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VICE World News

Musulmanes homosexuales descubren un auténtico santuario en una mezquita de Sudáfrica

VICE News visita la Mezquita de la Gente en Sudáfrica, donde los homosexuales musulmanes que viven en un clima hostil, han aprendido a reconciliarse con su identidad sexual y con su fe religiosa.
Imagen por Salym Fayad

La mezquita gay de Sudáfrica es una pequeña habitación con ventanas cubiertas por cortinas venecianas, una moqueta verdosa y una alquibla que apunta a la Meca. En la pared se puede leer el famoso verso del Corán: "No hay más Dios que Alá". Los viernes, más de una docena de hombres y de mujeres homosexuales visitan el lugar de culto, dirigido por el único imán gay y abiertamente declarado del país, Muhsin Hendricks.

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La homosexualidad no es un pecado. No hace falta que cambies tu manera de andar ni tu manera de hablar para eludir las miradas condenatorias. Dios te acepta tal y como eres. Incluso puedes aspirar a un matrimonio bendecido. Aquí es posible ser gay. Y musulmán.

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Comparado con muchos países de África, donde el sexo homosexual está considerado como un delito y puede llegar a ser castigado con la pena de muerte, Sudáfrica es el último bastión del liberalismo. Fue el primer país del mundo que ilegalizó la discriminación basada en la orientación sexual en su Constitución. Y es el quinto país del mundo — y el primero de África — en legalizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Pero la realidad a pie de calle es distinta. Los gays, las lesbianas y los transexuales se enfrentan a "violaciones correctivas", a la discriminación y a la violencia, cada día, según cuentan los activistas. "Si pudieran, te decapitarían. Simplemente no lo hacen porque irían a la cárcel", dice Taj Hargey, un activista en contra de la intolerancia islámica. Fue él quien abrió la Mezquita Abierta y quien dio la bienvenida a creyentes de todas las razas, géneros y sexualidades en Ciudad del Cabo, el año pasado.

Su mezquita ha sido asaltada en varias ocasiones. Pero justo al final de la calle donde los musulmanes repudiados por su comunidad, pueden ir a rezar. A diferencia del lugar de culto de Hargey, la Mezquita de la Gente, comandada por Hendricks, se describe a sí misma explícitamente como un lugar gay de culto. Y se lo ha montado para mantenerse lejos de la atención pública.

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El imán Muhsin Hendricks dirige la organización de apoyo a los gays musulmanes The Inner Circle, además de la Mezquita de la Gente. Imagen por Salym Fayad.

Hendricks ha sido un pionero en la lucha por los derechos de los homosexuales musulmanes de Sudáfrica a lo largo de los últimos 18 años. Fue una "vocación" basada en su propia experiencia y en su incapacidad para reconciliarse, admite. Hijo de un imán, siempre había querido ser un clérigo, pero siendo un niño, estaba convencido de que iría al infierno. No podía entender cómo un Dios de la compasión le castigaba por algo que no había podido elegir.

Cuando tenía 21 años se mudó a una escuela salafí en Pakistán, donde se enamoró de uno de los estudiantes. Sin embargo, se casó con una mujer y tuvo tres hijos, convencido de que eso le cambiaría. El ayuno tampoco le ayudó. Salió del armario a los 29.

"Pensaba que era el único que tenía ese problema… Pero veía a mucha gente como yo a quienes les faltaban las herramientas porque no habían estudiado el Islam. Así es como empecé a ayudarles", recuerda Hendricks, sentado sobre la moqueta de la mezquita, enfundado en una bata blanca y luciendo un chal beige.

'Es un lugar seguro. Aquí, simplemente, no juzgamos a la gente'.

En 1996 formó un grupo de apoyo y una plataforma de activismo llamada Inner Circle (Círculo Íntimo) cuyo objetivo era: "integrar los derechos del Islam con los Derechos Humanos", que estuviera desprovista de cualquier forma de discriminación. Lo siguiente fue abrir la Mezquita de la Gente en su casa, en 2011, porque existía una demanda para ello.

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"Es un lugar seguro. Cuando te sientas en una mezquita convencional, lo haces porque te anima y para conectar con Dios, pero el imán te está diciendo que algo dentro de ti está mal", explicó a VICE News. "Aquí, simplemente, no juzgamos a la gente. Debería de ser un sitio donde uno también pudiera cuestionar el Islam; eso es lo que creo que debería de hacer una mezquita".

Hendricks ha estudiado durante años los versos del Corán, en especial los que hablan de Sodoma y Gomorra y han sido empleados para condenar la homosexualidad.

"En Sodoma y Gomorra hay una serie de atrocidades y solo de una de ellas es de naturaleza sexual", afirma Hendricks. "Se abordan el asalto y la violación cuando las víctimas son humanas y los actos sexuales que constituyen una violación del derecho a la integridad de una persona. [Sin embargo] no se refiere a la orientación sexual. El Corán no dice nada al respecto".

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El padre de Ziyaa Follentine desheredó a su hijo cuando este asumió su sexualidad a los 16 años de edad. Imagen por Sayim Fayad.

Ziyaad Follentine, de 27 años, se prepara para las oraciones del viernes. Se ha maquillado ligeramente, aunque deberá de quitárselo en el lavabo antes de entrar a la mezquita.

