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Si compras un perro puede que estés ayudando al crimen organizado

Cada año, organizaciones criminales introducen clandestinamente miles de cachorros en Gran Bretaña. El negocio crece cada vez más, lo que ha provocado que los vendedores desarrollen estrategias cada vez más sofisticadas para esconder su actividad.
Chiots en quarantaine. Photo via Dogs Trust.
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La compra responsable de un perro implica que te preguntes cuánto tiempo, espacio y dinero estás dispuesto o dispuesta a dedicar a tu flamante mamífero peludo. Claro que si resides en Gran Bretaña y te quieres comprar un cachorro, deberás de responder a una pregunta cada vez más acuciante: ¿deseas financiar al crimen organizado y promover el maltrato? ¿ O no?

Cada año, bandas criminales introducen miles de cachorros clandestinamente en Gran Bretaña. Los mamíferos proceden, fundamentalmente, de Irlanda y de distintos países de Europa del este. Muchos de los perros son demasiado jóvenes para entrar legalmente en el país, y solo unos pocos de ellos han sido vacunados contra enfermedades contagiosas, como, por ejemplo, la rabia.

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Según Paula Boyden, responsable del servicio de veterinaria de la ONG Dogs Trust, el hecho de que cada vez más gente esté al corriente de este negocio ha provocado que sus vendedores estén empleando tácticas cada vez más sofisticadas para encubrir su actividad. Si hace unos años lo habitual era que los traficantes de animales se encontraran con sus futuros compradores en aparcamientos o en propiedades vacías — algo que, de hecho, siguen haciendo —, ahora los vendedores se dedican a embaucar a sus clientes para que no sospechen de la procedencia de su actividad.

Así, muchos vendedores se dedican ahora a alquilar y decorar casas para su negocio. Algunas veces, de hecho, los vendedores incluyen a la madre del cachorro en el paquete. Este, qué duda cabe, se trata, por la general, de una perra que no guarda parentesco alguno con el pequeño.

"Es un mercado demasiado exigente como para comportarte de manera completamente legal", explica Boyden a VICE News.

Boyden cuenta que en Gran Bretaña hay alrededor de 8 millones de perros que viven como mascotas, lo cual significa que cada año se necesitan 800.000 cachorros para mantener la población. Boyden considera que el país podría asumir tal demanda sirviéndose de sus criadores legales. Sin embargo, el voraz aumento de la demanda de razas cada vez más exóticas e insólitas, y la ausencia de un control estricto en las aduanas ha alumbrado este multimillonario negocio ilegal.

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La naturaleza clandestina del tráfico de perros hace que sea difícil determinar cuál es el número exacto de perros que entran en Reino Unido ilegalmente. Sin embargo, organizaciones como Dogs Trust y la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Animales (RESPCA en sus siglas inglesas), estiman que se trataría de decenas de miles, si no de más.

Según Boyden alrededor de un cuarto de millón de perros son registrados anualmente por el Kennel Club (KC), mientras que alrededor de 150.000 son rescatados por sociedades de defensa de los animales y por perreras — una suma que solo alcanza a la mitad de la cifra que la demanda exige anualmente. "¿Dónde están los 400.00 perros que faltan?", se pregunta Boyden.

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Algunos de ellos son facilitados por criadores homologados que no están registrados en el KC, mientras otros provienen de las camadas de cachorros que tienen los particulares. Por otro lado, en 2013, el estallido de un caso en Manchester descubrió la existencia de criaderos clandestinos de perros en el Reino Unido. Claro que muchos procedían del extranjero y se veían obligados a soportar viajes larguísimos antes de ser vendidos; o incluso, de ser abandonados, en aquellos casos en los que eran confiscados en los puntos de entrada.

"A los perros se les considera una propiedad, de manera que si te descubren y no quieres pagar el importe de la cuarentena, basta con que digas 'no lo quiero', y largarte", cuenta Boyden.

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Según Ian Briggs, inspector jefe de operaciones especiales en la RSPCA, los grupos implicados en el tráfico no responden a un único perfil, a pesar de que, a menudo, se trata de operaciones que arrancan de un modo doméstico y familiar. Con el tiempo, y de manera paulatina, las operaciones empiezan a ampliarse hasta convertirse en redes más sofisticadas, de las que participan conductores, veterinarios corruptos y personal empleado a tiempo completo en las granjas donde se crían los animales.

Lo que estimula la existencia del negocio son sus mayúsculos beneficios . Según Briggs los perros más buscados, como los más pequeñitos, pueden comprarse en el este de Europa por 25 euros y ser vendidos por casi 1.500 en el Reino Unido. De tal forma, hasta las operaciones a pequeña escala pueden reportar miles de euros a la semana.

Según Briggs, alrededor de 10.000 cachorros se importan legalmente de Irlanda para ser vendidos en Gran Bretaña, pero se cree que hasta cuatro veces más entran de manera ilegal. Según él, el número de cachorros llegados de Europa del este es todavía mayor.

Los perros nacen, a menudo, en condiciones deplorables, desprovistos de la higiene y de la atención médica necesarias, y sometidos a los mismos brutales maltratos a los que se somete a sus madres.

