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Millones de brasileños odian a sus políticos, pero aman a este 'juez anticorrupción'

En las masivas protestas contra el gobierno, los enemigos públicos suelen ser la presidenta Rousseff y los líderes oportunistas de la oposición. Pero no todos los políticos son repudiados: el juez Sergio Moro es querido entre los manifestantes.
Photo par Sebastiao Moreira/EPA
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A la profunda crisis política en Brasil — que verá una legislatura llena de supuestos políticos corruptos empujando a la presidenta Dilma Rousseff fuera del cargo — le faltan héroes, pero ya tiene su paladín.

En las protestas masivas antigobierno y anticorrupción que llevaron a millones a las calles el mes pasado, los inconformes llevaban carteles de Rousseff y abucheaban a los oportunistas políticos de la oposición que buscaban sacar provecho de la crisis.

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Pero en medio de todo el desdén público por la élite política de Brasil había destellos de un humor distinto: "En Moro confiamos" era uno de los lemas más populares.

La frase se refería a Sergio Moro, el joven y vigoroso juez federal convertido en un jugador clave en la crisis debido a su posición como líder de la investigación de corrupción más grande en la historia de Brasil.

Esa investigación, conocida como Lava Jato, u "Operación Lavado de Coches", ha ubicado casi 3 mil millones de dólares de procedencia dudosa en dos años y puesto el rostro del famoso juez en playeras y afiches.

Las pesquisas han convencido a los brasileños que el gobierno completo se tiene que ir. Esa protesta ha fusionado la operación Lava Jato con la campaña de juicio político contra la presidenta, acusando a Rousseff de liderar un gobierno de ladrones.

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Moro ha dicho que está conmovido por el apoyo público que ha recibido durante las protestas del último mes, en una declaración algo extraña. Normalmente, él huye de los medios, que — mientras agregan un halo de misterio a su figura — disparan acusaciones de que su cruzada en contra de políticos corruptos tiene una motivación política.

"Sergio Moro creó una nueva [dudosa] forma de investigación", dijo a corresponsales extranjeros Wadih Damous, congresista del Partido de los Trabajadores, al que pertenece la presidenta Rousseff. "Este oscuro juez, hoy una celebridad nacional, se presenta a sí mismo a la gente como alguien que limpiará la corrupción en Brasil".

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Moro lidera la investigación Lava Jato por casualidad, gracias a que la averiguación aterrizó hace dos años en su tribunal en su estado natal de Paraná, en el sur de Brasil.

Todo empezó cuando un informante reveló una supuesta jugarreta de soborno que involucraba a la empresa petrolera Petrobras, en el momento en que Rousseff era su presidenta. Desde ahí, la investigación se ha expandido porque Moro ha perseguido activamente a sospechosos dentro de la élite política, usando acuerdos para asegurar testimonios y afianzarlos después.

Hoy Moro lidera una fuerza de trabajo de doce fiscales, quienes han implicado a muchos políticos tradicionales, incluyendo al vocero del Congreso, Eduardo Cunha, y el líder del Senado, Delcidio do Amaral. El expresidente Lula da Silva también ha sido involucrado debido a una propiedad asociada a una compañía dentro de la investigación Lava Jato.

'Moro se ha convertido en esperanza para el pueblo'.

En este tiempo, muchos han intentado y fallado en encontrar la historia detrás del hombre que hace la investigación más importante de los últimos años.

No es un secreto que Moro esté casado y tenga dos hijos, y que su esposa es abogada, pero ese es lo más que se sabe sobre su vida privada. Mientras tanto, reporteros que han tratado de investigar su pasado son desalentados por la familia y amigos del juez, quienes se rehusan a contestar incluso preguntas banales.

"Él realmente se las ha ingeniado para crear una cortina, una barrera, para sí mismo. Su familia simplemente se rehúsa a hablar. Es como si fuera un candidato", dijo Renan Antunes de Olveria, quien estuvo más de dos meses tratando de escribir su perfil para el periodico Diario do Centro do Mundo. "No dar entrevistas esconde lo que realmente piensas. No me sorprenderá cuando se postule como candidato".

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Moro creció en Maringa, una ciudad conocida por estar bien organizada, ser segura y estar llena de inmigrantes europeos. Es usualmente descrita como una "isla de excelencia".

"Siempre fue muy estudioso, muy discreto, muy tímido", dijo Anderson Furlan, un juez federal que estudió con Moro en la Universidad Estatal de Maringá. "Nunca fue de los que se quedaban en el salón para hablar, nunca fue un líder, nunca fue un mujeriego, nunca tuvo escándalos. Muy poca gente se acercó realmente a él".

Furlan dijo que Moro modeló su solemne comportamiento como un ejemplo impuesto por su fallecido padre, Dalton Moro, un profesor de geografia y descendiente de inmigrantes italianos.

"No sé ni siquiera por quien votó Sergio", dijo Furlan, insistiendo que la vocación de Moro siempre ha sido ser juez, no político. "Cuando le pregunté por cuál miembro del Congreso votó, me dijo que no lo podía revelar, que el voto era secreto".

Una vez que Moro se volvió juez, se empezó a especializar en crimen financiero. Él estudió la operación Manos Limpias sobre la mafia italiana en la década de los 90 y escribió un artículo que declaraba que las investigaciones judiciales son formas efectivas de combatir la corrupción sólo cuando se tiene apoyo público.

'En Moro confiamos'.

Después, ganó la reputación de perseguir lavadores de dinero cuando encabezó una investigación de evasión de impuestos en contra del conocido banco Banestado a finales de la última década del siglo XX. En ese momento, se dijo que era la investigación de lavado de dinero más grande en Brasil, encontrando 1.5 millones de transacciones financieras ilegales hechas por el banco en Paraná.

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Moro fue reclutado más tarde por la ministra de la Suprema Corte, Rosa Weber, en 2012, para participar en el último gran escándalo de corrupción en Brasil: el Mensalao. La compra de votos tiró a muchos políticos de altos rangos, incluyendo al jefe del equipo de Lula, porque encontró que el Partido de los Trabajadores pagó a diputados para que apoyaran las iniciativas del gobierno.

Ahora, desde que se convirtió en una celebridad gracias al caso Lava Jato, muchos de los admiradores de Moro esperan que se postule como presidente. Sus críticos alegan que esa ha sido su intención desde siempre y su persona pública cuidadosamente construida es parte del plan.

La sospecha de las motivaciones políticas detrás de Lava Jato se intensificaron después de que se publicaran conversaciones telefónicas entre Lula y Rousseff. Las conversaciones señalaban que Rousseff quería apuntar a Lula como jefe de su equipo con la intención de bloquear las investigaciones de supuesta corrupción.

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Pero si Moro está planeando saltar de los juzgados a la política, o no, es ahora más que un juez.

"Las personas latinoamericanas son muy emocionales. Solemos personificar muchas cosas", dijo el juez Marcos Josegrei da Silva, un juez federal en el distrito vecino a Moro. "Moro se ha convertido en esperanza para el pueblo".

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