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Cómo la industria tabaquera ha aprendido técnicas para ocultar información de las grandes petroleras

Las artimañas de la industria del tabaco para omitir información sobre los efectos nocivos de sus productos no son nuevas. Diversos documentos sugieren que las tabaqueras utilizan técnicas similares a las que ya usaron las grandes corporaciones...
Derrame de petróleo del BP Deepwater Horizon en el Golfo de México, a 80 kilómetros de la costa de Luisiana. Imagen por Bevil Knapp / EPA
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A lo largo del año pasado varias informaciones revelaron que las grandes corporaciones petrolíferas de Estados Unidos están sobradamente advertidas de los riesgos del cambio climático [en relación a la actividad que desarrollan] desde hace varias décadas. No era la primera vez que esta cuestión saltaba a la palestra.

Ahora, diversos observadores habrían detectado que en las tabaqueras estadounidense está pasando exactamente lo mismo. La industria del tabaco, de hecho, se vio obligada a avenirse a un acuerdo judicial multimillonario en los años 90 por haber intentado sembrar las dudas sobre los riesgos de su nocivo producto, y por haber negado públicamente los peligros que entrañaba el consumo de tabaco, unos peligros que sus propios científicos ya les habían revelado en privado.

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Ahora parece que existía un motivo para que todo resultara así.

Los investigadores legales han encontrado montañas de documentos que demuestran que durante la época en que empezó a extenderse la preocupación sobre los daños podía ocasionar el tabaco entre sus consumidores, los responsables de la industria tabacalera acudieron a las mismas sucias tácticas que ya habían puesto en práctica sus homólogos en la industria petrolífera. Los petrolíferos, de hecho, negaron en su día que la emisión de carbono producida por la quema de combustibles fósiles entrañara riesgo alguno para la atmósfera de la Tierra.

'Nos han dejado conmocionados. No solo una vez, sino una detrás de otra'.

Para Carroll Muffett, responsable del Centro para las Leyes Medioambientales, tales revelaciones fueron toda una sorpresa. Para ella no era nada nuevo que las dos industrias habían colaborado, pero la mayoría de la gente había dado por supuesto que la estrategia se había propagado en la dirección contraria — o sea, que las corporaciones tabacaleras habían urdido el plan y que las grandes petrolíferas les habrían emulado más adelante.

"Nos han dejado conmocionados. No una sola vez, sino una detrás de otra", cuenta Muffett, cuyos investigadores se han pasado cuatro años revolviendo archivos corporativos y universitarios para recabar lo que ha convenido en llamar como los papeles "del Humo y del Vapor". Claro que "visto retrospectivamente, no tendría que haber sido así".

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Otros investigadores ya habrían señalado las conexiones entre la industria tabacalera y la del petróleo en la última década. Gretchen Goldman, una analista líder que trabaja para el Centro para la Ciencia y la Democracia en el Sindicato de Científicos Alarmados, ha asegurado que la nueva documentación refuerza aquellos vínculos, pero que le añaden todo un nuevo giro.

"Se ha dado la vuelta a la tortilla a la idea de que la industria petróleo había emulado las prácticas de la del tabaco, y que, por lo tanto, eran menos deleznables que sus homólogos", ha dicho.

La organización de Muffet se ha pasado cuatro años rebuscando en las primeras investigaciones existentes en los archivos de la industria del petróleo sobre las emisiones de carbono y el cambio climático. Esta semana ha asistido a la publicación de la tercera ronda de documentos, los que corresponden a la serie "del Humo y del Vapor", que detalla todo lo que las corporaciones petrolíferas estadounidenses sabían de los peligros que entrañaban las emisiones de carbono. Lo sabían desde mucho antes de que el cambio climático se convirtiera en una preocupación mundial.

Muffet ha comentado que ambas industrias se han comportado proverbialmente como enemigos íntimos. De hecho, en ocasiones, los asediados ejecutivos de la industria del tabaco se han mostrado celosos de la consideración que merecían sus homólogos. En otras ocasiones, unos y otros han intentado repartirse la culpa, desviar las acusaciones sobre los problemas para la salud y el medioambiente relacionadas con sus productos.

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Compañías tabacaleras como Philip Morris se aproximaron en la década de los 50 a gigantes del petróleo como Shell y a los ancestros corporativos de lo que hoy se ha convertido en Exxon Mobil para ayudarles a analizar los componentes del humo del tabaco y del alquitrán, tal y como revelan los documentos.

