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Cultură

La resistencia de los videoclubes

Con la piratería y el streaming van cerrando de poco, pero pelean a muerte su buena calidad y asesoramiento.
Fotos de Paloma​
Fotos de Paloma

Artículo publicado por VICE Argentina

El streaming se está llevando todo por delante desde que comenzó el siglo XXI. Las nuevas generaciones no vivieron el planazo de los sábados por la noche: ir a un videoclub, preguntar, alquilar y disfrutar de un estreno en el living de tu casa. Eso era una cita. Videoclub and chill

El videoclub no sólo es el lugar donde la gente alquila (o alquilaba) películas. Se trata de un lugar donde la gente se reúne a hablar (o hablaba) de cine. Originariamente tenía la ventaja de contar con un trato personalizado, una recomendación según el gusto de los clientes y sobre todo: una gran variedad de películas para elegir. Con el tiempo, las grandes cadenas le agregaron un plus, olor a pochoclo, dulces y promociones. Pero los clubes de barrio pisaron fuerte y se resistieron a la competencia: en la década del 90 podían llegar a existir hasta dos videoclubes por manzana, solo en la Capital Federal. Actualmente, según la única editora de DVD y Blu-Ray en Argentina que sigue vigente, SBP Transeuropa, solo quedan unos 10 en toda la ciudad de Buenos Aires.

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Dicen que los libros van a desaparecer, dijeron que los vinilos y después volvieron. Actualmente sabemos que los VHS nunca tendrán un retorno por su mala imagen y sonido. “Los DVDs, los VHS, el súper 8 son objetos para gente extraña” cuenta Luciano, dueño de un videoclub sobre la calle Charcas, en el barrio de Palermo. Un nostálgico de las épocas doradas. “Dos décadas atrás nos quedábamos sin nada, venía el cliente y se llevaba lo que sobraba. ‘¿Tenés esta peli?', me preguntaban, y si ya estaba alquilada buscaban otra, pero no se iban con las manos vacías, el plan existía y casi nunca se decepcionaban”. Luciano perdona a los clientes que tardan en devolver las películas, les cobra lo que cuesta el alquiler por 48 horas: 50 pesos. Tiene originales de Los tres chiflados y Chaplin. Clásicos del blanco y negro.

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Videoclub de Charcas

En el 82 nació la primera editora de VHS en Argentina que editaba con buena calidad. Más adelante se sumó el DVD, pisando el 2001, con una crisis económica en el país, los clubes comenzaron a pasar todo el material que tenían y a hacer un poco de espacio en sus locales.

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Videoclub de Av. Corrientes

Fabian tiene un videoclub hace nueve años. queda sobre Riobamba al 300, en el barrio de Congreso. El alquiler de un DVD sale 40 pesos por 48 horas. “Cuando no hay editoras nacionales es difícil” nos cuenta. "Los clientes que me quedan es la gente de siempre, la del barrio, algún estudiante neurótico también se acerca. Ahora tengo unos 2,500 clásicos acá adentro y 6,000 DVDs en total”. Fabian es un fanático de los clásicos: Tarkovsky y Bergman. “Mira lo que encontrás acá”, dice, y me muestra con las manos una película Orson Welles. “Eso todavía no lo vi online”. Sin embargo el negocio de Fabian no es el videoclub. Las cuentas no le dan. Vive de digitalizar, de grabar y otras changas que consigue en el barrio.

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Actualmente con Netflix cambió el habito de consumo. Los jóvenes buscan en la web las alternativas de estreno. Las series web se transformaron en protagonistas de la modernidad. La cuotas de las plataformas online son más redituables que el tiempo y el dinero que una persona puede invertir en un videoclub. Pero los jóvenes quizás no son los protagonistas de estos sitios. Marcos es dueño de un videoclub en la calle Gurruchaga, barrio de Palermo, hace 30 años. “Nuestro boom fue en el 89 con los VHS, en el 2000 cambié todo de VHS a DVD”. Marcos no solo tiene un videoclub, también tiene un buen catálogo. Rodeado de pelis de Coppola y Scorsese, cuenta que se maneja por pedidos de los clientes. Tiene más de 10 mil películas, trabaja todos los días en su actualización, aunque tiene poco espacio. Su propuesta va más allá de lo que Netflix tiene para ofrecer.

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Videoclub de Gurruchaga

Videoclubes como los de Marcos ya casi no existen. Como si fuese una videoteca, no solo se maneja a pedido de los clientes sino que también tiene Blu-Ray. “La gente que se compra una tv con 4k quiere seguir viendo con buena calidad, por eso vienen, la imagen, el sonido, todo es mejor”. Parte de la supervivencia de estos sitios es gracias a la gente mayor. “La gente de 50 o 60 años no pierde el tiempo Internet buscando la película que quiere ver, ya saben que la van a encontrar acá, entonces es más fácil y más rápido que vengan”.

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Marcos

Jorge es dueño de un videoclub mítico de Buenos Aires ubicado en Rodriguez Peña y Av. Corrientes. Hace 25 años que compra y vende DVDs, llegan muchos turistas porque el local es conocido. “Se llevan de todo, desde estrenos hasta cosas viejas. Mi teoría es que la gente se lleva películas porque las quiere tener, así como los libros, si te gusta el cine te gusta tener esa película de los 50 en tu videoteca, existe gente así, por suerte bastante. Soy un optimista del cine. No todo está perdido”, concluye.

Hoy, los formatos físicos del cine en casa están destinados a la desaparición. En tiempos de la nube no parecen tener cabida. El mismo Netflix produjo recientemente una serie cuya finalidad es que los usuarios consigan la felicidad mediante el orden y el desprendimiento de los objetos materiales. Aun así, los videoclubes siguen existiendo como espacios de resistencia.

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