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Regresó a Bosnia desde España: ‘La mayoría de los refugiados prefiere volver a su país’

Hablamos con algunos refugiados que bien por la guerra o por estar perseguidos políticamente, tuvieron que abandonar sus países de origen y buscar asilo político en España. Todos apelan a la solidaridad para hacer frente a la crisis de refugiados...
Migrantes llegan a la isla griega de Lesbos el 7 de septiembre de 2015. (Petros Giannakouris/AP)

Amela Adilovic sólo tenía 8 años cuando abandonó Sarajevo justo después de que se aprobara en referéndum la independencia de Bosnia y Herzegovina respecto de Yugoslavia en marzo de 1992. "Mis padres decidieron mandarme a mi y a mi hermano una semana a Macedonia, a casa de unos amigos de la familia, hasta que se calmaran las cosas", relata Amela a VICE News.

Su hermano y ella después sabrían que tuvieron la fortuna de tomar el que sería uno de los últimos vuelos desde el aeropuerto de Sarajevo antes que estallara la guerra.

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Meses más tarde, la guerra no les permitió volver y pusieron rumbo a España junto a su tía y sus primos. "Nos acogieron muy bien, conseguimos una casa, pude ir a la escuela y como era muy niña me resultó todo muy fácil", explica. Sus padres, afortunadamente, acabarían por reunirse con ellos en España.

Chile podría acoger a familias de origen sirio — y no sería la primera vez. Leer más aquí. 

Hoy, ante las dramáticas imágenes de los desplazados, muchos de ellos sirios, que llegan a Grecia, Italia y Hungría por el mar Mediterráneo, esta bosnia rememora su historia y la de los suyos para pedir a Europa, pero sobre todo a España, el país que la acogió, que abra sus puertas sin condiciones y anteponga la solidaridad: "Esta situación requiere de humanidad y no de tanta burocracia y discusión entorno a las cuotas".

España está dentro del grupo de países europeos que reciben menos asilados y en 2013 rechazó más del 60% de las solicitudes de entrada de inmigrantes de toda la Unión Europea, según el V Informe Anual de Migración y Asilo de la Comisión Europea.

En ese mismo año 2013, el gobierno español acumuló 4.513 solicitudes, 1.925 más que en 2012 y 1.439 menos que en 2014. En el global de estos tres años sólo se resolvieron favorablemente 2.646 resoluciones de asilo y refugio, lo que es sólo un poco más de la mitad de las solicitudes recibidas únicamente en el año 2014, según los datos de los anuarios del Ministerio del Interior. Una cifra muy baja si se tiene en cuenta que justamente el año pasado hubo casi 60 millones de personas desplazadas forzadamente y cerca de 20 millones de refugiados, según datos facilitados por ACNUR. Los niveles más altos desde la II Guerra Mundial.

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Fue en este contexto, que el gobierno español rehusó inicialmente asumir la cuota de inmigrantes que la UE había fijado para España con el objetivo de distribuir aquellas personas llegadas a Grecia, a Italia y a Hungría que pudieran ampararse en el derecho de asilo entre diversos países europeos. Una postura que Rajoy rectificó tras su reunión con la presidenta alemana y máxima defensora del sistema de cuotas, Ángela Merkel, el pasado miércoles. Ahora y tras mostrar su predisposición a cumplir con sus responsabilidades europeas, España tendría que confirmar estar dispuesta a acoger a los 15.000 refugiados que la UE le propondrá para los próximos dos años.

Casos como el de Siwar Ala, un joven que con 21 años llegó a la ciudad española Ciudad Real en 2008 procedente del Kurdistán sirio, están en juego. Siwar se marchó de su país por las constantes intimidaciones que sufría debido a su condición de kurdo y a un más que tímido activismo.

"Cuando conmemoramos el aniversario de los ataques químicos de Sadam Hussein a la comunidad kurda la policía secreta nos grabó. Cuando celebramos el año nuevo kurdo según nuestra tradición la policía nos lanzó gases lacrimógenos", relata a VICE News este refugiado. La gente, añade, tiene miedo.

"Cuando un grupo de profesores de la universidad me interrogó por haber enseñado kurdo a unos chicos en el patio de la universidad, decidí que no quería poner en peligro a mi familia. Si eres sospechoso, los tuyos también lo son", asegura en relación a los casos de arrestos y detenciones injustificadas realizadas impunemente por el régimen sirio.

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"A nadie le gusta dejar su casa, irse a vivir a un sitio donde no comprendes nada y donde no conoces a nadie", asegura Amela. "Nosotros nos fuimos en cuanto se firmaron los acuerdos de Dayton [que pusieron fin a la guerra de Bosnia]. La mayoría de los refugiados prefiere volver a su país", añade.

Su caso no fue excepcional. "La mayoría de las familias bosnias refugiadas que conocíamos hicieron lo mismo. Ningún refugiado quiere quedarse en su país de asilo, casi todos vuelven", sentencia.

Más allá del infierno y de Hungría: recorremos las vías de tren con los refugiados. Leer más aquí. 

España acogió en su territorio a unos 2.500 refugiados sólo de Bosnia Herzegovina entre 1992 y 1994 mientras atravesaba la mayor crisis económica conocida en democracia y registraba casi dos puntos más de paro que en la actualidad, según publicaba Europa Press a finales del pasado mes de agosto.

Amela y su familia, sin duda, se beneficiaron de esa solidaridad. Ahora, queda por ver, si el viraje del gobierno español en política de refugiados es suficientemente drástico para volver a mostrar que la humanidad, como dice Amela, está por delante de la burocracia y, sobre todo, de la economía de los países desarrollados.

Siwar sigue en España mientras su país, que ya cuenta con 300.000 muertos, se desangra. Licenciado en bioquímica con estudios de nutrición y cinco idiomas, afortunadamente, hoy, su lucha es encontrar trabajo.

Sigue a Maria Altimira en Twitter: @MariaAltimira