"Las madres son máquinas de parir. Son preñadas constantemente y se les arrebata a sus cachorros a una edad extremadamente temprana", cuenta Briggs a VICE News.

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Boyden cuenta como en uno de los casos que presenciaron los miembros de DogTrust, las camadas de perros eran metidas en armarios y que solo conocían la luz cuando algún cliente potencial se acercaba para negociar su posible transporte.

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Tal y como se subraya en un informe publicado por Dogs Trust en noviembre de 2014, el negocio se ha multiplicado en los últimos años y los delincuentes sacan cada vez mayor partido a los cambios introducidos en 2012 en la normativa europea sobre transporte de animales. (PETS, en sus siglas inglesas), que facilitó el transporte de cachorros al Reino Unido.

A los dueños se les permite entrar al país con un máximo de cinco cachorros, siempre cuando han rebasado las quince semanas de edad, lleven implantado un microchip y presenten la documentación pertinente que avale que han sido vacunados y desparasitados.

Sin embargo, DogTrust descubrió múltiples evidencias de documentos falseados durante una operación encubierta llevada a cabo en Lituanía y Hungría para elaborar un informe. La investigación también reveló que muchos veterinarios cobran suculentas mordidas para alterar las fechas de nacimiento de los perros y firman vacunas para perros que jamás han pasado una sola revisión médica. De tal modo, multitud de perros menores y sin vacunar consiguen entrar al Reino Unido.

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Boyden dice que la situación constituye una seria amenaza para la salud pública. De hecho, algunas de las enfermedades podrían ser contagiadas a humanos, como la rabia o la llamada echinococcus multiocularis, también conocida como la tenia del zorro. Briggs asegura que otras enfermedades como el moquillo o el parvovirus pueden resultar igualmente devastadoras para las camadas y para todos los perros infectados que hayan permanecido en las mismas zonas, cuando estas no han sido debidamente higienizadas.

En muchos casos, enfermedades como estas tan solo se manifiestan después de que los cachorros ya hayan sido vendidos, lo que provoca que sus dueños deban de hace frente a facturas de veterinaria astronómicas, que, muchas veces, generan altos niveles de angustia entre las familias de acogida.

"Imagínate a sus hijos despertándose temprano para ir a jugar con el perro y descubriendo al animal tendido en el suelo sangrando por cada orificio imaginable", ilustra Briggs.

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Los cambios introducidos por la PETS han incentivado el negocio de manera incontestable. Así lo prueba el informe elaborado por Dogs Trust gracias a las estadísticas facilitadas por el departamento de Medio Ambiente, Comida y Asuntos Rurales (DEFRA) del Reino Unido. Según sus datos, las flamantes regulaciones provocaron un aumento del 61 por ciento del número de perros que entró en Gran Bretaña entre 2012 y 2013. Igualmente, entre 2011 y 2013, el número de perros llegados de Lituania y Hungría creció en un 780 y en un 663 por ciento respectivamente. Y esas son solo las estadísticas de los perros que han sido legalmente declarados.

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Dogs Trust y el RSPCA también citan a Polonia y Rumanía como dos grandes exportadores masivos de perros. De hecho, la RSPCA se encuentra actualmente gestionando una petición al gobierno del Reino Unido para que este empiece a poner freno al desaforado negocio.

Briggs asegura que está al corriente de muchísimas artimañas empleadas para introducir cachorros en el país, como la de introducir compartimentos secretos en los automóviles. Igualmente, Dogs Trust denuncia en su informe la abundancia de negligencias en las aduanas de los puertos británicos. Según detalla el informe, los funcionarios apenas prestan atención a los perros que les pasan por delante de las narices, y que permiten que sean los mismos dueños de los animales quienes escaneen los microchips y comprueben que el número de identificación del animal coincide con el de la documentación.

En un sucesivo informe publicado en julio de 2015, Dogs Trust probaba la facilidad con que los perros entran en Reino Unido sin ser sometidos a control alguno. Así, habrían presentado muñecos de peluche con un microchip incrustado en su interior y provistos de papeles falsos hasta en tres ocasiones, sin que ninguno de los funcionarios reparara en la situación.

Los cambios introducidos por la PETS han incentivado el negocio de manera incontestable. Así lo prueba el informe elaborado por Dogs Trust gracias a las estadísticas facilitadas por el departamento de Medio Ambiente, Comida y Asuntos Rurales (DEFRA) del Reino Unido. Según sus datos, las flamantes regulaciones provocaron un aumento del 61 por ciento del número de perros que entró en Gran Bretaña entre 2012 y 2013. Igualmente, entre 2011 y 2013, el número de perros llegados de Lituania y Hungría creció en un 780 y en un 663 por ciento respectivamente. Y esas son solo las estadísticas de los perros que han sido legalmente declarados.

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Dogs Trust y el RSPCA también citan a Polonia y Rumanía como dos grandes exportadores masivos de perros. De hecho, la RSPCA se encuentra actualmente gestionando una petición al gobierno del Reino Unido para que este empiece a poner freno al desaforado negocio.

