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Un impuesto a la comida chatarra divide más a pobres y ricos en México

Una investigación sobre el impuesto a alimentos con alto valor calórico revela que los sectores más pobres han reducido el consumo en un 10 por ciento; la clase media en un 5,8 por ciento, y la de mayor poder adquisitivo continuó su consumo regular.
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El impuesto a la llamada comida chatarra en México parece estar funcionando. Esta semana, el portal PLOS-Medicine publicó un estudio que muestra una reducción del 5,1 por ciento en la compra de productos con el nuevo impuesto.

Pero el estudio también señaló que la caída se concentra en los sectores más pobres, donde el consumo se ha reducido en un 10,2 por ciento; en la clase media bajó un 5,8 por ciento, mientras que los de mayor poder adquisitivo continuaron consumiendo los productos de manera regular. El reporte no indica si las personas están buscando alternativas más saludables al dejar de consumir los productos chatarra.

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El impuesto se aplica a alimentos procesados que contengan más de 275 calorías por cada 100 gramos, y se puso en marcha junto con otro impuesto a los refrescos. Un reporte publicado el año pasado asegura que el aumento al precio de estas bebidas llevó a una disminución del 6 por ciento en su consumo.

Más rápido, más pesados: en 39 años, la obesidad en el mundo creció un 510 por ciento. Leer más aquí.

Los activistas a favor del impuesto a los refrescos se han quejado de que las autoridades no han cumplido sus promesas de utilizar las ganancias para colocar bebederos en todas las escuelas.

Otros críticos han señalado que tales iniciativas no tienen un impacto en la economía callejera de México, que tampoco fue parte de la encuesta.

Los vendedores ambulantes están por todos lados en las ciudades de México, y ofrecen una gran variedad de productos industrialmente procesados como papas, refrescos y barras de dulce que están libres de impuestos.

También venden una amplia variedad de alternativas poco sanas, por ejemplo churros que se preparan en la calle. Muchos también ofrecen productos con calorías adicionales, como los dorilocos, una bolsita de Doritos abierta cubiertos con queso artificial y carne grasosa.

Además del impuesto a la comida chatarra, las autoridades mexicanas han adoptado medidas más originales para combatir el problema de la obesidad en el país. El Metro de la Ciudad de México implementó una iniciativa para perder peso el año pasado, en la que aquellos que lograran hacer 10 sentadillas obtendrían un viaje gratis.

Sin embargo, pese a todos estos esfuerzos México no logra abandonar la lista de países más obesos del mundo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura señaló en marzo de este año que la obesidad es una de la grandes preocupaciones en la Latinoamérica y el Caribe.

Según datos de la Organización Panamericana de Salud (OPS), el 56 por ciento de los adultos en América Latina y 44 por ciento en el Caribe viven con sobrepeso. México y Chile están a la cabeza.

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