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VICE World News

Sillas tigre, porras eléctricas y aceite de chile: los informes revelan que la policía china sigue torturando a los sospechosos

Un informe revela que los prisioneros son privados de sueño, colgados del techo, golpeados con martillos y torturados con porras eléctricas hasta que se avienen a confesar.
Imagen por Russell Christian/Human Rights Watch

China podría estar al borde de emprender medidas severas contra la corrupción, mientras se esmera en proclamar a gritos su enfática defensa del
"imperio de la ley"; sin embargo, los abusos desproporcionados siguen estando a la orden del día en las celdas policiales de todo el país, según desvela un gravísimo nuevo informe.

La organización internacional Human Rights Watch (HRW) ha recabado decenas de testimonios de gente detenida por la policía, quienes han confesado haber sido víctimas de torturas y de severos malos tratos durante sus interrogatorios, y durante su encierro bajo custodia policial previo al correspondiente juicio. Los testimonios, incluyen, además, las voces de familiares, abogados y ex funcionarios. Según parece, los abusos policiales todavía son un enorme problema, pese a las reformas instigadas por el gobierno chino en 2009 y 2010, después de las clamorosas reacciones públicas sobre la brutalidad en la aplicación de la ley.

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Los detenidos han sido forzados a pasar días encadenados a "sillas tigre" — asientos de hierro en los que se inmoviliza a la víctima durante días — , encadenados por las muñecas y tratados de manera abusiva por los "jefes de celda" — prisioneros que supervisan las celdas para la policía.

Gu Daoying, que dirige un negocio de apuestas en la provincia de Zhejiang relató a HRW que fue torturado después de haber pasado a disposición policial: "[Ellos] me esposaron de ambas manos y me metieron una paliza: los puñetazos y las patadas fueron lo de menos", aseguró. "[Un agente de policía] utilizó una porra eléctrica para golpearme durante seis o siete horas, más de cien veces. Me desmayé un montón de veces y perdí el control de mi vejiga. Más tarde dejó su porra eléctrica en el suelo y me obligó a arrodillarme sobre ella durante tres horas".

Otro sospechoso relató que los policías "me envolvieron las muñecas con un trapo y luego me esposaron, ataron una cuerda en la cadena que va de una esposa a la otra y me dejaron colgando de la polea del techo, sin apenas rozar el suelo con los dedos de mis pies. Me atizaron las manos con una porra eléctrica, e incluso llegaron a encajarme la barra en mi bolsillo derecho para alcanzar mis genitales… Pasados siete u ocho minutos ya no podía más y les supliqué que me dejarán bajar para poder entender lo que me estaba pasando".

Un tercer sospechoso, Zhang Chun contó a HRW que: "Me cubrieron la boca y me rociaron aceite de chile por los orificios nasales, hasta que corría por toda mi nariz, mi boca y mi cara.

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Un hombre de unos treinta años, Yu Zhenglu, dijo que fue detenido después de haber sido acusado de blanquear dinero, y que le fueron denegadas tanto la comida como su medicación durante cuatro días, pese a que padece de presión sanguínea alta. "También se encargaron de no dejarme dormir durante cuatro días y cuatro noches", dijo. "Los policías cambiaban los turnos cada cuatro horas, y tan pronto como cerrabas los ojos, te sacudían".

'Describen cómo la policía emplea toallas, libros, cascos y otros objetos para amortiguar el lugar de la herida, crear un dolor intenso y no dejar ninguna marca a la vista'.

El abogado de Pekín Shen Mingde dijo que existen incontables formas de tortura que siguen practicándose a día de hoy. "Por ejemplo, en el noreste de China, donde hace mucho frío, la policía despoja a los prisioneros de todas sus prendas, les amordazan, les pegan palizas, les golpean el recto y los genitales con porras eléctricas, les abofetean, les pegan y les patean.

Algunos abogados relataron a HRW que la policía se ha vuelto mucho más sofisticada en su técnicas de tortura, empleando métodos que dejan muy poco o ningún rastro físico. "Describen cómo la policía emplea toallas, libros, cascos y otros objetos para amortiguar el lugar de la herida, crear un dolor intenso y no dejar ninguna marca a la vista", relata el informe.

El sistema judicial chino favorece los abusos policiales, cuentan desde HRW. Los agentes pueden retener a los sospechosos hasta 37 días, momento en que deben de comparecer ante el juez. Entre el 70 y el 90 por ciento de los arrestados no tienen abogado y los abogados no tienen derecho a estar presentes durante los interrogatorios. Ni siquiera lo médicos ni los familiares tienen permitido el acceso.

