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¿Por qué demonios Turquía decidió derribar el caza ruso?

Las Fuerzas Aéreas tucas han abatido un caza ruso. Y Siria se ha convertido en un caos de tal calibre, que lo raro es que algo así no haya sucedido antes. Ahora, es imposible predecir qué pasará.
Foto via Wikimedia Commons
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Ayer martes, un F-16 turco decidió derribar a un cazabombardero ruso Su-24 por haber invadido el espacio aéreo del país otomano. Si hay que hacer caso de las informaciones turcas, sucedió que 2 cazas rusos fueron advertidos del peligro a través de las frecuencias de emergencia, conforme se aproximaban a la frontera. Uno de ellos desvió su trayectoria y viró hacia el sur. El otro ignoró 10 amenazas transmitidas durante unos intensísimos cinco minutos. En vista de la falta de respuesta, el caza turco disparó un misil y derribó al aparato ruso. Ambos pilotos pulsaron el botón de eject y eludieron el impacto. Se ha informado que uno de ellos está vivo; sin embargo, se ignora qué ha pasado con el segundo.

El incidente sucedió sobre la frontera que separa Turquía de lo que era Siria, ahora transformada en un escenario apátrida de caos y de horror. Los rusos dicen que sobrevolaban Siria y los turcos lo niegan. La frontera entre ambos se extiende durante unos 800 kilómetros — un pedazo de tierra considerable para patrullar y monitorizar el tráfico de armas, de refugiados y de los incesantes bombarderos que lo atraviesan a diario en todas direcciones. En realidad, el destino de Siria y de su encarnizada guerra civil, será determinado, cada vez más, por lo que suceda por encima y alrededor de esa frontera.

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Mientras el gobierno sirio presidido por Bashar al-Assad no ha entrado en conflicto con Turquía en los últimos años, lo cierto es que sí que se han producido escaramuzas regularmente y que estas se han visto complicadas, en alguna que otra ocasión, por el derribo de un helicóptero o de un caza. Turquía está resuelta a mantener el desastre a raya al otro lado de la frontera. Al mismo tiempo, el gobierno sirio, o lo que queda de él en las zonas más cercanas a la frontera, está decidido a prevenir que el territorio turco se convierta en un refugio seguro, en una estación de suministro o en una base en la que se concentren las fuerzas rebeldes contrarias al régimen de Assad.

Vídeo: Turquía derriba un avión de combate ruso cerca de la frontera con Siria. Leer más aquí.

Lo cierto es que era casi inevitable que cuando las fuerzas rusas se decidieran a intervenir la cosa se complicaría. Tal y como era de esperar, la intervención rusa se ha producido de manera poco coordinada. No parece que sus movimientos hayan sido comunicados a ninguno del resto de países que tienen a sus efectivos sobrevolando el cielo sirio. Así que, tarde o temprano, algún artefacto tenía que caer.

Y respecto a la zona fronteriza sobre la que se desarrolla este pesadísimo tráfico aéreo… Hace tiempo que ha cobrado una existencia independiente — y es una existencia de lo más peligrosa.

Existe una franja de unos 80 kilómetros de la antigua Siria que discurre casi por toda la longitud de la frontera que separa Turquía de la batalla campal del sur. Se trata de Rojava, una tierra dominada por los kurdos sirios, quienes — como buenos kurdos — comparten la proverbial enemistad de los kurdos con Turquía. Los turcos han invertido mucho tiempo en bombardear sin descanso Rojava, un territorio que es casi un estado de facto. Los sirios kurdos son una de las fuerzas que está combatiendo con más efectividad a Estado Islámico (EI), el enemigo al que, presuntamente, también deberían de estar combatiendo las fuerzas de Erdogan.

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Y luego están también las zonas cercanas al norte de Siria, fuertemente pobladas por ciudadanos turcomanos — que son sirios de etnia turca. Durante los últimos años, las fuerzas de seguridad que defienden a estos han unido esfuerzos bélicos con las brigadas turcomano-sirias. Estas brigadas estarían recibiendo financiación, apoyo y entrenamiento de las Fuerzas Especiales turcas. Y dado que se supone que parte de esos entrenamientos están sucediendo en ambos lados de la frontera entre Turquía y Siria, no sería muy descabellado deducir que la misión de "asistencia y consejería" turca esté destinada a un número indeterminado de turcos en suelo sirio.

La brigadas turcomano-sirias están  alineadas con varios elementos del Ejército Libre de Siria (FSA, por sus siglas en inglés), que están enfrentadas tanto al régimen de Assad como a Estado Islámico (EI), y cuyo comportamiento para con los kurdos es ambivalente.

