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ESPAÑA

Tratar la pedofilia, el origen de los casos de pederastia que han reavivado la alarma social

La alarma social que ha generado la revelación de diversos casos de pederastia en España, nos obliga a analizar de cerca el fenómeno de la pedofilia, las razones que conducen al enfermo a abusar y las soluciones para tratar a estos delincuentes.
Operación policial contra la pedofilia desarrollada en España. (Imagen vía Policía Nacional)
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Las alarmas siempre se activan cuando el destello de las llamas alumbra una realidad. Por eso, ante la alerta social causada en España por los presuntos casos de abusos sexuales contra menores cometidos por diversos profesores en las escuelas barcelonesas de Los Maristas, la investigación del caso Romanones, un clan de curas y seglares que habrían abusado de un monaguillo cuando tenía entre 14 y 17 años en Granada, y la reciente detención de seis personas en una operación de la policía española contra la explotación sexual infantil, los españoles vuelven su mirada hacia el fenómeno de la pedofilia.

Pero lo cierto es que sabemos poco de la pedofilia, la atracción erótica y sexual que una persona adulta, normalmente un hombre, siente hacia niños o adolescentes y que está en la raíz de los casos de abusos que últimamente han acaparado la atención pública.

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Si la pedofilia es la patología relativa a este deseo sexual parafílico, la pederastia es la acción de saciarlo, lo que implica que el pedófilo es incapaz de controlar el deseo y que, en consecuencia, comete un delito. El Código Penal español castiga a los adultos que mantienen relaciones sexuales con menores de 16 años, edad a partir de la cual las relaciones consentidas por parte del menor no están penadas.

Lo datos disponibles apuntan a un problema de grandes dimensiones. De acuerdo con el informe oficial más completo y riguroso sobre este fenómeno, publicado en 1994, un 22,5 por ciento de las mujeres y un 15,2 por ciento de los hombres españoles habrían sufrido abusos durante su niñez.

Sin embargo, para Félix López Sánchez, autor de este estudio y catedrático de Psicología de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca, no todos los casos tienen que estar directamente relacionados con la pederastia. "Puede haber algunos en los que el abusador se haya aprovechado de un niño por razones circunstanciales que lo convertían en la única persona con la que podía mantener relaciones, aunque fueran de abuso", asegura a VICE News López en relación a los casos que han salpicado a la Iglesia en los últimos años.

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Más recientemente, Save The Children España estimó, a partir de los datos del Ministerio del Interior, que más de 3.700 niños fueron víctimas de delitos contra la libertad sexual en 2014.

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Un escenario inquietante, sobre todo teniendo en cuenta que "en el 90 por ciento de los casos este tipo de delitos contra los menores son perpetrados por el círculo de confianza del menor, mayormente por familiares o amigos de la familia, profesores, monitores…", asegura a VICE News Pilar Polo, Psicóloga de la Fundación Vicki Bernadet para el asesoramiento y la prevención de los abusos sexuales a menores.

La lucha contra la pederastia depende en gran medida del conocimiento y el tratamiento de la pedofilia, un trastorno sexual de origen desconocido [ni siquiera se sabe si los factores que intervienen son genéticos o tienen que ver con el aprendizaje o con experiencias vividas en edades tempranas]. "Lo cierto es que no hay nada probado, todo son suposiciones", asegura López.

Se trata de una patología incurable que, a veces, se vive en secreto y se mantiene en el ámbito de la pura fantasía, otras puede implicar aproximaciones, tocamientos o abusos aislados y únicos a un menor de edad y que, en el peor de los casos, puede desembocar en casos de pederastia reiterada.

"No tiene cura pero con un buen tratamiento puede pasar a ser un trastorno que guíe tus actos y pensamientos a una interferencia controlada", asegura a VICE News José Luis Sánchez de Cueto, psicoterapeuta y sexólogo. Para este experto, la "egodistonía", que se refiere al hecho de no aceptar tus impulsos y se da cuando la atracción sexual que siente un pedófilo hacia un niño entra en conflicto con sus ideales o su moral, y el trabajo psicoterapéutico dirigido a encontrar nuevas herramientas y vías para sentir placer en relaciones adultas entre iguales, son determinantes para poder controlar esta patología.

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"A la consulta vienen aquellos que lo viven mal, los que sufren y quieren ponerle remedio", asegura Sánchez de Cueto. Este psicólogo explica que, a veces, la paternidad actúa como un motor para buscar soluciones. "He tenido casos de padres que han venido a la consulta desesperados porque viendo a su hija desnuda se les encendía esa mirada y eran incapaces de reprimir el sentimiento de atracción", explica.

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Como Sánchez de Cueto, Eduard Ruiz Castañé, director del Servicio de Andrología de la Fundación Puigvert, también considera la psicoterapia como el único tratamiento indicado en estos casos.

Este facultativo sostiene que el tratamiento farmacológico, la llamada "castración química", no es una solución ni para el enfermo, ni para la sociedad cuando se trata de agresores sexuales, como los pederastas, en cuyo caso este tratamiento sólo se administra cuando el delincuente decide someterse voluntariamente al mismo. Así es en España, aunque países como Colombia y algunos estados de EEUU aprobaron legislaciones que autorizaron el uso de este método con delincuentes sexuales.

Castañé, que fue miembro de la comisión independiente impulsada por el Departamento de Justicia de la comunidad autónoma española de Cataluña que estudió la aplicación de la castración química en 2007, asegura a VICE News que la inhibición de la testosterona a partir de la inyección de fármacos para reducir el apetito sexual incontrolable, no garantiza que el pederasta no vaya a actuar.

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"La casuística es muy amplia y para estos enfermos el placer no siempre viene del orgasmo o de la penetración en sí, a veces también tiene que ver con el control o la dominación o con el peligro que implica la transgresión", explica Ruiz.

El mayor problema social, apuntan Ruiz y Sánchez de Cueto, tiene que ver con aquellos casos en que los pederastas son incapaces de encontrar placer con las relaciones con sus iguales, los que sólo se sienten atraídos por los niños y los enfermos que no son conscientes del mal y el sufrimiento que producen y no empatizan con el dolor ajeno.

"El debate social sobre qué hacemos con estos delincuentes cuando ya han cumplido condena aún está por resolver", asegura Ruiz para quien sería necesario estudiar caso por caso para encontrar una solución adecuada. Algunos, precisa, son personas que no se arrepienten y que, probablemente, o deberían estar internos en un centro de salud mental o cumplir una cadena perpetua en la cárcel, para otros se deberían evaluar otras opciones.

Los tres expertos consultados apuntan algunas líneas de trabajo para afrontar este debate. El tratamiento psicoterapéutico continuado y suficientemente intenso durante y tras el cumplimiento de la condena, las formulas de seguimiento más allá de presentarse una vez cada cierto tiempo a una comisaría, la prohibición de trabajar con niños o estar en contacto de forma continuada son soluciones, consideran, que deben tenerse en cuenta para dar respuesta a esta problemática social.

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