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Una de las últimas empresas de caza de ballenas cuelga sus arpones

La compañía islandesa Hvalur cazó y troceó a 155 ballenas de aleta en 2015, pero teniendo en cuenta las restricciones en las importaciones que ha impuesto Japón, la empresa ha decidido cerrar sus puertas.
Foto di Gisli Pall Gudjonsson/EPA
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Una de las últimas empresas mundiales que se dedica a la caza de ballenas ha anunciado que no va a desenfundar sus arpones este verano, pues consideran que ya casi no disponen de mercado para su carne.

La compañía islandesa Hvalur cazó y desmembró a 155 ballenas de aleta (rorcuales comunes) en las aguas del polo Norte en 2015 — sin embargo, ahora su presidente, Kristján Loftsson ha declarado en el periódico islandés Morgunbladid, que Japón, el mercado donde venden la gran mayoría de su producto, ha interpuesto innumerables obstáculos a sus proverbiales transacciones. Por lo visto, ahora los japoneses han exigido que la carne de ballena islandesa deba de pasar por un riguroso análisis químico antes de entrar en el mercado japonés, según ha contado Loftsson.

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"Si Japón no se adapta a los modernos métodos de análisis de la carne como los que se utilizan en Islandia… Hvalur ya no podrá cazar ballenas para el mercado japonés", declaró Loftsson en las páginas del periódico islandés.

'Está claro que, en el mundo de hoy ya no hay lugar para la caza comercial de ballenas'.

Las noticias han desatado el entusiasmo de los conservacionistas, que llevaban muchos años luchando por terminar con los últimos casos de caza comercial de ballenas.

"Se trata de una noticia increíble y un enorme revés para el futuro de la desfasadísima e innecesaria matanza de ballenas por meros intereses comerciales", ha proclamado a través de un comunicado Phil Kline, responsable de campañas oceánicas en Greenpeace. Las ballenas de aleta están protegidas por la legislación internacional, y tanto Islandia como Japón tienen excedentes de carne de ballena, ha dicho.

"Es evidente que en el mundo de hoy ya no hay lugar para la caza de ballenas", ha añadido Kline.

La Fundación Internacional para la Protección de los Animales se ha mostrado "entusiasmada con las noticias", tal y como ha expresado en la web de la misma su director, Patrick Ramage.

"Después de haber criticado durante años sus actividades, hoy felicitamos al señor Loftsson por su decisión. Se trata de un gran paso adelante para Islandia, para las ballenas, y para los millones de personas de todo el mundo preocupadas por ambos", ha escrito Ramage.

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Las ballenas de aleta o rorcuales comunes son el segundo animal más grande del planeta, y sus dimensiones alcanzan los 24 metros. Están consideradas como una especie en peligro de extinción y se cree que quedan menos de 90.000 ejemplares en todo el mundo, según datos de la World Wildlife Fund (WWF).

Islandia y Noruega son los dos únicos países que todavía consienten la caza comercial de ballenas, en un flagrante desafío a una moratoria internacional de más de 30 años. Las controvertidas cacerías de ballenas orquestadas desde Japón, se realizan bajo una "exención" investigadora que los supervisores internacionales han tachado de "sospechosa".

Las actividades de la islandesa Hvalur saltaron a la luz pública en 2015, después de que un carguero que transportaba ballenas de aleta, eludiera a los activistas del grupo conservacionista Sea Shepherd. Para ello, el carguero islandés navegó a Japón a través del Ártico ruso — un trayecto que solo es posible hacer debido al derretimiento de los polos. Entonces, a una embarcación de Sea Shepherd se le denegó el permiso para interceptar al carguero islandés a través de la ruta del mar del Norte, una extensión de agua del océano Ártico donde cada vez hay menos hielo y que abraza la costa rusa.

Japón vuelve a matar ballenas en nombre de la investigación. Leer más aquí.

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