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COLOMBIA

Hablamos con 'Popeye', el jefe de sicarios de Pablo Escobar

Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, fue uno de los hombres de máxima confianza del mítico Pablo Escobar. VICE News lo entrevista para conocer su mirada sobre la coyuntura de Colombia a las puertas de la paz con la guerrilla.
popeye escobar
Photo par Ivan M. García
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Jhon Jairo Velásquez Vásquez, nacido en Yarumal, Colombia, en 1962, fue, bajo el alias de Popeye, uno de los hombres de máxima confianza de Pablo Escobar, jefe del Cartel de Medellín. Se mantuvo junto al capo de capos hasta 1992, cuando se entregó a la Justicia colombiana.

Él mismo se atribuye alrededor de 250 asesinatos y varios secuestros, como el del expresidente Andrés Pastrana cuando era candidato a la Alcaldía de Bogotá.

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Tras 23 años y tres meses de cárcel, hoy Popeye se considera un youtuber. "Las redes sociales me han rescatado", dice en referencia a su canal Popeye_Arrepentido. Prepara varias series de televisión, un largometraje y ha contado su historia en el libro "Sobreviviendo a Pablo Escobar" de Cangrejo Editores.".

VICE News se reunió con él en una pequeña y solitaria cafetería del mall Drive Inn, en el acomodado barrio de El Poblado de Medellín.

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VICE News: Usted ingresó en la cárcel con una Medellín sumida en la violencia y ahora, dos años después de su libertad, la paz con las FARC está a la vuelta de la esquina.
Popeye: Tiene que haber algo muy delicado firmado bajo la mesa porque la extradición sigue vigente. Aunque creo que la paz está errada. La sociedad no está preparada porque se está creando mucho odio. Álvaro Uribe siempre está criticando la paz. Cuando las FARC empiecen a hacer política, la ultraderecha en Colombia representando a Uribe los va a matar. Este es un Estado de ultraderecha.

¿Será para tanto?
¿Usted ha oído hablar de la Unión Patriótica [partido político fundado en 1985 como alternativa a varios grupos guerrilleros, entre ellos las FARC]? Eran 5.000 miembros. Dos candidatos a la presidencia de la república, muertos: José Antequera y Pardo Leal; 17 senadores, 11 representantes a la cámara, 25 alcaldes, 37diputados. Haga la cuenta y llegamos a 5.000. Y en el momento en que maten a un guerrillero, en este país no vuelve a haber paz.

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¿Qué es lo que hay que hacer para integrar a las FARC como movimiento político?
Hay mucha resiliencia a eso. Resistencia total, Hay que educar sobre cómo se va a tratar a un desmovilizado. Tampoco hay que rendirles pleitesía; pero la gente está brincando porque se dijo que se les iba a dar un sustento de 1.800.000 pesos [600 dólares]. Si perseguir a un guerrillero vale mas de 50 millones [16.700 dólares] de pesos mensuales.

'¿Sabe cuál es la escuela de sicarios? La violencia intrafamiliar'.

¿Terminarán los desmovilizados ingresando en las bacrim [bandas criminales emergentes]?
Si no les cumplen, se van a meter a las bacrim. Se van a meter a todo. El que es asesino, es asesino. Por eso se necesita que la sociedad abrigue a los desmovilizados. Y el bandido se sensibiliza con cosas pequeñas.

¿Por ejemplo?
Un partido de fútbol. ¿Qué en su edificio viven 17 desmovilizados? Pues armamos un partido de fútbol. Ese tipo de cosas.

Supongamos que la paz con las FARC llega a buen puerto. Y también con el ELN. ¿Cómo se enfrentar luego las bacrim?
A los muchachos de las bacrim hay que darles una salida. Y que el Estado entre en las comunas [barrios pobres] con fuerza ¿Por qué ya no se culéan [violan] a las peladitas [adolescentes]? Porque saben que [las bacrim] les dan fusil. Y apenas salgan ellos ¿qué? Eso queda en terreno de nadie. Entrará otro grupo. Es un Estado totalmente incapaz.

¿Son estas bandas el mayor problema de Colombia en este momento?
Antes de la tregua con las FARC, morían siete u ocho soldados al mes. Y campesinos cuatro o cinco. Si suma ocho y cinco, son 13 muertos. No le ponga 13, póngale 20 al mes. O 50. Pues el microtráfico mata a 70 personas diarias en Colombia. Y detrás del microtráfico está la extorsión, que es gravísima. A buseros, a señoras que venden tinto [pequeños puestos callejeros de café], etc.

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¿Y cómo se combaten a las bacrim si éstas ya han permeado la Fiscalía, la Policía y controlan las comunas?
La salida es la educación. La salida no es más cárcel y más bala. ¿Sabe cuál es la escuela de sicarios? La violencia intrafamiliar. Cuando en la casa, el papá y la mamá, sin educación ninguno, se tratan de gonorreas [mala gente]. O cuando el tipo llega y le revienta la nariz a la señora y el niño ve a su mamá botando sangre. El entorno es el que hace al bandido. Usted crece con su papá borracho, escuchando tangos y usted se vuelve una gonorrea.

¿Qué propone usted?
Hay que trabajar con los padres. Darles charlas: que no fumen marihuana, que no fumen cigarrillo, ni se metan cocaína. Que si va a pelear con la mujer, que se vayan a otra parte. Evite pegarle a la mujer, ciento por ciento. Delante de los niños no diga palabras soeces, delante de los niños lea. ¡Que el niño te vea leyendo, huevón!

