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VICE World News

Vídeo: el lado oscuro de la élite camboyana al descubierto tras la agresión a una mujer

El macabro asalto de un actriz a manos de un magnate de la construcción a principios de este mes ha descubierto la cultura de la impunidad y de la prepotencia que reina entre los más ricos del país.
Ek Socheata en su tienda de ropa en Nom Pen. Imagen por Heng Sinith/AP

La estrella televisiva Ek Socheata consiguió el metraje de una cámara de seguridad en que se observa cómo el magnate de la construcción Sok Bun la arrastra por el suelo, la inmoviliza y le propina una sarta de puñetazos, patadas y pisotones en la cabeza en un lujoso restaurante japonés de Nom Pen. Socheata no dudó en subir el vídeo a su cuenta de Facebook el pasado 7 de julio.

En el metraje, filmado el día 2 de julio, puede verse como un camarero procura intervenir, mientras un hombre al que se ha identificado como uno de los guardaespaldas de Bun, interpone una pistola junto a la cabeza de la actriz.

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Los vídeos se propagaron por la mañana por las redes sociales camboyanas y coparon los titulares televisivos de la tarde noche. Bun huyó rumbo a Singapur a la mañana siguiente.

Sorcheata dice que la brutal paliza del 2 de julio se desencadenó después de que la actriz intentara evitar que Bun y su guardaespaldas se aprovecharan de una amiga ebria de la actriz y se la llevaran consigo. Sorcheata aseguró que Bun ya había pegado y abusado sexualmente de su amiga en multitud de ocasiones. Aquella noche Sorcheata había salido para acompañara a su amiga.

"Obligó a mi amiga japonesa a salir con él [aquella noche] y ella me pidió que la acompañara porque él no le gustaba", declaró Sorcheata a VICE News. "Solo dos semanas antes mi amiga me mostró las heridas que Bun le había causado".

Bun fue finalmente capturado el 18 de julio en el aeropuerto internacional de Nom Pen, a su regreso de Singapur. Para entonces ya pesaba una orden de busca y captura en su contra emitida por la Interpol. Ha sido acusado de un delito de violencia intencionada con circunstancias agravantes. Sin embargo, lo raro en Camboya es que alguien de su posición sea amonestado — lo más probable es que si no hubiese sido una conocida personalidad televisiva quien hubiese denunciado el caso, el ataque hubiese pasado desapercibido.

Si bien el hecho de que la amiga de Sorcheata acepte salir con un hombre que la maltrata puede sonar extraño fuera de Camboya, lo cierto es que es muy representativo de la impunidad en la que se mueven las élites económicas del país. Allí un hombre rico está acostumbrado a conseguir lo que le venga en gana sin necesidad de atenerse a las consecuencias. Por su parte, las mujeres temen, precisamente, las consecuencias que puedan desatar sus negativas.

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Al igual que otros muchos millonarios, cuando se produjo el ataque Bun estaba reconocido oficialmente como un oknha — un título honorífico que se concede presumiblemente a aquellos que han contribuido al desarrollo del país. Esto es, a aquellos que han contribuido, al menos, con 100.000 dólares a las arcas del gobierno. Después de lo sucedido, Bun renunció a su cargo honorífico, en un intento desesperado por evitar ser condenado a prisión.

"Si un oknha te elige, no tienes alternativa: tienes que ir con él. Si no lo haces, te pueden pasar cosas horribles", asegura Srey Sophal, una chica de 25 años que fue perseguida por un influyente hombre de negocios, después de que este se convirtiera en cliente de una agencia de publicidad con la que ella trabajaba.

La violencia de género sigue constituyendo 'una de las violaciones más habituales de los derechos humanos por todo el país'.

"Él me dijo '¿Por qué trabajas bajo este sol implacable? Yo te puedo ofrece una casa, un coche y dinero si vienes conmigo", le dijo a VICE News. "Sin embargo el precio de todo ello es que, a cambio, controlan tu vida".

Según Sophal, mientras él se ablandó un poco al descubrir que ella estaba prometida e iba a casarse, su mejor amiga fue perseguida de manera mucho más intensa. El día que descubrió que la seguían, empezó a temer por su seguridad.

"Ella llegaba a cualquier sitio y entonces él la llamaba y le preguntaba que estaba haciendo allí", explicó Sophal. "Había noches en las que no quería salir porque no quería que la siguieran".

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Sophal relató que su amiga todavía recibía llamadas frecuentes del oknha, un funcionario civil de alto rango. A ninguna de las dos se les pasó por la cabeza denunciar el acoso ante las autoridades, pues los onkhas reciben trato de intocables y tanto la policía como el poder judicial son estamentos corruptos hasta el tuétano.

Según el informe del año 2013-2014 del Foro Económico de la Competitividad Global, Camboya ocupa el lugar 145 en el ranking de las peores 148 naciones del mundo en materia de "independencia judicial" y "de fiabilidad de las fuerzas policiales". Y ocupa el puesto 124 en la clasificación de países con mayor número "de pagos irregulares y de sobornos".

