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Cultură

De Guatemala a Los Ángeles, Cristian cruzó solo a los 14 años

Desde un albergue para jóvenes migrantes en Downtown LA, Cristian recuerda su viaje y nos asegura que piensa ser director de arte

A diario miles de menores latinoamericanos de entre nueve y 17 años viajan sin acompañantes hasta tres mil kilómetros para cruzar la frontera de México con Estados Unidos. Los coyotes cobran más dinero por pasar niños, porque aunque es más fácil esconderlos en compartimientos de trailers, cajas o bolsas, pueden  poner en peligro o retrasar a todo el grupo que intentan meter al país.

Una vez que los menores emprenden el viaje, su suerte no es muy diferente a la de cualquier adulto y las historias también son las mismas: los agarra la migra y los deporta a su país de origen; se topan con un país duro, racista, y en el que no entienden una sola palabra, o se enfrentan a un golpe de realidad que trunca su sobrevivencia.

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Federico Bustamante, colombiano de nacimiento, es director del programade Casa Libre, una academia y refugio en Los Ángeles, que hace valer el esfuerzo que han hecho estos jóvenes y niños, al dejar todo con la esperanza de ser doctores o artistas, de ver los edificios altos de Manhattan, o de encontrar una familia y tener una mejor vida. Fui a platicar con él para que nos hablara del proyecto y esto es lo que nos dice:

“Al cruzar la frontera, los menores no son vistos ante la corte como indocumentados o ilegales, son vistos como niños. Y para poder obtener una Special Inmigrant Juvenile Status Visa (SIJS, una visa para menores de edad que les permite quedarse en el país), necesitan haber sido abandonados, abusados o tener un problema que no les permita regresar a su país de origen. También necesitan de alguien que los cuide. Pero pues, obviamente cuando los muchachos llegan acá es porque las cosas no están bien allá. Aquí no sólo les conseguimos esa visa, sino que los preparamos para la vida porque si no, se los come la ciudad. Acá podemos ayudarlos tres horas antes y meter sus papeles, pero el día de su cumpleaños número 18, se les acabó el sueño.”

Nos quedamos de ver en la casa en la que albergan a seis u ocho niños (hombres) a la vez. Es una propiedad que alguna vez fue una mansión con más de cien años y 35 habitaciones (aunque no todas habitables). Su apariencia gótica es diferente a las casas de la comunidad de Downtown LA en donde residen miles de latinoamericanos inmigrantes.

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La casa apenas se logra mantener con los pocos recursos que les da el gobierno, así que ahora buscan donadores privados, rentan la propiedad para filmaciones o comerciales y realizan eventos para recaudar fondos. Toda la parte habitable de la casa funciona como una academia. Los chicos duermen, comen, estudian y realizan actividades que les permiten adentrarse en la cultura “americana”. Se les enseña todo, desde cómo abrir una cuenta de banco, hasta cómo escribir una carta para solicitar una beca de estudios.

De pronto llegó Cristian Gómez, un chico guatemalteco y tímido, pero muy elocuente. Cruzó la frontera a los 14 años junto con su prima que en ese entonces tenía menos de diez. Casa Libre lo recibió desde que llegó y ellos le dieron lo que todo inmigrante indocumentado anhela: una nueva vida disfrazada de un documento oficial llamado visa. Muy abiertamente me contó su historia.

VICE: ¿Cuántos años tienes y cuánto tiempo llevas en Estados Unidos?
Cristian: Ahora tengo 18. Llegué cumpliendo los 14 y creo que dejé Guatemala como unos 15 días antes. Llevo cuatro años y medio aquí.

¿Por qué decidiste dejar tu país para cruzar la frontera?
Bueno, mi mamá murió creo que cuando yo tenía dos años, y casi nunca tenía contacto con mi papá, así que tuve que vivir con mi abuela. Al principio era una buena vida pero, lastimosamente ella empezó a tomar mucho, se volvió alcohólica y cuando tomaba se ponía muy violenta o se distraía y luego ni me hacía de comer ni nada, me tenía bien descuidado y eso me estaba afectando mucho con la escuela y mis calificaciones empezaron a bajar y yo quería seguir estudiando así que le hablé a mi tía que estaba en Estados Unidos y le dije que me quería venir. Mi tía ya sabía que mi abuela estaba tomando mucho y me dijo: “Sí, ven para acá, te vamos a ayudar con tus estudios”. Y por eso es que decidí venir.