Briggs asegura que está al corriente de muchísimas artimañas empleadas para introducir cachorros en el país, como la de introducir compartimentos secretos en los automóviles. Igualmente, Dogs Trust denuncia en su informe la abundancia de negligencias en las aduanas de los puertos británicos. Según detalla el informe, los funcionarios apenas prestan atención a los perros que les pasan por delante de las narices, y que permiten que sean los mismos dueños de los animales quienes escaneen los microchips y comprueben que el número de identificación del animal coincide con el de la documentación.

En un sucesivo informe publicado en julio de 2015, Dogs Trust probaba la facilidad con que los perros entran en Reino Unido sin ser sometidos a control alguno. Así, habrían presentado muñecos de peluche con un microchip incrustado en su interior y provistos de papeles falsos hasta en tres ocasiones, sin que ninguno de los funcionarios reparara en la situación.

Otro grave problema que se ha detectado en el proceso de entrada es que las dos autoridades consagradas a controlar el incumplimiento de las normativas — la Autoridad para las Plantas y los Animales (APHA en sus siglas inglesas) y Trading Standars — no tienen a ningún funcionario trabajando en la aduana durante el fin de semana.

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En un comunicado enviado a VICE News, la APHA asegura que la responsabilidad de comprobar el cumplimiento de la ley de transporte de animales corresponde en primera instancia a la compañía que realiza el transporte.

"La APHA se toma muy en serio el incumplimiento de las normativas y aplica sanciones rotundas a todos aquellos que no cumplan con sus regulaciones", lee el comunicado Pese a todo, la autoridad hacia caso omiso de la solicitud de confirmación de si tenía o no a algún agente trabajando en la aduana durante el fin de semana.

Mientras tanto, el portavoz de la DEFRA, anunció la existencia de un plan de prueba realizado conjuntamente con Dogs Trust y las autoridades locales para encontrar nuevos hogares a los cachorros abandonados durante la cuarentena. El plan se está llevando a cabo desde el pasado mes de diciembre en el puerto de Dover, donde desembarcan la mayoría de los cachorros procedentes de Europa. Según anunció el portavoz, desde entonces ya se ha encontrado lugar para reubicar a 30 de los cachorros abandonados.

"El gobierno del Reino Unido se ha comprometido a combatir el tráfico de animales y a detener el aberrante negocio de venta de cachorros, así como de cualquier otra violación de la PETS. Gran Bretaña dispone de una de las aduanas para animales más dura de toda Europa", leía el comunicado.

'Jamás quedarían con nadie en un estacionamiento y pagarían 600 libras por una televisión sin recibo ni garantía; y sin embargo, sí lo hacen a cambio de un perro'.

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La delegación de Trading Standards en el condado de Kent, donde se encuentran el puerto de Dover y la entrada del túnel del Canal de la Mancha, se abstuvo de hacer declaraciones a VICE News.

Pese a todo, 30 perros siguen siendo una parte infinitesimal del número de animales que se introducen de manera ilegal anualmente en el país. Boyden y Briggs reconocen que existen varias autoridades que intentan combatir el negocio. Claro que ambos reconocen, igualmente, que la abundancia del tráfico que desfila por los puertos lo convierten en una misión casi imposible con las normas vigentes.

La RSPCA ha hecho un llamamiento a los vendedores de cachorros para que reciban números para ser identificados que deberán de ser publicados en boletines o anuncios clasificados. Así, la ausencia del número en cuestión podrá ser tomada como una advertencia para los compradores y para las autoridades.

Boyd considera que una adecuada medida de bienvenida consistiría en ampliar el periodo de espera para viajar después de que los animales hayan recibido la vacuna de la rabia, de tres semanas a tres meses. Teniendo en cuenta que la edad mínima para ser vacunados es de 3 meses, ello contribuiría a cambiar la edad mínima para entrar en Reino Unido de 15 semanas a 6 meses, lo cual facilitaría enormemente la tarea de las autoridades portuarias a la hora de poder calibrar la edad del perro.

Boyden considera que tal medida se ajustaría, además, al tiempo habitual de incubación de la rabia, de modo que también cumpliría las veces de prevención de la enfermedad. Lo que sí es cierto es que un movimiento así, no serviría de mucho para combatir el número de perros sin declarar que entran al país.

Pero mientras tanto, una de las herramientas más efectivas contra el negocio siguen siendo los soplos de gente y de veterinarios, que, según Boyden, serían la fuente del 90 por ciento de los casos de perros ilegalmente traídos a Londres

Brigss, por su parte, espera que el aumento de la concienciación ante el tráfico de perros provoque que mucha gente acepte el hecho de que el coste de comprar un perro a un vendedor legítimo que disponga de la documentación adecuada, es la mejor manera de luchar contra el maltrato animal y de tener garantías sobre la procedencia del animal.

'Jamás quedarían con nadie en un estacionamiento y pagarían 600 libras por una televisión sin recibo ni garantía; y sin embargo, sí lo hacen a cambio de un perro. No tiene ningún sentido', concluye.

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