Mira el documental de VICE News'El ala joven del PKK: luchando por los pueblos kurdos':

Desde la llegada de los rusos a Siria, las fuerzas de Putin han estado bombardeando desde el aire a varias milicias y grupos a los que se ha tachado de terroristas. Y entre ellos, estarían las Brigadas turco-sirias, presuntamente alineadas con el FSA, quienes detentan el poder de un territorio que está peligrosamente cerca de la base aérea rusa en Siria. Así que, tal y como era de prever, los bombardeos de Putin se han cobrado la muerte de varios civiles turco-sirios.

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Pese a todo, los rusos siguen obstinadamente inmersos en el bombardeo de objetivos que nada tienen que ver con Estado Islámico, que es la fuerza contra la que, presuntamente, han venido a luchar. Los rusos habrían estado bombardeando a algunas milicias desplegadas a un puñado de kilómetros que no son solo étnicamente turcas, sino que han sido armadas, equipadas y entrenadas por Turquía.

Y eso es algo que no podía terminar bien.

De hecho, si uno observa el vuelo del caza ruso abatido y lo superpone a los mapas en los que se detallan los bombardeos rusos, resulta incuestionable que los aviones de Putin están sobrevolando zonas que muy probablemente están bajo el control del FSA; cuando no, directamente, de las Brigadas Turco-sirias. Las primeras informaciones no revelan si el Su-24 (un avión de ataque terrestre) regresaba de algún bombardeo, aunque parece que tal sería la explicación más lógica para explicar lo sucedido.

Así que, visto retrospectivamente, parece que la secuencia es tan inevitable como aquella en la que un pie contacta con una cáscara de plátano arrojada en el suelo.

Entonces, lo que hay que preguntarse es por qué ha sucedido justo ahora y qué es lo siguiente que sucederá.

Nos encontramos ante uno de los momentos más inoportunos [seguro que en el momento más confuso] de la guerra civil en Siria.

Hace solo dos días, los rusos pidieron a los vecinos libaneses que cerraran su espacio aéreo. De tal forma, los rusos podían deslizarse en él y volar unos cuantos objetivos. Sucedió durante una vigorosa y maratoniana ronda de bombardeos rusos. De los bombardeos orquestados por Putin, para demostrarle a Hollande, que Rusia ha reaccionado a los brutales atentados de París (y, más que probablemente, al derribo de su avión de pasajeros en Egipto).

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Por otro lado, el ministro de Asuntos Exteriores del Kremlin, Sergey Lavrov tenía previsto desplazarse hoy mismo a Turquía. El viaje ha sido cancelado. Si bien estamos en un momento de alarde de músculo y de potencia militar, también estamos en un momento en que la proverbial camaradería diplomática entre naciones ha reaccionado al unísono a la mascare terrorista de Estado Islámico en París. Así que parece especialmente inadecuado y anormal haber abatido un avión por un mero enfado.

El presidente de Francia, François Hollande aterrizó ayer en Washington con vistas a conseguir el apoyo que le permita armar una súper coalición con Rusia y Estados Unidos para fulminar a EI. Las conversaciones han arrancado mientras el transbordador aéreo francés Charles de Gaulle se desplaza rumbo al Mediterráneo con una flota de cazas en su interior. El objetivo, obviamente, no es otro que redoblar los bombardeos contra los guerrilleros yihadistas. Paralelamente, el ejército francés está abriendo nuevos canales de comunicación con su homólogo ruso. Desafortunadamente, el derribo del jet, que Putin ha descrito muy gráficamente como "una puñalada por la espalda", va a provocar que la ambiciosa acrobacia diplomática de unir a las superpotencias, se quede en agua de borrajas.

De repente Turquía recuerda que es miembro de la OTAN y frena la compra de armas a China. Leer más aquí.

Al final, y habida cuenta de la locura que reina en Siria, va a resultar auténticamente difícil averiguar qué ha sucedido y cómo ha sucedido realmente. ¿Acaso los cazas rusos desfilan por cielo sirio cuando regresan de sus misiones? Y la incursión aérea… ¿fue deliberada o accidental? ¿Por qué un piloto dio media vuelto y el otro continuó?

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Igualmente, incluso cuando lo sucedido se haya establecido, la increíble densidad de coincidencias y el momento en que el derribo se ha producido hacen que las consecuencias inmediatas sean completamente impredecibles. Los políticos que suscriben aquello de que "nunca hay que desperdiciar una crisis", se estarán revolviendo en busca de los discursos adecuados para la ocasión.

Hasta ahora, se pueden computar un puñado de ganadores. El piloto o quizá los pilotos que cayeron en manos de los rebeldes que apoyan a los turcos y no en las de Estado Islámico (EI) — que inmoló al último piloto con el que se cruzó —, estén viviendo ahora el mejor peor día de sus vidas. O al menos, uno mejor que el de los pilotos del helicóptero ruso que fue derribado mientras se dirigía a rescatar a los pilotos abatidos.

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Imagen vía Wikimedia Commons