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medioambiente

Preparativos de la cumbre del clima de París: buscando un nuevo Protocolo de Kioto

La cumbre del clima del 30 de noviembre en París se presenta crucial. Los países presentarán sus compromisos de reducción de emisiones, aunque la ONU advierte de la necesidad de hacer más y los ecologistas alertan del riesgo de un nuevo fracaso.
Imagen por Andy Wong/AP
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"El mundo está en camino de exceder el límite de calentamiento de dos grados de media, necesario para evitar un cambio climático catastrófico". La frase no es del enésimo informe de alguna ONG ecologista tildada de alarmista. Es del comunicado emitido este martes por la Convención Marco de la ONU para el Cambio Climático al presentar una iniciativa para que empresas y particulares reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero.

La herramienta, desvelada con motivo de la Semana del Clima en Nueva York, permite medir la huella de carbono a fin de alcanzar la denominada "neutralidad climática", es decir, no contaminar más de lo que el planeta puede absorber.

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La neutralidad climática y el máximo de dos grados de calentamiento del planeta son el horizonte para la segunda mitad de siglo. Y el "trampolín" para lograrlo — en palabras de la secretaria ejecutiva de la convención, la costarricense Christiana Figueres — es el acuerdo que salga de la llamada COP21 — la cumbre del clima que se celebrará en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre — para sustituir a partir de 2020 al vigente de Kioto.

En 1997, Kioto pasó de ser únicamente el nombre de una ciudad japonesa a convertirse en un símbolo. Allí se alcanzó el primer gran acuerdo contra el cambio climático, por el que 35 países industrializados se comprometían a reducir en un 5,2 por ciento en los siguientes quince años sus emisiones de gases de efecto invernadero respecto a las que generaban en 1990.

El Protocolo pronto mostró sus límites: no entró en vigor hasta 2005, no incluía a los países en vías de desarrollo — algunos de los cuales, como India y China, se han convertido desde entonces en grandes contaminadores -—y su grado de cumplimiento ha ido variando de uno a otro país.

Kioto fue prorrogado y cubre hasta 2020. ¿Y después? Lo que se decida en París. De hecho, la COP21 viene precedida de expectación porque, en la práctica, las últimas cumbres del clima se han limitado básicamente a dar una patada adelante a los temas candentes y retrasar las decisiones de enjundia para la cita en la capital francesa.

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El objetivo en París es alcanzar un acuerdo vinculante que incluya a todos los países y que implique una reducción de emisiones que haga que la temperatura del planeta no aumente más de dos grados centígrados para 2100.

Ese es el límite marcado por los investigadores que conforman el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas. Para ello, se deben reducir las emisiones entre un 40 por ciento y un 70 por ciento en todo el planeta entre 2010 y 2050, con vistas a llegar a un nivel cero en 2100. Si no se frena la emisión de gases contaminantes, alertaba el IPCC en su último informe, la temperatura a finales de siglo podría incrementarse entre 3,7 y 4,8 grados. Un escenario prácticamente inhabitable, con aumentos de las lluvias torrenciales, del nivel del mar y de las olas de calor.

Varias cosas han pasado en los últimos meses que parecen indicar un sentimiento de urgencia, de necesidad de que 2015 sea el año de inflexión. Barack Obama ha presentado un plan para que las emisiones de las plantas de generación eléctrica de EEUU, el segundo mayor contaminante del planeta, sean en 2030 un 32 por ciento inferiores a lo que eran en 2005. China, el país que más emisiones de efecto invernadero genera (un 25 por ciento del total mundial), se ha comprometido a bajarlas para entonces entre un 60 por ciento y un 65 por ciento. Además, la famosa encíclica medioambiental del papa y un llamamiento del G-7 han aumentado la presión en pro de un acuerdo de peso en París.

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'Además del objetivo a largo plazo de transformación del modelo energético para 2050, es muy importante que haya objetivos a corto plazo: revisiones cada cinco años que permitan ajustes en línea con las nuevas evidencias científicas'.

Sin embargo, el compromiso con el medio ambiente latente en los discursos de los dirigentes no siempre se traduce en compromisos ambiciosos. Los pa

ses han ido presentando estos meses sus propuestas de cara a la COP21 y éstas nos conducirían a un aumento de tres grados centígrados, uno más de a lo que se aspira en la COP21. "Aquí no hay ningún país que haya hecho su mayor esfuerzo, ninguno, ni en la región (latinoamericana) ni en el mundo. Si me preguntan quién tiene que hacer más esfuerzos, respondo: todos", señaló Figueres en una entrevista con la agencia EFE.

Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España, subraya a VICE News la importancia de que salgan de París mecanismos de revisión que impidan que los compromisos se queden en papel mojado cuando se apaguen los focos de las ruedas de prensa.

"Además del objetivo a largo plazo de transformación del modelo energético para 2050, es muy importante que haya objetivos a corto plazo: revisiones cada cinco años que permitan ajustes en línea con las nuevas evidencias científicas. No podemos quedarnos atados de manos hasta 2050", señala Nuño.

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En el ámbito del ecologismo se teme también que París acabe con una declaración triunfalista en la que, en vez de apostar por la eficiencia energética y el cambio de modelo, se deje la reducción de la contaminación en manos de "falsas soluciones". Es decir, de fórmulas para eliminar el rastro de CO2 que promueve la industria y cuyo efecto sobre el medio ambiente se desconoce. Es el caso de la geoingeniería, como la fertilización oceánica de los mares o la instalación de toldos para reflejar la luz solar. "Son tecnologías carísimas y no están probadas", señala Nuño, tras advertir del riesgo de apostar por atajos en vez de lidiar con "el verdadero problema, que es dejar de quemar carbón, petróleo y gas y dejar de subvencionar los combustibles fósiles".

Otro de estos atajos es la compra de derechos de CO2. España, por ejemplo, gastó en ello más de 800 millones de euros entre 2008 y 2012. Logró cumplir con Kioto, pero poco tuvo que ver con las políticas públicas y mucho con la crisis económica. En 2007 — antes de entrar en recesión — España emitía un 52 por ciento más de gases de efecto invernadero que en 1990, tres veces y medio por encima de la cuota que le correspondía.

Muchas de las discusiones en la capital francesa estarán centradas en torno a la creación de un "Fondo Verde", es decir, de un instrumento económico por el que los países más ricos subvencionen a los menos ricos la implantación de medidas para el cumplimiento de los compromisos.

México, por ejemplo, ya ha dejado claro al presentar su propuesta de cara a la cumbre que reduciría sus emisiones para 2030 en un 22 por ciento , si recibe para ello unos 15.000 millones de dólares, en un 36 por ciento. Algo similar ocurre con Marruecos: se compromete a bajar un 13 por ciento, pero se ve capaz de hacerlo un 32 por ciento con la ayuda de 35.000 millones de dólares.

"Sólo tenemos un planeta. No hay plan B", dijo Obama al anunciar su iniciativa. El plan A se negociará en París.

Sigue a Antonio Pita en twitter: @Antonio__Pita