Tanto Shell como Exxon también diseñaron filtros de cigarrillos empleando fibras procuradas por las petrolíferas, como también compulsan los documentos. La industria del petróleo también habría intentado ignorar las preocupaciones existentes sobre la polución del aire y sobre el uso del plomo como aditivo de la gasolina, una batalla que, finalmente, terminarían perdiendo en los años 70.

Muffett cuenta cómo la relación que ambas industrias establecieron se había basado en compartir tecnologías y como tal relación, no tardaría en desembocar en compartir, igualmente, su estrategia en materia de Relaciones Públicas.

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"La industria del tabaco ha representado hasta hoy el paradigma del encubrimiento corporativo, el auténtico e inequívoco paradigma de una conspiración que se desplegaría por la totalidad de su industria", añade. "La importancia de estos documentos es que demuestran claramente que fue la industria del tabaco la que observó y aprendió de la industria del petróleo y no al revés".

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Quizá, quizá no, asegura Louis Kyriakoudes, historiador especializado en el tabaco, y actualmente director del Centro de Investigación Albert Gore, en la universidad de Tennessee. Por ejemplo, la industria del tabaco conocía desde antes de los años 50 que había problemas con sus productos, cuenta.

"Se trata de una línea de investigación muy excitante, y es muy excitante que apunte en nuestra dirección de semejante manera", asegura Kyriakoudes, quien ha testificado en varias demandas presentadas contra la industria tabacalera. Claro que según él, la cuestión sobre quien sentó las bases del engaño es menos importante que la manera en que se jugaron las cartas.

'Existen algunas técnicas comunes que han sido empleadas por las dos poderosas industrias y que ambas siguen, de hecho, empleando a día de hoy'.

"Hacia la década de los 50 ya quedó claro que ambas industrias comparten una estrategia original. Ambas acuden a las demostraciones científicas para promover sus verdades", explica Kyriakoudes. "Existen algunas técnicas comunes que han sido empleadas por las dos poderosas industrias y que ambas siguen, de hecho, empleando a día de hoy".

El instituto estadounidense del Petróleo, la asociación empresarial líder de la industria del petróleo, se ha abstenido de hacer declaraciones. Tampoco lo ha hecho Philip Morris, cuya cúpula ejecutiva aparece prominentemente en los documentos.

Claro que el portavoz de ExxonMobil, Alan Jeffers ha comentado a VICE News a través de email que "rechazamos todas estas teorías de la conspiración que llevan tanto tiempo siendo desmentidas, y que pretenden retratar legítimamente las observaciones científicas y las diferencias en materia de política. Las rechazamos hace una década y las seguimos rechazando hoy".

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Los fiscales de al menos 17 estados de Estados Unidos están investigando actualmente si ExxonMobil habría engañado a sus inversores sobre el cambio climático y sobre las potenciales y determinantes consecuencias que este podría tener en la compañía. La empresa asegura hoy que el riesgo "es evidente y garantiza la acción", pero que ha combatido los intentos de sus accionistas por determinar hasta qué punto sería arriesgado.

La primera entrega de los documentos del Humo y del Vapor documentaba el proceso según el cual los investigadores principales habrían verificado las consecuencias del dióxido de carbono y de otros derivados de la quema del petróleo, la gasolina y el carbón en la atmósfera durante la década de los 50; la segunda entrega, publicada en mayo, mostraba cómo la industria habría investigado qué tecnologías podrían ayudarla a reducir las emisiones durante la década de los 60 — pero que en última instancia prefirió ahorrarse la inversión y cuestionar el rigor científico de la campaña de los defensores del cambio climático.

Goldman asegura que los documentos sugieren que mientras Exxon "podría haber sido uno de los actores principales" en la "estrategia", lo cierto es que "tampoco era el único implicado". Y respecto a la industria tabacalera, que cualquier futuro juicio podría obligar a las petrolíferas a desvelar sus propios archivos".

"Para mí, lo que todo esto ha conseguido es arrojar una luz mucho más positiva en la dilatada y profunda conexión de las dos industrias, y demuestra que su vínculo es mucho más organizado y deliberado de lo que habíamos visto hasta ahora", concluye.

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