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Estado Islámico

¿Qué lleva a una mujer a sumarse al yihadismo?

Un nuevo informe identifica a 25 mujeres estadounidenses que se han incorporado a distintas organizaciones yihadistas.
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Shannon Conley ya estaba lista para viajar rumbo a Siria. Tenía un billete para volar en el vuelo 8879 de United Airlines de Denver a Frankfurt. De allí planeaba desplazarse a Adana, Turquía, en la tarde del 10 de abril de 2014. Una vez en Turquía, su plan era cruzar rumbo a Siria, para reunirse con el pretendiente al que había conocido online.

Él era combatiente de Estado Islámico. Y Shannon planeaba combatir a su lado.

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Para entonces, el FBI ya la estaba investigando: Conley es una joven nacida en Colorado, de 19 años convertida al Islam. El FBI la descubrió por primera vez en 2013, cuando la joven merodeaba las inmediaciones de la Faith Bible Chapel, una iglesia cercana a su residencia en Arvada. Conley había estado tomando notas, había trazado planos de las instalaciones, y había hablado con el personal del lugar sobre extremismo islámico.

Durante los siguientes cinco meses, el FBI se reunió con Conley varias veces para discutir los motivos de su imparable radicalización, y sus deseos de sumarse a la Guerra Santa en el extranjero.

Finalmente, Shannon fue interceptada y detenida el día en que intentaba abandonar Denver. Fue juzgada y condenada a cuatro años de cárcel, además de otros tres en libertad vigilada. ¿Su delito? Conspiración y apoyo a una organización terrorista.

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Claro que Conley no está sola. Uno de cada siete de los 250 estadounidenses que han intentado viajar rumbo a Siria desde que estallara la devastadora guerra civil en 2011 son mujeres. Así lo ha concluido un informe de la think tank estadounidense New America.

El documento estima que hasta el día de hoy ya son 4.000 los occidentales que han viajado rumbo al territorio controlado por los combatientes yihadistas desde el principio del conflicto sirio. De entre ellos, más de 550 serían mujeres, tal y como informa el Instituto para el Diálogo Estratégico.

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Ahora, un nuevo informe publicado el jueves por el programa de la universidad George Washington en extremismo identifica a 25 mujeres estadounidenses que han conspirado, apoyado o viajado hasta la zona con fines terroristas. Todas tienen distintos perfiles y procedencias, y sus edades oscilan entre los 15 y los 44 años. No se las puede explicar a la luz de un único argumento.

"Nuestra valoración occidental de lo que significa ser una mujer es diametralmente opuesta a la noción de la mujer en el yihadismo", explica Audrey Alexander, investigadora del Programa en Extremismo, y autora del informe. "Necesitamos comprender mucho mejor a todas estas chicas. A las reclutadoras, a las facilitadoras y a las mártires".

Según indican los archivos judiciales, Conley se habría mostrado abierta con su radicalización. Es algo que discutió sin tapujos tanto con el agente especial del FBI Karim Khomssi, como con sus padres. El FBI ha expresado que Conley habría hablado de hasta qué punto "el yihadismo es la única respuesta para corregir los atropellos infligidos contra el pueblo musulmán".

Después de que Conley conociera a su pretendiente online, un yihadista tunecino de 32 años, buscó el permiso y la bendición de su padre para casarse con él, y sumarse a la lucha armada en Siria.

Sin embargo, no todas las mujeres incluidas en el informe de Alexander se mostraron tan abiertas. En octubre de 2014, otras tres chicas, también procedentes de Colorado, fueron detenidas en el aeropuerto de Frankfurt, durante la escala previa a su vuelo a Turquía, desde donde, al igual que Conley, planeaban cruzar rumbo a Siria. Se trata de dos hermanas y una amiga de ellas, de 15, 16 y 17 años.

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Las adolescentes les contaron a sus familias que estaban enfermas, no asistieron a clase y pusieron rumbo al aeropuerto, donde embarcaron hacia Alemania. En los meses anteriores las jóvenes habrían intercambiado cerca de 9.000 mensajes con los reclutadores yihadistas.

Los padres de las chicas denunciaron la fuga a las autoridades y las jóvenes fueron detenidas en Alemania, embarcadas de nuevo rumbo a Estados Unidos y devueltas a sus familias. A diferencia de Conley, se entendió que las tres chicas habían sido víctimas de los depredadores yihadistas que operan online. Comoquiera que eran menores, se libraron de que se presentaran cargos en su contra.

La investigación de Alexander descubre los infinitos roles que las mujeres han jugado en todos estos movimientos — desde conspiradoras, a partidarias, pasando por las mujeres que deciden viajar, o las que prefieren quedarse y convertirse en lobas solitarias.

Asia Siddiqui y Noelle Velentzas, amigas de Queens, de Nueva York, fueron detenidas en 2015 por como presuntas diseñadoras de material explosivo. Las jóvenes habrían estado investigando libros de química para poner en práctica los consejos para fabricar artefactos explosivos online de Al-Qaeda.

Su intención era construir tanques de propano, que terminarían siendo descubiertos a medio hacer en sus residencias. Según han contado fuente del FBI, Velentzas no entendía por qué nadie viaja al extranjero para unirse al yihadismo, cuando existen oportunidades para satisfacer los dictados de Alá en Estados Unidos. Ambas mujeres están siendo juzgadas actualmente.

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Nicole Lynn Mansfield tenía 33 años y era de Flint, Michigan. La joven viajó a Siria en 2013, donde se cree que se puso a trabajar como coordinadora mediática de distintos grupos rebeldes islamistas.

Ella fue la primera estadounidense que murió en el salvaje conflicto de Oriente Medio. Las circunstancias de su muerte no han sido esclarecidas, pero todo apunta a que fue abatida por las fuerzas de Assad después de que les arrojara una granada.

Claro que otras mujeres adscritas a la causa yihadista han preferido ejercer su dedicación en la sombra — ya sea trabajando en el aparato logística o financiero del yihadismo. Para ellas, las condenas han sido igual de severas.

Heather Elizabeth Coffman fue sentenciada a 54 meses en prisión en mayo de 2015 por su papel como facilitadora online. Se dedicó a ofrecer información para viajar a Siria a los simpatizantes de Estado Islámico que buscaban consejo en la red.

"Sabemos que hay hombres que se unen a los combatientes yihadistas", explica Naureen Fink, una consejera en cuestiones de género en el Consejo Ejecutivo Antiterrorista de Naciones Unidas. "Sin embargo, no sabemos cuántos de esos hombres habrían sido reclutados por mujeres".

Actualmente no existe ningún programa antiterrorista diseñado especialmente para mujeres. Tanto Alexander como Fink, en cualquier caso, desean que exista una investigación de las políticas antiterroristas que valore y sopese mucho más el papel del género en toda la problemática.

"Hay que tomarse esta diversidad seriamente", explica Alexander. "En el caso de Conley sus intervenciones estuvieron manejadas por un musulmán adulto. Hay que encontrar soluciones para identificar las vulnerabilidades de cada caso, y desentrañar por qué chicas tan jóvenes se plantean renunciar a todo lo que han conocido para sumarse a una lucha que puede terminar con sus vidas", concluye.

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