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Soldados, espías y policías lanzan una campaña para legalizar las drogas en el Reino Unido

VICE News ha asistido al lanzamiento en el parlamento británico de LEAP UK, un colectivo formado por ex agentes de la policía secreta, militares y policías, que pretenden reformar las leyes sobre drogas en las islas británicas.
Photo par Daniel Karmann/EPA
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"Alrededor del 50 por ciento de los miembros del gobierno actual ha consumido drogas en algún momento, pero se las ha arreglado para no ser descubierto", explicó el diputado británico Norman Lamb ante un auditorio repleto de usuarios de drogas medicinales, ex adictos y políticos, en el interior del parlamento británico, el pasado lunes.

Lamb habla durante la presentación del flamante colectivo Fuerzas del Orden contra la Prohibición (LEAP UK en sus siglas inglesas) — una formación integrada por ex miembros de la policía secreta, militares y policías que han decidido organizar una campaña para conseguir que se reforme la ley antidrogas del Reino Unido.

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Esta nueva facción de un grupo de presión internacional fundado originalmente en 2002 por cinco policías del Canadá y de Estados Unidos pretende concienciar a la población acerca de lo que ellos definen como el fracaso de la política antidrogas actual. LEAP UK considera que la prohibición es demasiado costosa, ineficaz, que provoca la proliferación de traficantes y de cárteles, y que, además, es inútil para atajar el problema de la adicción.

En el polo opuesto, los detractores de la legalización aseguran que la criminalización funciona como medida disuasoria, y que el consumo de otras drogas blandas, como el cannabis, allana el camino hacia el consumo de sustancias más peligrosas, como la heroína. Según ellos, legalizar las drogas sería como lanzar un mensaje equivocado e incitaría a la adicción.

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LEAP, por su parte, dice que quiere "reducir la delincuencia, las enfermedades, las muertes y las adicciones". Su director ejecutivo, Neill Frankin, ex entrenador de policías del departamento de narcóticos en la policía de Maryland, asegura que su objetivo es "terminar con la política social más destructora desde el esclavismo — la lucha contra las drogas".

"Nuestros miembros han luchado en la primera línea de la guerra más larga del mundo", ha proclamado en la habitación número 10 de la Cámara de los Lores británica.

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Annie Machon, ex agente de los servicios de inteligencia británicos, el MI5, y miembro de la directiva LEAK UP asegura que el tiempo que ha trabajado en los servicios de inteligencia le ha demostrado una cosa: que la lucha contra las drogas es un "abyecto fracaso". Según cuenta, mientras trabajaba en los servicios de aduanas y decomisos había aprendido hasta qué mundo el terrorismo y el narcotráfico están solapados, van de la mano, un fenómeno democrático, plural e indiscriminado que sucede en Afganistán, Colombia, en el noroeste de África y en Irlanda del Norte.

"La prohibición es el sistema perfecto para que quienes se benefician de ese mercado protejan a millones o a miles de millones de personas por todo el mundo", cuenta.

Neil Woods, presidente de LEAP UK, ya había hablado con VICE de los 14 años que se pasó trabajando en el departamento de narcóticos de la policía secreta — lo hizo entre 1993 y 2007 —. Normalmente se hacía pasar por adicto al crack o a la heroína. "Todo lo que hice como secreta fue una pérdida de tiempo", explica. "Todo lo que conseguí fue que las vidas de los más vulnerables se volvieran todavía más insoportables".

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Lamb, que es miembro del parlamento por los Liberal Demócratas y ex ministro de la cartera de salud mental en el Ministerio de Salud, cree que no sirve de nada imputar a consumidores de droga con problemas de salud mental — de hecho, le parece una política "espectacularmente estúpida".

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Según Lamb las imputaciones relacionadas con la droga destruyen a menudo el futuro de jóvenes que están siendo criminalizados por hacer algo que solo les perjudica a ellos mismos.

Lamb recuerda que ha visto drogarse a muchos políticos que han eludido ser imputados: "me parece que es el súmmum de la hipocresía". Lamb acusa a los políticos británicos de vivir "fuera de la realidad" y añade que: "creo que la mayoría de la gente va por delante de los políticos en cuestiones como esta".

"Reconozco que algunas drogas son peligrosas, que el uso excesivo de según qué sustancias puede entrañar varios peligros", comenta Lamb. Claro que, a su juicio, se trata de una problemática de "salud pública". En cuanto a él, como consumidor, también lo tiene claro: "preferiría comprar en un mercado regulado donde supiera qué es lo que estoy comprando exactamente".

