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VICE World News

Venezuela desafía a EEUU anunciando que comprará cazas rusos para combatir el narcotráfico

El interés de Venezuela por adquirir una docena de cazas de última generación toca de cerca otros temas igualmente controvertidos, como lo son las armas nucleares y la cocaína.
Imagen por Chico Sanchez/EPA
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Cualquier historia que menciona armas de destrucción masiva, cocaína y el sofisticado hardware militar de Rusia, debería de resultar tan excitante como la crisis de los misiles cubanos de 1962. Sin embargo, la verdad es, probablemente, mucho menos entretenida y definitivamente más triste.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro anunció recientemente sus planes de adquirir en Moscú un mínimo de 12 aviones de combate Su-30. De tal manera, la flota de Su-30 de Maduro alcanzaría los 35 bombarderos. Los cargamentos de armas de Rusia a Latinoamérica siempre han estado bañados por una intriga proverbial (como por ejemplo la crisis de los misiles de Cuba). Ello se explica, en gran medida, porque las operaciones rusas contravienen casi siempre la doctrina Monroe, más conocida coloquialmente como el "Imperialismo gringo", o "imperialismo yankee".

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La doctrina Monroe data de 1823. Fue una iniciativa auspiciada por el ex dirigente estadounidense James Monroe, según la cual Estados Unidos prohibía al resto de países del mundo que especularan con Latinoamérica. Uno de los motivos que desencadenó la Guerra Fría fue que el repentino interés que entonces mostró la Unión Soviética por los países latinoamericanos fue directamente proporcional al enorme desinterés que Washington despertaba en la mayoría de países de la zona. Fue un escenario irresistible y el Kremlin no pudo evitar metérsela hasta el fondo al Tío Sam a base de envíos de cargueros que rebosaban Kalashnikovs.

Hubo un tiempo en que Estados Unidos y Venezuela tuvieron buenas relaciones. Sin embargo, en los últimos años, tanto Maduro como su antecesor, Hugo Chávez, devolvieron la diplomacia entre ambas naciones a su punto más bajo. Las exportaciones de armas occidentales a Venezuela se detuvo en 2002. Entonces se interrumpió hasta la venta de las partes de los F-16 estadounidenses que eran necesarias para que los cazas en cuestión pudieran mantenerse en el aire. Hacia 2006, Venezuela se había distanciado lo suficiente de Occidente como para cerrar una compra de equipamiento militar por valor de 3 mil millones de dólares al gobierno ruso. Obviamente, entre la remesa, se contaban unos cuantos flamantes bombarderos.

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La fértil y bienaventurada venta de armas de Rusia en la zona también ha motivado que Moscú haya contemplado otras formas para seguir abonando su política exterior. Últimamente el ejecutivo de Putin habría considerado fabricar sus célebres bombarderos supersónicos pesados Tupolev Tu-160 en Venezuela — sino en Cuba o Nicaragua. Entres las virtudes destructoras de los Tu-160 destacan su capacidad para lanzar bombas guiadas por láser, misiles de largo alcance y misiles anti satelitales. Sin embargo, últimamente ya no es tan importante saber cuál será la base. El Kremlin se ha mostrado poco claro y provocador al respecto.

Lo que Rusia quiere proclamar poco tiene que ver con estrategia alguna. Si acaso, lo que persigue es darse el gusto de participar en una versión siglo XXI de la crisis de los misiles de Cuba. Claro que sería mucho más suave y mucho menos apocalíptica. El objetivo, pese a todo, sería el mismo: amenazar los delirios de grandeza de Estados Unidos en su propia cancha. Con todo, el asunto se inscribiría dentro de un comportamiento anti imperialista y anti estadounidense. Lo cual nos devuelve, de nuevo, a Venezuela.

"A Venezuela le interesa cerrar más acuerdos con los rusos — se supone que es una manera de mandar una señal a Estados Unidos", asegura Carl Meacham, director del Programa sobre las Américas en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales. "Juegan con la idea de que Venezuela está en la esfera de influencia de Estados Unidos, de modo que les apetece ayudar en todo lo que puedan a Rusia para que esta se entrometa".

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Sin embargo, si los rusos solo están vendiendo los cazas para molestar a Washington — y para sacarse unos cuantos rublos — ¿Por qué entonces estaría Venezuela tan interesada en comprar nuevos aviones?

Por un lado, Venezuela tiene derecho a defenderse. De tal manera, disponer de un par de docenas de cazas sería perfectamente normal. El Su-30 es un avión de primera que resiste sin vacilar todas las comparaciones con sus competidores occidentales. Las tensiones entre países vecinos, como ColombiaGuyana no han dejado de crecer. O puede que sea solo, simplemente, que el gobierno venezolano tenga ganas de dar un poco de guerra, no sea que el conflicto termine a puñetazos con Estados Unidos.

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El gobierno venezolano, en cualquier caso, asegura que el objetivo es que los cazas hagan algo que, en teoría, complacería enormemente a los legisladores estadounidenses: luchar contra las drogas. Resulta que los traficantes de cocaína han usado el espacio aéreo venezolano para transportar sus cargamentos durante décadas. Este año, sin ir más lejos, Caracas perdió uno de sus cazas rusos durante una operación contra el tráfico de drogas. Ahora el gobierno venezolano asegura que está expandiendo su cobertura para defender también el cielo boliviano.

Según Meacham, habría motivos fundados para tomarse tales reivindicaciones con escepticismo. "Venezuela lleva tiempo sin comprometerse a detener el tráfico de drogas en su espacio aéreo. Y lo cierto es que tiene una relación de lo más confortable con los productores y los traficantes de la zona", dijo. "No tienen ninguna manera de demostrar lo que proclaman; esto es, que se comprometerán a negociar o a reducir a los narcotraficantes que muevan las sustancias".

En otras palabras, podría ser que Venezuela no esté tan interesada en detener los cargamentos de droga — como en hacerlo solo con los de determinados grupos. Sin embargo, si los venezolanos están invirtiendo en una nueva flota de cazas de última generación y no lo hacen para combatir a la cocaína, entonces, ¿por qué lo hacen? Según Meacham podría tratarse, puramente, de un poco de entretenimiento político para las masas.

"Venezuela está en un momento extremadamente delicado. Tanto económica como políticamente. Y cualquier acontecimiento que pueda distraer a los suyos de lo que pasa en el país, o que distraiga a sus países vecinos del conflicto que Maduro arrastra con Estados Unidos es suficiente para satisfacer los intereses de Maduro".

Sigue a Ryan Faith en Twitter: @Operation_Ryan