Según Ny Chakrya, director del departamento de vigilancia de los Derechos Humanos para la ONG Asociación por el Desarrollo de los Derechos Humanos de Camboya (ADHOC), en Camboya es normal que los miembros de la élite económica puedan deshacerse de cualquier problema pagando a la policía o a los jueces.

"La policía presiona a la víctima para que se avenga a recibir la compensación civil y retire la denuncia", explicó Chakyra a VICE News. "Entonces es cuando proclaman que no disponen de ninguna prueba para continuar con el caso".

La situación se complica cuando las dos personas implicadas pertenecen a la élite del país. Según Chakrya en tales casos se declara un periodo de negociación y otros magnates interceden hasta que se alcanza un acuerdo.

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Tal parece ser el caso entre Bun y Socheata. Se da la circunstancia de que el padre de la actriz también es un oknha. De hecho, Socheata explicó que en los días posteriores a la publicación del vídeo llegó a rechazar una oferta de 40.000 dólares de Bun. Lo hizo antes de que el tribunal municipal de Nom Pen emitiera un orden el pasado 8 de julio en que convocaba al magnate a comparecer.

Incluso entonces, y a pesar de la existencia de un vídeo que prueba la seriedad del delito, a Bun se le concedió un plazo de dos semanas antes de comparecer. En realidad, la orden de arresto solo fue emitida el 16 de julio, después de que la historia despertara la atención de los medios de comunicación de todo el mundo y de que la actriz rechazara otra propuesta de compensación, esta vez de 100.000 dólares.

Pero, más allá de las circunstancias, el hecho de que un hombre de tamaña riqueza este actualmente entre rejas a la espera de juicio es algo completamente excepcional. Los activistas pro derechos humanos están tan sorprendidos que esperan que la inesperada magnitud del caso lo convierta en un referente para otras víctimas de la violencia de género.

"Podría convertirse en un gran mensaje y espero que su caso se pueda convertir en un modelo a seguir por otras mujeres", señaló Chhay Chhunly, coordinador de proyectos en la ONG centro camboyano por los Derechos Humanos.

'La mayoría de la gente prefiere aceptar la compensación porque no quieren ir a juicio'.

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Según cuenta Chhunly muchas mujeres camboyanas siguen intimidadas por la presión social y siguen sin querer salir a la palestra para denunciar los maltratos de los que son víctimas por parte de toda clase de hombres.

"La mayoría de las víctimas prefieren quedarse con la compensación porque no quieren ir a juicio", relató a VICE News. "La compensación puede promover la impunidad. Tenemos una código penal y necesitamos cumplirlo".

El código penal contempla en su redactado la ley de la violencia doméstica, que fue aprobada en 2005. Además, el gobierno aprobó el 2º Plan de Acción Nacional para la prevención de la violencia doméstica en diciembre de 2014.

Pese a todo la implementación de la ley está siendo lenta y muchas mujeres siguen ignorando los derechos de que disponen.

Un estudio conducido en dos de las 25 provincias que integran Camboya y publicado en 2014 por la prestigiosa institución Royal Holloway, de la universidad de Londres, concluyó que tan solo un 10 por ciento de las mujeres sabían que estaban protegidas legalmente para vivir una existencia desprovista de violencia, mientras que solo un 32 por ciento conocía que tenía derecho a una justicia equitativa y a su protección.

Según Inala Fahtimath especialista de Naciones Unidas que trabaja en el Programa por el Fin de la Violencia en contra de la mujer camboyana, la violencia de género sigue constituyendo una de las violaciones de los derechos humanos más habituales por todo el país".

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Fathimath dice que la ausencia de una base de datos histórica y fidedigna en el asunto ha obstaculizado mucho la manera de combatirlo. A pesar de ello, en 2013 un estudio de Naciones Unidas concentrado en la región de Asia y Pacífico, lograba hacer una composición de lugar muy aproximada del conflicto existente en Camboya — en la encuesta uno de cada cinco hombres camboyanos confesaba haber violado a una mujer alguna vez, mientras que el 34 por ciento reconocía haber abusado sexual o físicamente de alguna mujer, sino ambas, al menos una vez en su vida.

En un esfuerzo por rellenar el vacío legal, el destacamento de Naciones Unidas por la mujer en Camboya está llevando a cabo actualmente el primer estudio a nivel nacional sobre violencia de género. Se espera que el mismo esté completado para finales de 2015.

Lo que sigue sin estar claro es si para entonces Bun habrá sido llevado ante la justicia. Claro que la atención mediática internacional que ha despertado el caso parece haber sacudido la proverbial pasividad de un gobierno que ahora se siente obligado tomar acciones.

En declaraciones a VICE News, el portavoz del gobierno Phay Siphan ha insistido en que el sistema judicial del país está mejorando y ha asegurado que se hará justicia.

"No importa quien seas, ni cuán rico ni cuán poderoso sea uno, todos somos iguales ante la justicia", sentenció.

Es un misterio si sus palabras se cumplirán o no, pero el mundo entero está observando. Y ahora hay una evidencia en forma de vídeo.

Huot Chanpav colaboró en este artículo.