Lamb también elogió a LEAP: "me parece que si quienes han trabajado en las fuerzas del orden defienden la legalización es porque saben de lo que hablan mucho más que cualquier político".

Patrick Hennessy, que combatió en Afganistán con el ejército británico comenta que "yo batallé en una guerra que estaba pasada de moda, cuando todavía había aviones, bombas y bayonetas". Para él, la llamada guerra contra las drogas es "estúpida".

Hennessy comenta la experiencia de tener que despedir a uno de tus mejores soldados, un joven e 21 años que no pasó el test de consumo de drogas. El joven había consumido un éxtasis en un festival musical británico después de haberse pasado siete meses en Afganistán, donde varios de sus colegas habían muerto. Para Hennessy, tal es un claro ejemplo de cuán defectuosa es la ley actual.

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James Duffy aporta la mirada escocesa sobre la ley. Duffy es un inspector de policía retirado y ex presidente de la federación policial de Strathclyde. Según él la prohibición ha sido un "fracaso", Duffy se unió a la policía en 1975 y trabajó durante 32 años. En Escocia, cuenta, había alrededor de 55.000 heroinómanos y tener a uno de ellos en prisión durante una semana cuesta 1.400 euros. Sacar las cuentas es doloroso.

Al mismo tiempo, advierte, la industria del whiskey escocés recibe el apoyo más entusiasta del gobierno. Se estima que cada año, en Escocia, mueren 1.500 personas por problemas relacionados con el alcohol, mientras que 10.000 mueren por enfermedades provocadas por el tabaquismo. Duffy asegura que, sin embargo, no hay rastro de muerte alguna provocada por consumo de cannabis en todo el Reino Unido. "Estamos yendo contra los objetivos equivocados".

Neil Woods haciéndose pasar por un adicto durante una de las largas temporadas en que trabajo como policía secreta. (Imagen vía Neil Woods)

Michael Shiner de StopWatch, un grupo activista que investiga y monitoriza la vigilancia policial, asegura que la reforma de la ley de estupefacientes hace tiempo que tendría que haberse abordado y que cree que la legislación en materia de drogas y la vigilancia policial "son más nocivas que beneficiosas", además de que "tienen un impacto desproporcionado entre los más castigados".

Según cuenta, StopWatch llevó a cabo un estudio con cifras de 2010 y estas concluyen que una persona negra tiene 6 veces más posibilidades de ser detenida que una blanca para ser sometida a un registro policial. Lo más paradójico del caso es que los estudios demuestran que los negros se drogan menos que los blancos — lo cual, según Shiner, es la prueba de que las leyes antidroga se aplican de manera injusta y desproporcionada.

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Otro de las voces que se escuchan en la sala es la de Rose Humphries. Rose cuenta que sus dos hijos se iniciaron en las drogas cuando eran jóvenes. Empezaron con cannabis, anfetaminas y con setas mágicas. Sin embargo, no se detuvieron y ambos terminaron convertidos en heroinómanos. Su hijo Roland murió hace 12 años. Tenía 23 y estaba en la lista de espera para entrar en un programa de metadona. Estaba en casa de un amigo y a día de hoy Rose todavía se pregunta si el retraso con que llamaron a la ambulancia tuvo que ver con el temor de sus compañeros a gestionar el incidente con la policía. Su otro hijo, Jake, consiguió superar su adicción durante 7 años. Entonces padeció una recaída. Murió solo de sobredosis de heroína, en 2014. Tenía 37 años.

"Yo solo espero que podamos cambiar las leyes" cuenta Rose. En este sentido, considera que la legalización podría evitarle el dolor y las lágrimas a otras familias. Ese es el motivo por el que quiero que las drogas se regulen".

Faye Jones es consumidora de cannabis con fines terapéuticos. Pertenece a la Alianza de Pacientes Unidos. "A mí no solo me preocupa el hecho de que las fuerzas del orden se puedan presentar un día en la puerta de mi casa para arrestarme", cuenta. Si lo hicieran "se llevarían las dos cosas que más me hacen falta en mía día a día: mis medicinas — o sea, mi cannabis, y mi permiso de conducir".

Jones asegura que si fuese la víctima de algún delito violento le daría miedo llamar a la policía solo por esos dos motivos.

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