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Estados Unidos

¿Qué pasará con el porno cuando llegue Trump?

Donald Trump ha protagonizado varios escándalos en los que se le ha acusado de misógino y está casado con una exmodelo especializada en desnudos. Claro que una cosa es que sea un salido, y otra que su gobierno vaya a respetar la libertad de expresión.
Trump posando con chicas de la revista Playboy en 1998. (Imagen por NY Daily News)

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Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.

En la carrera hacia las elecciones estaba bastante segura que había dos resultados muy posibles: que Hillary Clinton fuera elegida nueva presidente, y que la iniciativa Prop 60 — que defiende la presencia de "condones en el porno", y que ha sido denunciada por miembros adultos de la industria como una organización de fanatismo antiporno enmascarada bajo el aspecto de una iniciativa en defensa de la salud — sería aprobada.

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La mañana después de las elecciones me desperté y descubrí que me había equivocado en ambas. Y que, de alguna manera, un mundo donde California había rechazado la Prop 60, pero que había elegido a Donald Trump era mucho peor que lo contrario; es decir, que un mundo con Prop 60 y sin Trump.

Pero un momento. Ahora mismo es posible que os estéis preguntando: ¿de qué manera puede ser Trump malo para el porno? A fin de cuentas estamos hablando de un tipo que ha aparecido en un vídeo erótico, y en la portada de la revista Playboy; un hombre que resulta estar casado con una exmodelo de desnudos. Seguro que tales no son las acciones que delaten la existencia de nadie empecinado en perseguir a muerte a la industria de cine adulto, ¿verdad?

A lo largo de su campaña, mientras Trump firmaba juramentos antiporno y representaba a un partido nacional con frases como la de que "el porno es la crisis de la salud pública", los especialistas han sugerido que probablemente estuviera mimando a sus electores, antes que expresando un pensamiento personal. Incluso, después de la elección de Trump, un veterano abogado de la industria me aseguró que la administración del flamante presidente electo no iba a perseguir a los pornógrafos estadounidenses.

Sin embargo, habida cuenta de la contrastada imprevisibilidad de Trump, y de su voluntad de desmarcarse de declaraciones que ha formulado en el pasado, no parece que confiar en lo que ha hecho previamente sea una garantía de nada. Las opiniones personales de Trump sobre el porno no tienen nada que ver con la política conservadora estadounidense. Y los personajes que empiezan a formar la administración estadounidense del futuro, ya han enviado un mensaje aterrador al valle del Porno.

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Hay vida más allá de Porn hub y estas artistas lo tienen muy claro. Leer más aquí.

Lo ha hecho especialmente el ya vicepresidente electro Mike Pence, quien ya forma parte del equipo de transición de Trump. Además de ser un evangelista con opiniones muy desfasadas sobre las funciones del cuerpo, Pence intentó perseguir al porno durante su temporada en el Congreso, cuando propuso enmendar las 2.257 regulaciones que hubiesen mantenido las normativas vigentes hasta llegar hasta Hollywood. En las regulaciones en cuestión, se dispone, entre otras cosas, que a cualquiera que esté filmando una escena de sexo simulado se le exijan las mismas pruebas que a cualquier pornógrafo.

Y Pence es tan solo la punta del iceberg, Otros miembros del equipo de transición incluyen a Edwin Meese, responsable del infame Meese Report, al miembro del Consejo de Investigaciones Familiares Ken Blackwell; y, por supuesto, a Rudy Giuliani, quien invirtió su mandato como alcalde de Nueva York en limpiar Times Square (esto es, en clausurar, entre otras cosas, todas las salas de cine porno).

"Basta con elegir al azar a cualquiera que haya sido elegido como miembro del equipo de transición, o que haya sido contemplado como miembro del futuro gabinete, y buscar su nombre junto a la palabra pornografía en Google para advertir lo que se nos viene", ha proclamado Michael Stabile, director de comunicaciones de la organización Free Speech Coalition Los resultados son inquietantes.

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Así que no, no tiene muy buena pinta. Lo que nos lleva a otra pregunta: si Trump no quiere perseguir al porno, ¿cómo se van a comportar los demás?