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¿Viajaste solo?
Sí, bueno, también venía mi primita que es más pequeña que yo, así que veníamos juntos los dos.

¿A quién contactaron para que les ayudara a cruzar?
Tuvimos que pagarle a un coyote que se especializaba en traer niños, pero veníamos igual con todos los adultos, caminando, encerrados en compartimientos de diferentes trailers para que no nos encontrara la migra, cruzando todo México hasta llegar a la frontera. Al llegar a la frontera tuvimos que caminar hasta llegar al otro lado, otra van pequeña nos recogió ahí, y no estoy seguro a dónde nos llevaron si a Arizona o a Texas. Hubiera estado mejor si nos hubieran llevado de una sola vez, pero les avisaron que la migra estaba en el camino así que tuvimos que parar a dormir en un lugarcito en donde no había nada y metidos en bolsas para mantenernos calientes porque hacía demasiado frío. En esa casa tuvimos que estar como un día, creo, pero estábamos peor, nos habían quitado la comida y el agua y acabábamos de cruzar el desierto, estábamos todos tirados en un cuarto.

Otra camioneta nos trajo a Los Ángeles, y lo malo es que como yo era el más pequeño de todos, tuve que ir tirado debajo de los pies de todos.

¿Qué pasó con tu prima? ¿También lograron meterla?
Sí, con ella no hubo problema. El coyote y otra muchacha que venía con nosotros se hicieron pasar por sus padres así que era más fácil. Pero siempre estuvimos juntos todo el camino.

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¿Te arrepientes de haber salido de Guatemala?
No me arrepiento, extraño el lugar. Es diferente a la ciudad, creo que a veces era mejor allá porque el espacio era muy grande y aquí estás encerrado en un cuartito. En Guatemala estaba más libre. Yo vivía en un pueblo así que podía caminar a donde sea, ir a los cerros, al campo, a algún lugar a jugar, o al centro.

¿Qué quieres ser ahora que estás aquí?
Profesionalmente quiero convertirme en director de arte y seguir trabajando en eso.

¿Qué crees que puedas hacer para ayudar a chicos que están en la situación que viviste?
Como soy el más avanzado acá, en mis tiempos libres o incluso aunque tenga algo que hacer, les ayudo cuando se atoran en sus clases, les doy tutoría. Les doy mi tiempo y los ayudo como pueda.

¿Vas a ir a la universidad?
Sí, fui aceptado en la Universidad CalArts (California Institute of Arts), aquí en California en donde voy a estudiar para director de arte. Es para diseñar planos que se usan en sets, o escenarios y dirigir la construcción. Me interesaba desde la escuela, en la clase me pusieron a dirigir diferentes grupos y me gustó dirigir, construir los proyectos e instalarlos. Luego fui subiendo hasta dirigir a los que están moviendo las cosas en el escenario.

¿Qué tan difícil fue adaptarte? Por ejemplo, ¿cómo aprendiste inglés?
[Se ríe] Al principio fue difícil, era el único que hablaba español en la clase. Tenía que aprender rápido o me quedaba atrás en las clases. Pero cuando uno le echa ganas se aprende rápido. Con dos tutores que me ayudaron en la escuela concentrados en mí, en la mañana y en la tarde. Mis amigos de la escuela también me ayudaron y al final del semestre me movieron a la clase de inglés regular.

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Pareces muy abierto para contar tu historia, ¿tus compañeros saben todo lo que has pasado?
Pues algunos sí, no todos. Los que saben piensan que es muy sorprendente cómo uno puede venir de allá, la vida que uno tiene allá y luego se dan cuenta de lo que tenemos aquí y a veces lo aprovechan más y le echan más ganas a lo que sea su meta. Es muy duro aceptar lo que he vivido pero también es un recordatorio de que tengo que ponerme metas que alcanzar.

¿Volverías a Guatemala?
Pues casi toda mi familia está aquí y la mayoría de mis amigos son de aquí ahora, ya estoy estudiando aquí y creo que estoy mejor. Quizá si volviera sería  sólo a visitar. Aquí hay más oportunidades.

¿Crees que las decisiones que has tomado, te han llevado a estar mejor que antes?
Creo que aunque en un principio tal vez no parecían ser las mejores decisiones, hoy no cambiaría nada.

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@loquepasaes

En su página de Facebook:

Marcela Angeles Photography

Y ve más de su trabajo:

Si pudieras ser cualquier cosa, ¿qué serías?