Nestora, la autodefensa mexicana que vuelve a desafiar a los narcos

No era un día común en esta prisión mexicana. Desde temprano decenas de personas habían llegado con flores, dibujos y carteles. Esperaban pacientes en la salida. La alegría en el rostro de la gente seguramente contrastaba con el dolor que refleja el semblante de los que se encuentran tras esos muros.

Pero hoy era un día de fiesta. Desde la noche anterior se había confirmado la excarcelación de una mujer convertida en símbolo de lucha en su natal Guerrero. Querida por muchos, criticada por otros.

Pasaban los minutos. Hombres, mujeres, niños, y medios de comunicación permanecían expectantes. De pronto, una mujer bajita, de complexión robusta y maquillada salió, levantó un rifle y sonrió a las cámaras. Era Nestora Salgado.

El arma de imitación fue mostrada como un símbolo de lucha de las autodefensas en contra los cárteles del narcotráfico que operan en Guerrero, el estado más pobre de México, y uno de los que tiene más grupos criminales disputándose el territorio.

Por fin había sido liberada después de dos años y medio de permanecer en prisión por estar acusada de secuestro. Vestida con el uniforme verde olivo que usan las autodefensas que representa, la comandanta Nestora Salgado abrazó a cada uno de sus compañeros que celebraban su liberación.

Su familia también la acompañaba, las risas revelaban el ambiente festivo que rodeaba la prisión. Los elementos de las autodefensas, también uniformados, la escoltaron hasta la salida del penal de Tepepan, en el sur de la Ciudad de México.

Se anunció una rueda de prensa horas después de su liberación. Los asistentes recorrieron media ciudad para llegar y poder escuchar a Nestora.

Los fotoperiodistas buscaban el mejor ángulo para sus fotos y los reporteros intentaban hacerse espacio para poder sentarse y tomar nota.

También estaban presentes organizaciones sociales de México, como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra que se opuso a la construcción de un aeropuerto en San Salvador Atenco — poblado ubicado a una hora de la Ciudad de México— y los padres de familia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos.

"¡El pueblo unido jamás será vencido! ¡Nestora ejemplo de dignidad!", exclamaban las personas que acudieron, varios líderes sociales, académicos y defensores de derechos humanos.

Primero su familia habló con la voz entrecortada de lo difícil que fue el camino para obtener su liberación y luego Nestora tomó el micrófono y agradeció a toda la gente alrededor del mundo que la apoyó.

"Estuve más de 20 meses aislada dentro de la prisión, pero no me voy a detener hasta lograr la libertad de los más de 500 presos políticos que hay en México. Sí, tengo miedo, pero quiero morir luchando", dijo con voz firme.

Resguardada por al menos 20 autodefensas que se encontraban detrás de ella, dijo que no le interesa obtener un puesto político, sino liberar a su gente y brindarles seguridad en una región tan violenta.

También dijo: "muchos no saben cómo es la vida en las comunidades indígenas mexicanas donde prevalece la pobreza e inseguridad. Por eso decidí luchar, por la sensibilidad que me causa ver a mi pueblo en esa situación, por ver a los niños de mi comunidad siendo abusados por los delincuentes".

Salgado ganó notoriedad internacional en 2012, cuando reunió y comenzó a organizar a los habitantes del pequeño pueblo mexicano de Olinalá —ubicado en las montañas — para expulsar a los narcos locales.

Ella se convirtió en una de las caras más visibles del movimiento de las autodefensas ciudadanas, que surgió ese mismo año en todo el estado en respuesta a la incapacidad de las autoridades para contener la extrema violencia de las bandas de narcotraficantes. Algunos, sin embargo, afirmaron que sus nuevos poderes iban demasiado lejos, y la acusaron de secuestro por retener a sospechosos de colaborar con el crimen organizado. Fue detenida por el ejército en agosto de 2013 y llevada a una cárcel de máxima seguridad en Nayarit.

Salgado, su familia y sus abogados, afirmaron que se encontraba retenida ilegalmente y no estaba recibiendo un juicio justo. Por lo cual, se formó un movimiento para liberarla, apoyado por una campaña internacional de solidaridad.

Un informe de 2015 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos condenó las condiciones en que se estaba encarcelada. Hace unas semanas, el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de la ONU afirmó que ella era una víctima de detención arbitraria y debía ser liberada.

Un tribunal mexicano rechazó los cargos de secuestro originales a principios de este mes y dictaminó que Salgado fuera liberada de inmediato, pero tres nuevas órdenes de detención la mantuvieron tras las rejas hasta el día de hoy.

Nestora no fue la única que habló en la conferencia. También otras mujeres cuyos maridos están presos por pertenecer al grupo de Salgado expresaron su regocijo por la libertad de la comandanta, pero a su vez señalaron que sólo es un paso en la lucha por la excarcelación de sus parejas y por mejorar la situación de seguridad en Guerrero.

Una de ellas dijo: "esta playera y esta gorras que traigo puestas, son sagradas para mi, porque representan a nuestro pueblo", refiriéndose al uniforme de las autodefensas. "Han tratado de intimidarnos, incluso quemaron mi casa, pero no vamos a ceder. ¿Acaso yo no tengo derechos, como los que tiene los ricos, por ser indígena?"

Las lágrimas casi brotan de los ojos de Nestora cuando su hija habló. "Es un gusto que mi mamá esté aquí, pero los casi tres años que le quitaron nadie se los va a reponer".

El marido de Salgado dijo a VICE News la semana pasada desde su casa en Seattle, que su mujer tiene problemas de salud, debido a un accidente de tránsito que sufrió, el cual que empeoró durante su encarcelamiento. Por ello, dijo que espera que regrese a los Estados Unidos, a donde emigró en los años 90.

No obstante, Nestora dijo en la conferencia de prensa que sí irá a Estados Unidos pero sólo para atender problemas de salud, después regresara para seguir luchando por su pueblo.

Finalmente comentó: "no soy rica, lo único que le puedo dar a mi pueblo es mi corazón".

"¡A sus órdenes, comandanta!", expresaron al unísono sus elementos con la mano izquierda en la sien.

Nathaniel Janowitz contribuyó en este reportaje.

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