Vaya, probablemente, lo que hagan no tendrá nada que ver con las regulaciones sobre seguridad laboral ni con la implicación de la OSHA (la Administración de la Salud y de la Seguridad Ocupacional de Estados Unidos), que había sido la estrategia a seguir por la Fundación de Salud del SIDA (el grupo que está detrás de Prop 60). Atacar el porno diciendo que es una industria explotadora, o un problema consistente en proteger a los trabajadores vulnerables, acostumbra a ser una táctica habitual entre los liberales antiporno. Sin embargo, los carcamales que envuelven a Trump tienen pinta de que acudirán a la censura directamente.

Durante la era Bush, las regulaciones de censura del porno exigían a los pornógrafos mantener registros actualizados y extensivos (las ya mencionadas 2257 regulaciones, que — a pesar de algunos cambios legales recientes — siguen estando en vigor), además de procesar con cargos de obscenidad a los activistas del porno más comprometidos, como Max Hardcore, Exteme Associates o Evil Angel.

'La batalla de Prop 60 ha sido vigorizante. Nos ha dejado en una posición más fuerte'.

Pese al negro panorama, lo que sí parece que será menos probable es que sigan cayendo imputaciones por obscenidad. Ahora que el porno se distribuye fundamentalmente online, resulta un poco más complicado establecer el "protocolo comunitario", que exige someterse al llamado test de Miller, por mucho que ello no signifique que la administración Trump no lo vaya a intentar — y si lo hace, que se agarren bien fuerte los que se dedican al fetish, al sado y a los contenidos gay: ellos serán los más vulnerables.

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Por no hablar de las estrategias de censura de las que no dispuso la administración Bush. ¿Qué otras medidas antiporno podrían tomarse? Pues que el gobierno exija que todas las páginas porno operen bajo el dominio .XXX, una regulación que haría mucho, pero que mucho más fácil identificar y prohibir en masa las presuntas obscenidades. El equipo de Trump también podría cruzar el charco y emular al tristemente célebre David Cameron, el líder de Gran Bretaña durante el Brexit, y exigir a los proveedores de servicios de Internet que bloqueen toda la pornografía, salvo que los usuarios elijan no hacerlo.

Hablamos con María Riot, actriz porno, trabajadora sexual y activista pro liberación animal. Leer más aquí.

Tampoco sería descabellado que asistiéramos al regreso de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, otra medida que podría contribuir a aislar todavía más el porno, gracias a meter más presión a páginas como Twitter o Tumblr, para que estas purguen cualquier rastro de material XXX. Y siempre queda la posibilidad de que la administración decida acudir a tácticas como la de la Operación Choke Point, una estrategia de ahogo para fulminar a empresas, directamente, tras cortarles de cuajo sus accesos básicos, como el acceso a sus infraestructura de negocios, o a sus bancos.

Claro que pese a lo aterrador que todo resulta, quedan algunas buenas noticias. Gracias, en parte, a Prop 60, que ha activado las marchas de la industria adulta y ha inspirado a muchos miembros hasta politizarles, la comunidad porno está mucho más organizada de lo que lo estaba durante los años Bush, con muchos más aliados fuera de la industria — aliados cuyo apoyo podría ser crucial en los años venideros.

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"La batalla Prop 60 ha sido vigorizante. Y nos ha fortalecido", me cuenta Stabile.

Y solo por eso deberíamos de estar agradecidos. Porque todos estos ataques a la industria del porno, no solo tratan de bloquear el acceso directo para que te masturbes. Los pornógrafos están, fundamentalmente, en la primera línea de los ataques del gobierno contra la libertad de expresión. Las sucias estrategias en contra de los pornógrafos pueden sentar precedentes que luego sean aplicados en contra de artistas, educadores, bibliotecas, y a cualquier otro que consideren obsceno o provocador.

Proteger los derechos de los pornógrafos es proteger los derechos de la liberad de expresión de cualquiera que se quiera expresar. Tal y como lo expresa Stabile: "esto va más allá una decisión empresarial o de la seguridad laboral. Estamos hablando de una lucha importante por el respeto a la primera enmienda de nuestra Constitución. Nosotros somos realmente la Coalición por la Libertad de Expresión. Lo somos por un motivo y tenemos que estar listos para luchar de nuevo".

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