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VICE World News

El senado de Carolina del Sur vota a favor de quitar la bandera confederada de su Capitolio

El estado de Carolina del Sur ha votado a favor de quitar la bandera confederada que lleva 50 años ondeando en su capitolio, por 37 votos a 3.
Imagen por Bruce Smith/AP

Los senadores debatieron durante toda una mañana el proyecto de ley S.879, que proponía quitar la bandera y trasladarla al interior del edificio, hasta "una habitación donde sea expuesta adecuadamente como una reliquia", mientras en el exterior, decenas de manifestantes - tanto a favor como en contra de la extracción - se concentraban en el césped y en las calles.

El debate se produjo días después de que un montón de estados y de corporaciones de todo el país se apresuraran a deshacerse de la bandera confederada - un símbolo histórico del esclavismo en el prebélico Sur que más adelante sería abanderada también por grupos racistas - de los edificios gubernamentales y de las estanterías de las tiendas. Sin embargo, los intentos por arrancar la bandera del estado de Carolina del Sur están siendo más problemáticos. La bandera está actualmente protegida por la Ley de Sucesiones del año 2000, y los intentos anteriores por quitarla de la cúpula del capitolio, donde ondeó entre 1962 y 2000, y por hacerlo también de todas las instalaciones del gobierno del estado, se ha encontrado con toda suerte de obstáculos burocráticos y de controversias.

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Nueve muertos en un tiroteo en una histórica iglesia afroamericana de Carolina del Sur. Leer aquí.

Sin embargo las voces por quitar la bandera del capitolio se propagaron el mes pasado, después de los asesinatos de Charleston. Muchos funcionarios, como el gobernador Nikki Haley, han hecho un llamamiento para que la bandera sea quitada, después de que un pistolero blanco masacrara a 9 feligreses negros en la iglesia Metodista Episcopal Emanuel, el pasado 17 de junio. El asesino clamó haber empezado una "guerra racial".

Las discusiones sostenidas en el senado el lunes, provocaron un inesperado giro de los acontecimientos. El senador republicano Lee Bright, quien había auspiciado una petición por proteger lo que él ve como un "símbolo de la herencia del Sur", arrancó la sesión arremetiendo contra el matrimonio homosexual, que fue legalizado en todo el país el mes pasado.

"Podemos hablar todo lo que queramos sobre la bandera, pero el demonio se está llevando a nuestra tierra por delante", proclamó Bright. Lo dijo poco después de vapulear a la Casa Blanca por su frívolo despliegue de los colores del orgullo gay - a los que describió como "los colores de la aberración" - en su exterior, después de que el Tribunal Supremo se proclamara a favor del matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Minutos después, el debate volvió a su curso gracias a los colegas de Bright. Éste se puso a hablar sobre cómo abordar las preocupaciones inherentes de algunos constituyentes. Por lo visto para algunos de ellos, la bandera rebelde es una parte importante de la historia del estado y debería de permanecer en las instalaciones del capitolio.

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El senador republicano Larry Martin cuestionó la aseveración. Dijo que la bandera no "había sido expuesta durante 100 años en las instalaciones del capitolio, sino que había sido plantada "de manera ofensiva para las celebraciones del centenario a principios de 1960. Luego fue mantenida por alguna resolución".

[Sale a la luz un vídeo del presunto asesino de Carolina del Sur a la salida del juzgado. Leer aquí.](http://Sale a la luz un vídeo del presunto asesino de Carolina del Sur a la salida del juzgado)

Martin dijo que la decisión de que la bandera siguiera ondeando fue tomada en 1962 por una cámara íntegramente compuesta de hombres blancos. Y que había sido así expuesta en oposición directa al movimiento de derechos civiles afroamericano, que empezaba a propagarse por todo el país. El movimiento exigía, entre otras cosas, "la integración de razas en las escuelas públicas".

La bandera se quedó allí durante casi 40 años como afrenta ante las manifestaciones y los boicots contra la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP). Así fue, hasta que el estado se comprometió a firmar una ley que exigía que la bandera fuera trasladada de la cúpula a los jardines, donde ondea actualmente, sobre un monumento en homenaje a los soldados confederados.

"Es parte de nuestra historia, como lo es para el país, pero necesita ser solo eso: una parte de nuestra historia. No es parte del futuro", afirmó Martin.

Los legisladores también mencionaron a su colega, el senador del estado Clementa Pinckney. Pinckney murió cuando Dylan Roff, de 22 años, abrió fuego contra los feligreses. Roof, que llevaba una bandera confederada en la matrícula de su coche, ha sido acusado, desde entonces, de nueve delitos de asesinato y permanece detenido sin posibilidad de fianza.

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"Perdimos a un hermano al que yo tenía como la consciencia de este senado", dijo el senador demócrata Gerald Malloy en recuerdo de Pinckney.

El senador demócrata Vincent Sheheen, quien había co-promovido que el proyecto de ley se debatiera dijo que: "Nuestro amigo fue asesinado por el color de su piel".

"Todavía existe una intolerancia silenciosa", dijo. "Tenemos que tomar todas las medidas necesarias para cambiarla. [Quitar la bandera] es un pequeño paso para reducir la cultura de la división".

Sheheen también se refirió a la larga batalla que la bandera mantiene con la esclavitud y con el racismo institucionalizado que se infiltró en los estados confederados de Norteamérica.

"Si la esclavitud fue el pecado original de Estados Unidos, entonces Carolina del Sur es el lugar donde recogimos esa fruta y donde nos la hemos comido una y otra vez", añadió. "No deberíamos aprobar esta ley porque lo digan ciertas figuras a nivel nacional, ni porque hayamos estado recibiendo correos electrónicos, o presiones de un lado o de otro. Os estoy pidiendo que aprobemos esta ley… por una simple razón: porque es lo correcto.

Para ser aprobada, la ley requería dos tercios de mayoría - o, la menos, el apoyo de 30 senadores. Ahora será trasladada al congreso donde también necesitará el apoyo de dos terceras partes - o, al menos, de 75 representantes - para aprobar la ley antes de que llegue a la mesa del gobernador.