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Nueva insurgencia agrícola: campesinos mexicanos se levantan contra transnacionales

La reactivación del movimiento recibió esta semana un gran impulso, gracias a un reporte donde se expuso que se han cometido más de 200 violaciones a sus derechos; además, desde hace dos años no se ha respetado el incremento a sus salarios.
Imagen vía cuartoscuro.com

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El ácido de las fresas que recolecta le deja las manos ardiendo y manchadas de rojo. Su piel áspera delata los surcos andados en la pisca del fruto en el valle agrícola en San Quintín, localizado al norte de México.

Ulises Perea —piel color cobre y cuerpo firme— tiene ahora 16 años, y desde los 10 se levanta a las seis de la mañana, se viste con un suéter de lana, una chamarra rompevientos y un paliacate que lo protege del polvo, el sol y los pesticidas.

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El joven jornalero, nacido en Oaxaca, nunca había faltado a trabajar, hasta este fin de semana, cuando se unió a la reactivación del movimiento agrícola más grande de la última década en México: el conflicto agrario de un pequeño pueblo llamado San Quintín, donde apenas viven 100.000 personas.

En esta zona agrícola hay más de 250.000 hectáreas sembradas y trabajan 80.000 jornaleros que llegaron de las zonas serranas más pobres del país. Piscan, como Ulises, fresas y otros frutos rojos que son exportados y distribuidos en miles de establecimientos de Estados Unidos.

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El movimiento de San Quintín, se convirtió en el levantamiento más importante de la última década en el campo mexicano, porque en 2015, cuando los jornaleros abandonaron en masa sus trabajos, se perdieron las cosechas y con ello las compañías transnacionales dejaron de percibir ingresos millonarios.

Y es que de cada 100 cajas de fresas que México exportaba a Estados Unidos, el 99 por ciento eran producidas en este valle de pequeñas calles de tierra, de casas improvisadas con tablas y recubiertas con cartón.

El joven Ulises Perea, jornalero de San Quntín. (Imagen vía Luis Alonso Pérez/VICE News).

La reactivación del movimiento por los derechos de los trabajadores del campo mexicano, recibió esta semana un gran impulso, gracias al reporte que publicó la Comisión Nacional de Derechos Humanos en México (CNDH).

En un documento de 225 páginas, se reconoce que desde que inició el movimiento se han registrado al menos 200 agresiones contra adultos jornaleros; 50 violaciones a los derechos de los niños y 47 denuncias laborales. Una de las más representativas: el ataque a la comunidad de San Juan Copala, en mayo de 2015, donde se generó un enfrentamiento entre jornaleros y policías que dejo un saldo de 70 heridos.

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Durante meses se recabaron testimonios, fotografías, audios y videos que respaldaron el uso de la fuerza pública, el ingreso de agentes de la policía a domicilios particulares, donde agredieron físicamente a trabajadores del campo y se utilizaron balas de goma indiscriminadamente. "Sin tener en cuenta que había niños, niñas", explica el reporte.

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El informe expone que fue de conocimiento de la CNDH, que se interpusieron denuncias por delitos sexuales cometidos en agravio de mujeres que trabajaban en San Quintín.

No se respetaron salarios

Hace dos años los jornaleros mexicanos se rebelaron contra las 130 compañías internacionales agrícolas—principalmente de Estados Unidos— establecidas en San Quintín. Dejaron perder cosechas y bloquearon la Carretera Transpeninsular, única vía de transporte de los grandes tráilers norteamericanos que recogían el cargamento en México.

Según la empresa norteamericana Driscolls, en su filial Berrymex de San Quintín, los primeros tres días de huelgas se perdieron 200 hectáreas de fresas; unos 25 millones de dólares.

'Se les olvida que nosotros hacemos grande a América'.

En el año 2015, los jornaleros exigieron mejores condiciones laborales y de seguridad social y es que argumentaban que sus contratantes no pagan un salario digno, y las horas extras, dobles o triples no iban incluidas en el pago.

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Intentaron negociar con las autoridades de los tres niveles de gobierno, quienes se comprometieron a mejorar las condiciones laborales. El primer acuerdo fue que los salarios incrementarían al menos 30 pesos diarios.

Fidel Sánchez, presidente de la Alianza de Organización Nacional Estatal y Municipal por la Justicia Social, denunció que hasta el momento no existe un acuerdo con el Gobierno Federal: "pura letra muerta", dice a VICE News.

Manifestación en Tijuana. (Imagen vía Luis Alonso Pérez/VICE News).

Los jornaleros del valle de San Quintín, explica Sánchez, reactivaron el movimiento con el propósito de despertar a los campesinos de otros estados: Sonora, Sinaloa, Jalisco, Nayarit y Michoacán.

Este fin de semana miles de jornaleros arribaron a la frontera más transitada del mundo, la garita internacional El Chaparral, en Tijuana. Los campesinos levantaron las plumas para permitir el acceso libre de Estados Unidos a México a más de 45.000 vehículos que cruzan diariamente, esto impidió al gobierno mexicano revisar toda la mercancía que entró al país.

"Estamos peor nos siguen pagando 145 pesos por trabajar de 9 a 10 horas", el acuerdo que se había alcanzado con los tres niveles de gobierno en aquel entonces, era que un trabajador del campo percibiría un salario de hasta 180 pesos diarios por cosechar hasta 15 cajas de fresas. Injusto, pero era un avance, dice Fidel Sánchez.

Es decir, después de levantamiento un jornalero mexicano percibiría por piscar todo el día, lo que costaba una caja de fresas en cualquier supermercado norteamericano, unos 7 dólares. "Se les olvida que nosotros hacemos grande a América", reclama Fidel Sánchez.

Octavio Ángel López, de la Unión Nacional de los Trabajadores (UNT), adelantó que las protestas también se reactivan en el marco de las amenazas del presidente, Donald Trump de bloquear los mercados de exportación de la agroindustria mexicana.

Aunque fuese así, considera, los hechos son irrefutables: el 99 por ciento de las fresas que se comen en Estados Unidos son producidas en San Quintín.

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