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Las mujeres amazónicas imparten las ceremonias de ayahuasca por primera vez

Pese al enfado de algunos ancianos retrógrados, en la selva del Amazonas empiezan a comprender que la igualdad de géneros será una de las claves para mejorar y fortalecer las ceremonias de ayahuasca del futuro.
Hojas de Ayahuasca. Imagen por Wikipedia

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Es una templada tarde noche en el Amazonas y Waxy Yawanawa lidera a 100 personas a través de una ceremonia proscrita desde la noche de los tiempos. Lleva la mitad del rostro surcada por pintura roja brillante. La tintura le cubre la nariz y la boca.

Su demoledora voz agita las copas de los árboles mientras ella declama los cánticos en compañía del druida, el médico de la tribu, un hombre de 110 años. Waxy sirve una poderos infusión de ayahuasca.

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La ayahuasca es un cactus cuya pulpa se disuelve en infusiones con aspecto de té. Las tradiciones ancestrales consideran que la planta confiere línea directa con Dios. Muchas tribus amazónicas y otras muchas repartidos por distintos enclaves de la geografía latinoamericana la consumen desde hace siglos.

Los Yawanawa son una tribu de 1.400 personas que viven cerca de la frontera entre Brasil y Perú. Sus miembros solo empezaron a relacionarse normalmente con otros brasileños hace solo dos generaciones, cuando los campesinos que trabajan el caucho se incursionaron en el norte en busca de tierra que cultivar gratuitamente.

El canadiense que mató a un británico en un retiro espiritual de ayahuasca da su versión en TV. Leer más aquí.

Sobrevivieron durante siglos trabajando en plantaciones y cuando el precio del caucho se desplomó a mitad del siglo XX empezaron a comercializar el achiote, una fruto picante cuyas semillas producen el tinte rojo que se emplea para fabricar pintalabios, sombras de ojos y bronceadores.

La ayahuasca siempre ha sido una parte fundamental de la prácticas espirituales de los Yawanawa. Durante siglos sus líderes lo sintetizaban en infusiones y empleaban las visiones que les conferían para responder preguntas de toda índole: desde políticas hasta relacionadas con enfermedades.

En las ceremonias, el chamán o el líder espiritual, se bebe el té y deposita su mano sobre la frente de otros miembros de la aldea, transmitiendo los mensajes que recibe de Dios a través de alucinaciones. Si bien se creía que el tabaco y la pimienta también tenían poderes místicos, se cree que la ayahuasca tiene el poder proverbial de transportar a la gente a otro mundo.

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Waxy Yamanawa lidera una ceremonia de ayahuasca con Tutu Yawanawa. Todas las imágenes por Maria Lopes.

Hace diez años a Waxy no se le hubiera permitido liderar la ceremonia. Ni siquiera hubiese podido estar cerca del ritual. A las mujeres se las consideraba tradicionalmente demasiado frágiles para liderar las ceremonias, y se les pedía que eludieran el contacto con los líderes espirituales.

Waxy y sus colaboradoras trabajan para cambiar esas caducadas percepciones —ellas son las pioneras de un movimiento que promueve la implicación de las mujeres en las ceremonias espirituales, que se ha extendido por todo el Amazonas.

Al principio los hombres Yawanawa se reían de la campaña de las mujeres. A fin de cuentas, según creían ellos, convertirse en chamán exige demostrar un compromiso y una disciplina que solo está al alcance de unos pocos hombres.

Los hombres que eligen ser chamanes tienen que abstenerse de practicar sexo, de comer carne, azúcar y pescado, además de pasar un año viviendo aislados antes de ser proclamados como tales.

Así que después de meses de súplicas, el médico de la tribu, Tutu, permitió a las mujeres asistir a la celebración. Solo entonces los hombres Yamanawa entendieron que habían subestimado a sus mujeres.

"Si el chamán nos dice que tomemos una bebida al día, nosotras nos tomamos tres. Si nos dice que no veamos a nuestras familias, nosotras nos alejamos de absolutamente todo el mundo", cuenta Julia Yawanawa de 35 años, quien, juntamente con su hermana Waxy ha dirigido el movimiento para incluir a las mujeres en las ceremonias.

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"Hicimos lo que nos pidieron y fuimos más allá para demostrarles que somos más fuertes de lo que ellos se imaginan", relata.

En 2006 los Yawnawa se convirtieron en la primera tribu en consagrarse a una chamán femenina. Las tribus vecinas, como los Katukina o los Ashaninka no tardarían en sumarse.

"Si el chamán nos decía que nos bebiéramos una dosis, nosotras nos bebíamos tres".

El hecho de elevar a la mujer hasta el reino de lo espiritual, no tardaría en afectar a otras esferas de la existencia. Las alucinaciones que experimentan las mujeres que beben ayahuasca les inspiran a menudo cánticos tribales que son más rítmicos, a hacer artesanías más elaboradas.

Ellas han mejorado accesorios como las pipas de tabaco, una parte integral de muchos rituales espirituales para los Yawanawa. Los chamanes las emplean para desintoxicar el cuerpo de energías extranjeras.

Hoy, Julia y el resto de mujeres Yawanawa luchan porque mujeres de otras tribus obtengan los mismos derechos

"Queremos que descubran que ellas también pueden ser mujeres, madres y parejas, además de líderes espirituales. Queremos transmitirles que el poder espiritual no tiene género, ni raza ni es exclusivo de ninguna tribu", señala.

Julia Yawanawa se prepara para hablar a distintos líderes sobre expandir el rol de la mujer en las prácticas espirituales.

Este proceso exige convencer a los hombres, quienes preservan las mismas tradiciones desde hace siglos, de que las mujeres tienen el mismo derecho a reivindicar ese conocimiento, y de que pueden ayudar a sostener los rituales de las generaciones del futuro.

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El argumento a favor de la igualdad es difícil de asimilar para los chamanes más veteranos. De hecho, muchos ya han denunciado que las ceremonias dirigidas por mujeres son ilegítimas.

"Las mujeres no pueden soportar el poder de la medicina. Las mujeres que intentan usar el té no siguen nuestra tradición. Solo están creando limitaciones para nuestro ritual y no conocen la manera de interpretar los rituales adecuadamente", opina Gilberto Kaxi Nava, uno de los responsables de dirigir las ceremonias en la tribu Huni Kuni.

Las tribus aborígenes aisladas mueren después de haber sido contactadas. Leer más aquí.

Pese a las voces en contra, Julia y Waxy estaban decididas a ofrecer a todas las mujeres que participaran en una de sus ceremonias. Fue entonces cuando decidieron celebrar un ritual que celebrara el poder femenino, y cuando invitaron a las mujeres de todas las tribus a probar el té por sí mismas.

"Los hombres que están en contra siguen creyendo que debería de existir alguna herramienta de control sobre las mujeres", cuenta Tatiana Márquez, de 31 años que pertenece a la tribu de los guaraníes, del este del Brasil, y que ha participado en una de las ceremonias de transferencia del poder para la mujer organizada por las hermanas Yawamana.

"Claro que sucede que son los hombres quienes no conocen la fortaleza de la medicina ni las capacidades de la mujer para descubrir sus propios poderes a través de las infusiones".

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