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Comida

En Phnom Penh, la carne de perro es terapéutica, mítica y está dentro del menú

Algunos de los platillos incluyen perro al curry con coco, sopa de carne de perro con hormigas rojas y perro asado a la parrilla.

Todas las fotos por Siv Channa

En el extremo noroeste de la capital camboyana de Phnom Penh Thmey, o Nueva Phnom Penh, todavía hacen algunas cosas a la antigua.

Todas las noches, gente de todos los estratos sociales acude al Restaurant 999 por los místicos platillos característicos que se cree que contienen diversos poderes terapéuticos. Algunos vienen con heridas abiertas y otros vienen para tratar la irritación de la piel o calmar el dolor de espalda.Y algunos vienen simplemente porque les gusta comer perro.

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"Cocinamos entre 10 y 80 perros al día", dijo el chef mientras preparaba una orden de costillas en una parrilla de carbón que da hacia la calle.

El Restaurante 999 se ubica en una antigua zona industrial y se especializa en tres clásicos caninos: perro al curry con coco, sopa de carne de perro con hormigas rojas y perro asado a la parrilla. Cada plato incluye una ensalada de flor de plátano y una salsa hecha de una pasta picante de fermentado de pescado.

Gente de todos los estratos sociales acude al Restaurant 999.

Los niños comen grasa de perro para tratar las erupciones. Se cree que comer perro ayuda a que las heridas sanen más rápido. Y, según el personal, comer carne de perro poco cocida por siete días seguidos ayuda a quitar la tensión de la espalda o fortalecer las espaldas débiles.

"Los doctores reconocen que la carne de perro es curativa", dijo una de las meseras. "Es medicina ancestral de verdad".

Los platillos de menos de 2 dólares –o 5 dólares el kilo de perro asado– atraen a trabajadores locales, empresarios, expatriados procedentes de Vietnam, Corea y China, profesores, estudiantes, familias enfermas, occidentales curiosos y, en ocasiones, hasta a la élite política y de negocios del país.

"A los ricos les da pena venir a comer a este tipo de lugares pero de vez en cuando llegan clientes en Lexus que vienen por carne de perro", dijo la dueña del restaurante, una mujer mitad china y mitad camboyana que se negó a salir en las fotos y darnos su nombre por las protestas intermitente –tanto local como global– por el consumo del mejor amigo del hombre.

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La carne cuesta menos de 2 dólares el plato o 5 dólares el kilo de perro rostizado.

"No voy a dejar que me tomes fotos aunque compres un perro completo", dijo. "Hoy en día, muchos extranjeros miran con desprecio a los que venden carne de perro".

Este año, en junio, el mundo occidental se escandalizó por los miles de perros mascota que fueron robados y asesinados antes del Festival de carne de perro de Yulin, China. Sin embargo, los caninos que se convierten en sopa en el Pestaurante 999 son los mismos perros callejeros que deambulan por las calles en la noche, ladran a los extraños y hacen que las vacunas contra la rabia sean una necesidad.

Miembros del parlamento inglés, estrellas pop chinas y activistas de todo el mundo describieron al festival de Yulin como un acto barbárico y cruel, y exigieron que se prohibiera. No obstante, es poco probable que la indignación internacional tenga efecto en los que toman las decisiones en Camboya.


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En abril, un grupo de expatriados se reunió en un parque de Phnom Penh para pasear con correa a sus mascotas con el fin de protestar en contra de la costumbre de comer carne de perro. Sin embargo, la policía y los guardias de seguridad los dispersaron lo más rápido posible. Más tarde, el gobierno dijo que era "extraño" e "inadecuado" que un grupo de extranjeros llevaran a cabo un desfile de perros.

En 2003, el gobernador de Phnom Penh solicitó ayuda a los ciudadanos para liberar la ciudad de la plaga de perros salvajes –es decir, que se los comieran–, según el periódico The Cambodia Daily. "Vamos, la carne de perro es deliciosa", dijo. "A los vietnamitas y a los coreanos les encanta comer carne de perro."

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Los platillos más populares son perro al curry con coco, sopa de carne de perro con hormigas rojas y perro asado a la parrilla.

De cualquier forma, el mercado de carne de perro ahora solo vive en las partes más marginadas debido a la rápida modernización de Phnom Penh. Esta tradición milenaria se vio profundamente afectada el estigma que emana de Occidente. No obstante, para Restaurant 999, todos los restaurantes de carne de perro que cierran significan más clientes para ellos.

Y el negocio está en floreciendo, sobre todo a media noche por los borrachos que salen a rastras de los karaokes. Dos hombres de veintitantos llegaron y se sentaron a comer un plato de perro recién rostizado con canciones camboyanas de pop triste de fondo.


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"La carne de perro nos ayuda después de tomar cerveza", dijo uno mientras arrancaba la carne de una costilla y veía a la mesera acercarse con dos botellas de Sra Tinam o "vino curativo", una potente mezcla casera de arroz fermentado, ginseng y un surtido especial de raíces, especias, hojas e insectos.

"La carne de perro relaja nuestros cuerpos y el vino relaja nuestras mentes", añadió el hombre. Tomó un trago del tónico y acto seguido soltó un suspiro de satisfacción. "Los extranjeros no entiende; creen que estas cosas son solo para camboyanos. Deberían probarlo antes de juzgar".

La dueña del restaurante, que se la pasa dando vueltas por el lugar y tomando ordenes sin libreta ni pluma, renunció a su trabajo de mesera en un salón para bodas en 2009 y abrió su propio restaurante, el Restaurant 999. Antes de irnos, dijo que tenía un ultimo mensaje para todos los que creían que los perros deben pueden ser mascotas y no proteínas.

"¿A poco en serio les preocupan las vidas de los perros?", preguntó de forma agresiva volteó hacia la parrilla, arriba de donde propio can mascota –llamado Tor o "León"– yacía relajado. "Si tanto les preocupan las vidas de los perros, deberían pensar en eso cada que van al mercado a comprar carne de puerco o de res".