televisión, todo el mundo sabía quienes eran los militares que se habían casado. Me acuerdo de una vez, por ejemplo, que entré en la cantina y había algunos compañeros que, a mi paso, se pusieron a tirar plumas al suelo, y me dijeron 'mira, se te han caído', luego alguien me llamó maricón, los otros se rieron,… Siempre eran cosas de este tipo.

En este contexto, denunciaste haber sido acosado sexualmente…
Dos veces, una a manos del teniente coronel que era mi superior inmediato y otra a manos de otro militar de su mismo rango que ejercía de sacerdote. Lo denuncié todo, pero no sirvió de nada, incluso cuando lo llevé a la justicia ordinaria, el tribunal se desinhibió, y lo volvió a mandar el caso a la justicia militar, y allí, lo archivaron.

'La milicia no es lugar para maricas': así se vive la homosexualidad en el ejército español. Leer más aquí.

¿Qué clase de acosó sufriste?
En aquel entonces yo trabajaba como soldado en el departamento de gestión de personal civil de la base de Morón de la Frontera [Andalucía] y el sacerdote, lo llamábamos pater, un teniente coronel que estaba en otro departamento, siempre me venía a buscar para ir a tomar café. Entonces, me decía que si me iba a trabajar con él, bajo sus órdenes, las cosas me irían mucho mejor y, un día, empezó a manosearme, a tocarme la pierna como quien no quiere la cosa. Comenzó a insistirme en que nos viéramos, así que decidí tenderle una trampa, quería asegurarme de que estaba en lo cierto, de que se estaba aprovechando de la situación.

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'En el ejército hay muchos chicos y chicas sufriendo cada día, mucha gente que lleva una doble vida'.

¿Qué hiciste?
Le dije que podríamos vernos fuera, ir a una sauna [para gais] y charlar. Así fue, nos encontramos en la puerta y yo le dije que pasara mientras yo pagaba la entrada de los dos y cuando él entró, yo me fui. Luego, lo denuncié por acoso. Al cabo de nada, lo destinaron a otra base, pero mi denuncia, quedó archivada.

¿Y en el caso de tu superior?
Pensaba que éramos amigos. Él siempre me había tratado muy bien, me tuteaba, solía servirme un refresco cuando iba a su despacho, hablamos mucho sobre mis apariciones en la televisión a raíz de la repercusión que tuvo mi boda, y yo sentía que, por la buena relación que teníamos él podía echarme una mano cuando se trataba de denunciar injusticias, comportamientos discriminatorios… Hasta que un día, en medio de una de nuestras conversaciones, se bajo la bragueta. Yo le dije "¿pero que haces?" y él me contestó "¿no dices que te gustan los hombres?". Mi réplica no le gustó. Le dije que el hecho de que me gustaran los hombres no quería decir que me gustaran todos. Entonces, se sintió rechazado y me ordenó que me fuera. "Todos los actos tienen consecuencias", dijo.

¿Cuáles fueron?
Consiguió primero que me quedara sin destino y después que el Ministerio de Defensa no me hiciera un nuevo contrato. Lo primero debido a la baja que me obligaron a coger para someterme, sin justificación alguna, a pruebas físicas, neurológicas y psicológica que luego y pese al buen resultado obtenido, me hicieron repetir. Así pasaron seis meses, tiempo suficiente, de acuerdo con el reglamento, para quitarme el destino. Luego, este teniente coronel puntuó muy a la baja mi evaluación, la nota anual que se pone a todos los soldados. Así que cuando llegó el momento de mi renovación, Defensa consideró que era mejor no hacerlo, que no tenía suficiente buena calificación. Me echaron, me expulsaron.

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¿Crees que hay mucha más homofobia en el ejército que en otras instituciones o ámbitos sociales?
Sí, en el ejército hay muchos chicos y chicas sufriendo cada día, mucha gente que lleva una doble vida. Una realidad directamente relacionada con la herencia de los altos cargos. Hoy, en la cúpula de las fuerzas armadas, la ideología franquista aún está muy viva. Esta lleno de viejas glorias que adoctrinan a sus subordinados y que imponen su forma pensar. En el ejército, la mayoría de homosexuales no se atreven a hacerlo público, porque muchos de estos altos cargos lo interpretan como un síntoma de debilidad. Hay muchos militares homosexuales, unos cuatro de cada 10 lo son, pero la inmensa mayoría se lo calla y se callan porque ante un caso de discriminación no existe la justicia independiente.

¿Cuál es la mejor fórmula para conseguir la independencia judicial en las fuerzas armadas?
La creación, por ejemplo, de un organismo o estamento que se encargue de recoger las denuncias y demandas de los militares y que no dependa del ejército ayudaría. Así, se podrían derivar los casos a la justicia ordinaria y evitar que los juzgados y tribunales militares decidieran en función de los intereses de sus altos cargos. Piensa que en el ejército, una reunión de soldados para reclamar sus derechos es considerado como un acto de sedición, de vulneración del orden establecido.

Así es como el ejército español se deshace de sus soldados enfermos. Leer más aquí.

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¿Si volvieras atrás, harías lo mismo?
[Piensa durante unos largos segundos] Supongo que sí. Pienso que mi caso ha ayudado, reconocer públicamente mi condición sexual, las denuncias… Sí, creo que lo haría de nuevo.

¿También te reincorporarías al ejército?
No, no es lo que quiero. En los últimos años de mi carrera militar empecé a estudiar ciencias políticas y a eso es a lo que me gustaría dedicarme.

¿Seguir los pasos de otros militares como el ex Jemad Julio Rodríguez o la excomandante Zaida Cantera y empezar una carrera en la política?
De hecho, Podemos me propuso ir en sus listas en las pasadas elecciones al Congreso, pero me es muy difícil unirme a un partido sin que haya una discusión previa, sin tiempo para hablar del programa. Por eso les dije que no. Para mi no se trata de unas siglas, porque aunque soy militante del PSOE yo estuve en la lista del Partido Andalucista en las elecciones municipales de Utrera, sino del contenido. Me gustaría hacer política pero para un programa en el que creo y aportando lo que yo sé, no solo porque fui el primer militar gay en casarse.

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