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Túnez sigue torturando 5 años después de la revolución que acabó con Ben Ali

Un nuevo informe de Amnistía Internacional acusa a las fuerzas de seguridad tunecinas de haberse excedido en la aplicación de la nueva legislación antiterrorista y de cometer violaciones de derechos humanos.
Pierre Longeray
Paris, FR
Imagen por Zoubeir Souiss/Reuters
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Se cumple un lustro desde que el pueblo tunecino derrocara al régimen autoritario de Zine El-Abidine Ben Ali. La sublevación popular desatada en el país mediterráneo fue bautizada como la revolución de los Jazmines y significó el preámbulo de la primavera árabe. Sin embargo, cinco años después, Amnistía Internacional ha acusado a los fuerzas de seguridad del estado de seguir orquestando una brutal campaña de represión contra los civiles.

En un demoledor informe publicado el jueves, Amnistía ha presentado evidencias recabadas durante su visita a Túnez en diciembre de 2015. Los delegados de la organización pudieron conversar con distintos detenidos durante su la misma, y todos ellos han denunciado haber estado sometidos a torturas a lo largo de todo este tiempo, además de haber documentado seis casos de muertes de detenidos que se encontraban bajo custodia policial.

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El informe se refiere a los incidentes que se produjeron tras la caída del presidente del país, Ben Ali, quien huyó rumbo a Arabia Saudí el 14 de enero de 2011, después de que las calles se llenaran de manifestantes que exigían la llegada de la democracia.

La revolución de los Jazmines estalló en diciembre de 2010, después de que un vendedor de frutas de 26 años se quemara a lo bonzo a la salida de un edificio gubernamental para protestar contra la corrupción de estado. El éxito de la revolución tunecina desató una oleada de movimientos populares similares por toda la zona, al que terminó conociéndose como la Primavera Árabe.

Si bien la brutalidad policial y las violentas represalias formaban parte del régimen que Ben Ali dirigía con mano de hierro en el país, muchos creyeron que la llegada de la democracia ayudaría a erradicar dichas prácticas. Sin embargo, por mucho que se hayan registrado avances en materia de derechos humanos y de que la democracia se haya impuesto, la policía permanece instalada en "el viejo sistema", tal y como se ha pronunciado Mondher Cherni, secretario general de la Organización contra la Tortura en Túnez.

"Las mismas leyes y la misma gente siguen estando en los mismos puestos", explica Cherni, quien opina que "inevitablemente, los viejos hábitos perduran".

Ni el despacho del presidente ni la oficina del ministerio del Interior tunecinos quisieron hacer declaraciones para VICE News. Se da la circunstancia de que el 14 de enero es una fiesta nacional en Túnez: se celebra el día de la Revolución y de la Juventud.

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El informe de Amnistía concentra gran parte de su redactado al caso de Sofiene Dridri, que fue detenido en el aeropuerto de Túnez el 11 de septiembre de 2015, tras ser deportado desde Suiza. La policía andaba tras sus pasos desde 2011, cuando fue acusado de asalto.

Didri compareció ante el tribunal el 15 de septiembre y presentaba buen estado de salud. Tras la audiencia fue trasladado a la prisión de Mornaguia, en las afueras de la capital de Túnez. El 18 de septiembre la familia de Dridri recibió una llamada en la que se le informaba que el detenido había ingresado en un hospital.

Después de intentar visitarle en el hospital sin suerte, la familia regresó al juzgado, donde fue informada de que Dridri había fallecido de un ataque al corazón.

La familia se desplazó entonces hasta la morgue, donde, para su asombro, descubrió que el rostro de Dridri estaba cuajado de hematomas. Su certificado de defunción fue fechado el 17 de septiembre — un día antes de su presunto traslado al hospital. La familia sigue sin haber esclarecido cuál es el auténtico motivo de su muerte.

Según cuenta Cherni, las fuerzas de seguridad tunecinas "no son responsables de sus actos, ni a nivel criminal ni disciplinario". Es decir, su inmunidad es casi absoluta.

Y pese a todo la nueva Constitución del país — adoptada en enero de 2014 — estipula que "el estado protege la dignidad humana y la integridad física", de sus ciudadanos.

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Claro que, tal y como advierte Cherni, las leyes del país — incluido su Código Penal — todavía no han sido actualizadas a la luz de la nueva Constitución. Cherni asegura que, a día de hoy, la policía tunecina sigue observando la misma legislación que fue aprobada en 1982.

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En su informe Amnistía sugiere que las autoridades están acudiendo al antiterrorismo como a un pretexto para justificar la tortura.

En 2015 Túnez fue alcanzado por una cadena de atentados terroristas. En marzo tres pistoleros abrieron fuego contra la multitud en el museo nacional del Bardo, en la capital del país, la ciudad de Túnez. Murieron 24 personas, entre ellas muchos turistas. La organización terrorista Estado Islámico (EI) reivindicó la autoría horas después. En junio, un hombre armado con una pistola abrió fuego a discreción contra un grupo de turistas en el popular complejo hotelero de Sousse, situado en primera línea de mar. Murieron 38 personas. En noviembre, un terrorista suicida atentó contra un autobús en que viajaba la guardia presidencial tunecina.

Túnez es el país que más combatientes extranjeros aporta a las filas Estado Islámico en Irak, Siria y la vecina Libia, de todo el continente.

El informe de Amnistía incorpora los testimonios de varios tunecinos imputados en causas por terrorismo que aseguran haber sido torturado durante 2015. Según los observadores internacionales, los detenidos "han sido sometidos a descargas eléctricas, a menuda infligidas contra sus genitales"; y a una posición estirada a la que se conoce como a la postura del "pollo asado" — que consiste en atar de pies y de manos al prisionero contra una superficie de madera.

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Algunos ex detenidos han declarado que han sido obligados a firmar testimonios falsos.

"Todos estos ataques han provocado que a lo largo del último año las fuerzas de seguridad se estén empleando con más violencia", cuenta Nina Walch, coordinadora de crisis para Amnistía en Francia.

La nueva legislación antiterrorista introducida en julio de 2015 permite que las autoridades puedan detener a los sospechosos entre 6 y 15 días, un plazo que, según Walch, "incrementa de manera muy significativa las posibilidades de que sean torturados". La nueva ley se suma "a una definición de terrorismo excesivamente vaga", cuyo alcance podría extenderse fácilmente a cualquier protesta que desemboque en enfrentamientos, cuenta Walch.

Walch también ha subrayado los nocivos efectos del estado de emergencia, activado en el país tras los atentados de Sousse. En octubre se decidió volver a la normalidad y levantar la alerta. Sin embargo, los atentados de noviembre motivaron que el estado de emergencia volviera a ser declarado.

Bajo el estado de emergencia, la capacidad del gobierno para limitar la libertad de información de la prensa y de desplegar duras represalias cada vez que se produce alguna concentración pública se han multiplicado de manera dramática.

Y aún así, cinco años después, Túnez sigue siendo el único país donde la primavera árabe ha triunfado relativamente. En otros países como Libia, Egipto, Siria o Bahréin, la transición hacia la democracia ha sido mucho menos afortunada.

En 2015, el comité organizador de los premios Nobel decidió premiar con el prestigioso Nobel de la Paz al Cuarteto para el Diálogo Nacional Tunecino por "su decisiva contribución a construir una democracia plural en Túnez tras la revolución de los Jazmines de 2011".

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