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Maya Wang, una investigadora china que trabaja para HRW, contó a VICE News que, además de las horribles historias de abusos, lo que resulta perturbador es la "indiscriminada impunidad". "En todos los casos y de acuerdo con todas las personas con las que hemos hablado, existe una falta absoluta de responsabilidad policial", cuenta. "En algunos casos, de hecho, los agentes de policía son ascendidos y en otros, simplemente, se les concede un nuevo cargo".

China suscribió la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura en 1988 y lanzó campañas públicas durante la década de los noventa para frenar los abusos. En 2009 y en 2010 se emprendieron reformas legislativas y regulatorias, una vez fueron reveladas nuevas formas de brutalidad policial que desataron el clamor popular. El empleo de los "jefes de celda" fue prohibido y se introdujo una "regla de exclusión" que prohibía el empleo de cualquier evidencia recabada durante la tortura.

El ministerio de Seguridad Pública, que es responsable de la policía, aseguró que el uso de confesiones coercitivas se ha rebajado considerablemente como consecuencia de las reformas. Sin embargo, HRW ha examinado cerca de 158 mil sentencias judiciales emitidas entre el 1 de enero y el 30 de abril de 2014 y descubrió que los sospechosos alegaban haber sido torturados por la policía en 423 casos; de entre todos ellos, en solo 23 se habían descartado las evidencias obtenidas bajo tortura, y ninguno de ellos terminó en absolución.

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Mientras tanto, uno de los temas fundamentales abordados en la reunión anual a puerta cerrada del comité central del Partido Comunista, que se celebró el pasado mes de octubre, era el imperio de la ley, que el gobierno aseguró que sería completamente establecido para el año 2020. El presidente chino Xi Jinping lanzó una masiva campaña anti corrupción después de ascender al poder, al termino de la cual se presentaron cargos oficialmente contra el antiguo responsable de Seguridad, Zhou Yongkang. China tiene programado comparecer en noviembre de este año ante el comité contra la Tortura (CAT).

Wang declaró a VICE News que "teniendo en cuenta que existe un compromiso a tan alto nivel contra las condenas negligentes — pues lo que quieren es restaurar la confianza pública en el sistema judicial — tendría que existir una mayor voluntad política de introducir responsabilidad".

Según Wang, el informe demuestra que las reformas acometidas recientemente han fracasado de manera rotunda en su intento de "eliminar las torturas rutinarias" de los sospechosos retenidos bajo custodia policial. En lugar de ello, comenta Wang "lo que hemos observado es que la policía se ha adaptado a esas medidas".

"Creemos que los cambios en la ley han sido introducidos en el seno de un sistema de justicia criminal que es fundamentalmente abusivo y que — después de presentados estos cargos — el uso de la tortura sigue siendo un problema grave. Hay ciertos aspectos fundamentales del sistema criminal chino que resultan muy perturbadores debido a su ausencia de garantías de protección. Por ejemplo, la policía puede retener a los sospechosos hasta un máximo de 37 días… Esa clase de detención sin la posibilidad de ver a una abogado, concede a la policía muchísimas oportunidades para abusar de los detenidos.

En uno de los insólitos casos de responsabilidad pública, el gobierno chino fue obligado a pagar una compensación en 2010, después de que la víctima de un asesinato de 57 años, Zhao Zuohai, que estaba cumpliendo una sentencia de cadena perpetua, apareciese viva. Zhao proclamó que la policía le había propinado palizas y torturado para que confesara un crimen por el que terminó cumpliendo 11 años de condena. Su mujer se volvió a casar mientras él estaba en prisión, mientras varios de sus hijos fueron adoptados por otras familias.

Wang dijo a VICE News que uno de los factores que más está entorpeciendo una reforma exhaustiva era el miedo del Partido Comunista a perder su proverbial control sobre los asuntos públicos del país. "Mientras el sistema judicial continúe bajo el control del partido y mientras el Partido cuente con incentivos para mantener la estabilidad política en cada región y dependa de la policía para sostener esa estabilidad, la policía seguirá teniendo un amplio margen para seguir haciendo lo que quiera a la hora de imputar crímenes y seguir basándose en confesiones", afirmó.

Igualmente Wang advirtió que el informe no incluía ninguna entrevista con antiguos prisioneros del Tíbet o del Sinkiang, y que excluía también de sus páginas a los prisioneros políticos. El HRW está convencido de que estos son quienes "sufren los abusos más graves y más violaciones durante sus procedimientos criminales".

Sigue a Sally Hayden en Twitter: @sallyhayd