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En Siria también beben mucho mate, y no parece que la guerra frene su consumo

La exportación de mate a Siria sigue creciendo a pesar la cruenta guerra civil que asola el país desde de 2011. VICE News habla con varios expertos sobre los orígenes del consumo de esta yerba en Oriente Próximo.
Un combatiente rebelde del Ejército Libre de Siria toma mate en el barrio de Selahaddin de Alepo el 21 de enero de 2013. (Imagen por Témoris Grecko)

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Una foto de un recipiente de mate improvisado por rebeldes sirios con un obús en las montañas de Latakia circula entre usuarios de redes sociales de ese país. Emoticonos sonrientes de Facebook acompañan la imagen, fácilmente reconocible para los locales, pues el mate es un producto tan arraigado en Siria que muchos en el país creen que es una yerba autóctona.

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Lejos de desplomarse, el consumo de mate argentino se incrementó en ese país en 2011, el año en el que empezó la guerra ahí, de acuerdo a los datos aportados a VICE News por Pablo Fodaro, gerente de la Cámara de Comercio Argentino Árabe. Sólo en 2013 las exportaciones de Argentina a Siria sufrieron un descenso.

En 2014 la exportación se incrementó en 1.000 toneladas respecto al año anterior, situándose en cifras superiores a las de 2010. Y en 2015 se disparó hasta las 27.000, según cifras de la Secretaría de Desarrollo Rural del país latinoamericano. No en vano, Siria es el primer país importador del producto.

Cabe apuntar que el primer país productor de esta yerba no es Argentina, sino Brasil, aunque la mayor parte del mate consumido en Siria viene del primer país.

En Siria, 250 gramos de mate cuestan 450 libras sirias; unos 2 dólares. En 2011 el sueldo mínimo en este país se situaba sobre las 10.000 libras sirias: alrededor de 150 dólares.

De mantenerse un baremo de ingresos parecido tras todos estos años de guerra, el consumo diario de mate durante un mes tendría un coste de 8 dólares, a razón de 250 gramos semanales. Esto implica una inversión de más del 5 por ciento del propio sueldo, de media. No es un producto al alcance de todos.

Mohamed, un joven de 21 años afincado en la norteña y mediterránea ciudad siria de Latakia, bajo control del régimen de Bashar al-Assad, asegura que es fácil encontrar mate en casi todos los mercados y tiendas, y que suele haber de tres tipos.

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"Yo suelo beberlo una vez al día durante la tarde, pero hay gente que lo consume durante todo el día más de 10 veces", explica Mohamed a VICE News. De acuerdo a su mismo testimonio, durante la tarde es el momento en el que la mayor parte de los sirios consumen esta yerba.

Según él, su provincia, junto al gobernorado de Tartus, también a orillas del Mediterráneo, y Sweida, al sur del país, son los sitios en los que más mate se consume. Todos ellos tienen en común el hecho de estar bajo control del régimen sirio.

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Mohamed nos hace llegar esta foto desde Latakia. Es el el mate que consume habitualmente.

El responsable de gobernanza de la Casa Árabe española y licenciado en Relaciones Internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Karim Hauser, tiene una hipótesis al respecto.

"Si vemos el abastecimiento de cualquier producto veremos que las regiones pro Assad tienen más facilidades para comprar miel, mantequilla o azúcar que las regiones contrarias al régimen", destaca Hauser a VICE News. Se trata de una sencilla cuestión geográfica y política, según él.

Una opinión con la que coincide el investigador Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Juan José Vagni: "En la zona que está bajo control gubernamental las redes comerciales siguen operando".

Pero añade algunas consideraciones: para él, la comunidad árabe argentina, mayormente de tradición cristiana, es más proclive a apoyar a Al-Assad que a grupos opositores.

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"La afinidad de los cristianos con el régimen de Bashar al-Assad opera allá y opera en América Latina, porque acá, en general, la diáspora ha sido bastante pro régimen de Bashar al-Assad. En la colectividad son más los sectores que han apoyado al régimen que los que lo han criticado", añade Vagni.

El investigador argentino explica a este medio que las colectividades, nombre que toman las comunidades con raíces foráneas en Argentina, actúan como lobbies a nivel político, sobre todo aquellas relacionadas con Oriente Medio.

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Juan José Vagni entiende que en los últimos años su presencia en la vida pública ha devenido mucho mayor tras la cesión de espacios institucionales y cuotas de poder en la administración gubernamental, surgiendo de ahí diálogos que antes no existían. También apunta a cuestiones simbólicas, como el hecho de que Cristina Fernández de Kirchner, la anterior presidenta, visitara una mezquita.

Y es que el de las migraciones árabes es un fenómeno de ondas raíces en América Latina.

"Desde finales del siglo XIX y sobre todo en el siglo XX hubo una serie de oleadas de Oriente Medio a las Américas. No sólo América Latina, sino también a Estados Unidos y Canadá. Fueron árabes que viajaron, en aquella época, con documentos del Imperio Otomano, de ahí que muchas veces se les llamara erróneamente turcos", explica Karim Hauser.

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Era una migración venida principalmente de Palestina, Siria y el Líbano. Como bien recuerda Hauser, su integración fue tal que algunos de ellos llegaron a ser presidentes: es el casos de Carlos Menem en Argentina o de Julio César Turbay en Colombia.

La mayoría de ellos provenían de linajes de tradición cristiana, sobre todo cristiano-ortodoxa.

Vagni refiere a las colectividades con el término "burguesía de recambio": una comunidad que consigue acumular capital y formar una sociedad más moderna en un contexto de economías agrarias, en contraposición a los terratenientes agrarios de origen hispánico que dominaban esa provincia. De ahí su progreso en el terreno político en el norte del país, donde asientan linajes de intendencias y gobernaciones ocupadas por cargos de ascendencia árabe.

En paralelo a ese proceso, y con la desintegración del Imperio Otomano en las primeras dos décadas del siglo XX, el fenómeno migratorio se invierte, y muchos de los árabes cuya herencia cultural ya se había ido diluyendo por la voluntad de sus padres de integrar a sus hijos en la sociedad de acogida se plantean volver. Y con ellos llevan costumbres de los países que les vieron crecer, que acaban confundiéndose con las costumbres de las tierras de sus ancestros. El consumo de mate es un ejemplo paradigmático de ello.

Según Juan José Vagni, en Argentina las relaciones comerciales están muy mediatizadas por las colectividades de ascendencia árabe.

"Son redes familiares y empresariales que funcionan a través de las diásporas: no me cabe duda. Porque el entramado empresarial argentino no le ha interesado lo suficiente Oriente Medio", sostiene Vagni.

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