¿Y con los jóvenes?
A todos nos gusta matar. Porque venimos de violencia intrafamiliar y de los barrios bravos. ¿Si los barrios son unos focos de violencia como quieren que no seamos violentos? Por eso hay que ir a las comunas. Informar sobre la cárcel. Decirles "vea, si te atrapan, te llevan allá". Y llevarlos a que vean como es una prisión.

Ese programa se hacía en la cárcel de Cómbita. Llevaban a lo niños plaga [conflictivos] de los colegios. Los presos les dábamos una charla. Luego les llevaban a ver los calabozos. Allí huele a excrementos, hay oscuridad y los presos sacan la cabeza por el huequito por donde les pasan la comida y les dicen a las niñas: "para mamártelo, piroba hijueputa…". Y esas peladitas que son bien gonorreas, salen así vaciaditas en llanto, y ahí les llegan los psicólogos. De 300 niños que llevaron rescatamos 30.

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¿De qué modo pueden resolverse la adrenalina y el sentido pertenencia que sacian los jóvenes al pertenecer a una banda?
La adrenalina del combate tampoco se le puede quitar a un joven. ¿Quiere matar? Sí. ¿Quiere disparar? Sí. ¿Quiere tirase de un avión? Sí. ¿Quiere pilotear un helicóptero? Sí.

Bueno, gonorrea, existen la Marina, la Infantería de Marina. Existe la aviación. Existe el Ejército, la Policía Nacional. Ahí están cinco fuerzas profesionales. Dispare y mate, hijueputa. ¿Que la ley dice que tiene que gritar [dar el alto] tres veces? Grite dos y cuando le pregunten diga que gritó tres. ¡Bang! Y un balazo en la cabeza a ese hijueputa; pero, papito, con la constitución en la mano. Y va a ser feliz. Así se resuelve el problema del sentido de pertenencia.

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Usted ha dicho en más de una ocasión que el Gobierno lo ha dejado solo, ¿por qué?
Mire si utilizaran mi personaje para ir a las comunas… El Gobierno debería decirme: venga, usted tiene facilidad de palabra, usted conoce la violencia, vamos a llevarlo a los barrios para que le hable a los jóvenes, para desmontar el mito de Pablo Escobar. Me ponen un sueldito de tres millones de pesos [1.000 dólares aproximadamente], un escolta y un apartamento. Y que el Estado tenga vigilancia sobre mi, que me dé un teléfono intervenido legalmente.

¿De qué vive?
Yo vivo de mi libro.

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¿No le quedó plata?
¿De la época del cartel de Medellín? Sí me quedó. Pero duré 23 años dentro de la prisión gastando dinero. Yo llegué con cinco millones de dólares, tres en efectivo y dos en propiedades, y ya me los gasté.

¿Le quedó una finca también?
Sí. Y tengo unas armas y unas cosas.

¿Armas?
Sí. Las tengo guardadas. Yo se las ofrecí al Estado. Las entregaba si me rebajaban algo de condena. Pero no me quisieron rebajar nada. Es que este Estado… Algún día, si se dan las cosas, las entregaré.

'Cuando usted está en una guerra hay que tener mentalidad de guerra'.

¿Lo echa de menos al 'Patrón'?
Mucho, sí. Cuando yo estaba preso soñaba mucho con él. Que yo salía de la cárcel y llegaba a una caleta [escondite] y él estaba ahí. Pero como yo había hecho esas delaciones cuando me entregué, en mis sueños siempre me devolvía. Cuando salí en libertad no volví a soñar con él.

¿Repetiría lo que hizo con Escobar?
Siempre digo que 50 y 50. Pero si lo llego a ver a ese hijueputa cogemos el fusil otra vez… (ríe).

Al Patrón le gustaban los tangos. ¿A usted también?
Sí, los escucho cuando quiero emborracharme. Un tango no es gratis. Si usted oye un tango y no ha sufrido, usted es un miserable. El tango es para el que ha tenido que matar a dos o tres mujeres. Yo he matado cuatro [dice en voz baja, apuntando media sonrisa y mostrando cuatro dedos]. El que ha pagado por ahí unos veintipico años de cárcel o el que ha conocido la violencia. El tango es sangre, es dolor. Oir el tango sabe muy rico con una cervecita fría.

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¿Cuál es su tango favorito?
"Volvamos a empezar". No recuerdo el autor, pero dice así [y canta] "Hoy vuelvo por ti, otra vez a tu lado. Feliz como nunca con ansias de hogar. Los chicos ya saben que es lo que ha pasado…". Es de un tipo que estuvo preso y sale, y la nena tiene un nuevo amor. También me gusta "Sangre maleva", que era el tango de El Patrón.

Además de esas cuatro mujeres, usted se atribuye 250 muertes. ¿Eran necesarias?
Cuando usted está en una guerra hay que tener mentalidad de guerra. Una vez en Cartagena nos enfrentamos con la policía. Nos dañaron el carro y nos subimos a un taxi. Luego el taxista se me arrodilló. Lloraba, me mostraba la foto de su familia. Pero había que matarlo porque nos vio salir. Entonces yo le dije: "por sus hijos yo lo voy a dejar ir". Y le di 500.000 pesos [167 dólares].

A las ocho horas yo estaba con un balazo en el suelo. Con la policía dándome pata [patadas]. Pero el que más pata me daba era el taxista. De ahí no se la volví a perdonar a ningún hijueputa. "Que tengo tres hijos"… Pues vea, tan, tan, tan, un balazo por cada hijo, gonorrea.

Cuando usted está en guerra, está en guerra.

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