Es una mañana soleada y perezosa en Wetton, un suburbio sureño de Ciudad del Cabo. Lejos de la montaña de la Mesa y de las ciudades más seguras de la ciudad, miles de casas de una sola planta se extienden rumbo a Mitchells Plain, uno de los municipios más grandes del extrarradio.

La frontera de Wetton con el suburbio de Hanover Park, donde bandas como los Americans, los Mongrels, los Sexy Boys y los Hard Living libran una batalla diaria por el control del territorio y del tráfico de drogas. Sin embargo, la madre de Ziyaad trabaja en una ONG, de manera que su residencia de clase media está bien protegida.

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'Solía llorar, me preguntaba porqué un Dios del amor y de la misericordia había decidido castigar a un niño tan pequeño'.

Prepara algo de té en una cocina que luce orquídeas frescas y plancha sus albornoces en el dormitorio de su madre. Junto al ropero, hay colgados una docena de zapatos de tacón, zapatos que Ziyaad se ha puesto cada día desde que tenía cinco años.

Siempre fue un chico femenino, recuerda. Recita los versos del Corán con una voz suave y melódica, pero Ziyaad es un hombre duro. Su novio era un mafioso. Ahora está en prisión por asesinato.

Ziyaad fue drogadicto durante casi cuatro años. Fumaba "tic", una versión degradada de la metanfetamina muy popular en las zonas marginales de Ciudad del Cabo. Ziyaad era incapaz de reconciliar su fe con su orientación sexual. Su vida no era fácil.

"Soy el hermano mayor y mi padre quería que fuese su heredero. Quería que jugara al fútbol, me pegaba cuando me veía caminar de según qué manera y tenía que esconderme si quería hacer nada que tuviera que ver con las mujeres", relató Ziyaad a VICE News. "Cuando salí del armario a los 16 años, me desheredó. Me dejó de hablar y me ignoraba cuando se cruzaba conmigo por la calle. Solo me pude reconciliar con él en su lecho de muerte. No fue hasta entonces, con 21 años, que pude empezar a vivir mi vida. Antes iba siempre con pies de plomo para que nadie fuese a mi padre y le dijera que soy abiertamente homosexual".

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'Es increíble tener a gente como tú, rezando contigo y dirigiéndose a Dios contigo'.

Estudiar en un instituto islámico tampoco fue fácil. Sus amigos se burlaban de él todo el rato. "Yo era un niño religioso" dijo. "Solía leer los versos del Corán en que Alá habla de Sodoma y Gomorra, los mismos versos que los imanes empleaban para condenar la homosexualidad. Y lloraba, me preguntaba porqué un Dios del amor y de la misericordia había decidido condenar a un niño tan pequeño. Estaba deprimido y no estaba satisfecho con las respuestas que me daban los imanes: me decían que rezara y que le pidiera a Alá que me cambiara.

"Me di cuenta de que tenía que aceptarme tal y como soy. Acudí a una terapia de grupo para homosexuales, pero no podían ayudarme en lo relativo a mi religión. El Islam es muy conservador. Está todo dirigido a la figura masculina. Todas las oraciones te dicen que necesitas casarte y tener hijos para fortalecer la religión. Pero cuando sales del armario… ¿Cómo se supone que tienes que convivir con todas expectativas? Fue entonces cuando conocí al Imán Hendricks y me dijo que no estaba prohibido ser gay y musulmán".

Durante el último año, Ziyaad ha estado acudiendo a la mezquita gay y ayudando a otros hombres homosexuales en seminarios en los que aprenden "la historia de la homosexualidad", que les puede ayudar a reconciliarse con su sexualidad. Hoy, de camino a la mezquita, luce su largo albornoz negro, gafas de sol oscuras y una gran bolsa de mano sobre su hombro. "Es increíble tener a gente como tú, rezando contigo y dirigiéndose a Dios contigo", aseguró.

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La congregación de Hendrick dice haber encontrado amor y aceptación en la Mezquita de la Gente. Imagen de Salym Fayad.

La ceremonia del viernes en la mezquita de la gente es la misma que en cualquier otra mezquita del mundo. Hendricks dirige las oraciones e imparte su sermón. Hoy habla del Corán como libro sagrado; pero se trata de algo más que de un mero objeto físico: es algo que vive entre sus páginas, dice Hendricks, criticando a aquellos que se escandalizan cuando un libro es quemado.

Un hombre que atiende a las oraciones comparte una historia. La semana pasada estuvo en un evento en que académicos musulmanes hablaban sobre racismo y tolerancia. "¿Por qué hablan de tolerancia cuando después se pasan todo el tiempo sembrando el odio y la división en sus mezquitas?", se pregunta.

Las mujeres y los hombres rezan juntos, en la misma fila. Entonan la Súplica juntos. Le piden a Dios que les ayude, que les perdone, pero sin volver ya nunca a considerar su orientación sexual. Finalizadas las oraciones, se incorporan y se abrazan los unos a los otros. No se trata de un acto homosexual. "También lo hacen en otras mezquitas", dice un hombre casi como si se estuviera justificando.

La Mezquita de la Gente acoge a todos los musulmanes, sin perjuicio de su sexualidad. Imagen por Salym Fayad.

Sigue a Jaime Velazquez en Twitter: @jvelazquez_