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"Por un momento, hablaba con Francis como si nada y de repente, la lámpara que se encontraba detrás de él empezó a emitir luz a cantidades casi solares".La experiencia de Parley es bastante única para tratarse de un tratamiento siquiátrico, de LSD y del hospital siquiátrico más afamado de Saskatchewan. Antes de ser enfermera, fue paciente del hospital desde 1948. Al principio creyeron que era esquizofrénica, pero mucho después, la diagnosticaron como maniaco-depresiva. También fue la tercera generación de su familia en internarse en esa gran residencia de ladrillos; su padre fue diagnosticado como paranoico y estuvo internado por décadas. Llegó al hospital cuando ella tenía sólo seis años.Con 93 años, recuerda la época en que la psiquiatría no estaba tan regulada y esto obligaba a que los tratamientos fueran creativos. Ella piensa que se han perdido oportunidades por culpa del estigma que se formó en torno al tratamiento con LSD. Ahora que investigadores e instituciones han comenzado a reconsiderar las oportunidades que esta droga sicodélica puede brindar, Parley opina que es importante que Canadá abra el camino."El LSD abrió la puerta al mundo de los enfermos mentales", le contó Parley a VICE.
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Cuando Saskatchewan era sicodélico
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"No puedo decir que quise al hospital sin reservas", escribió. "Siempre estaba abarrotado, era ruidoso, apestaba y estaba desgastado. Había un exceso de autoridad y muchas personas de comportamiento amenazante o, sobre todo, poco inteligente".Un tratamiento común en aquella época era la terapia con insulina —los doctores creían que "reiniciaban" a las personas suministrándoles sobredosis de insulina. También había terapia con agua. Consistía en obligar al paciente a sumergirse en agua fría para alterarlo o en agua caliente para relajarlo. La terapia de electro shocks era un régimen diario.
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"Dicha provincia invirtió en los investigadores y les dio la libertad de hacer esos experimentos", dijo Dyck. "Si lo vemos en retrospectiva, podría resultarnos cuasi-ético, pero ellos en verdad creían que eran parte de una serie de cambios progresivos".En 1957, la Asociación Estadounidense de Siquiatría (APA) le dio un premio por sus méritos al Hospital Weyburn, y Parley sintió que "había llegado a la cima"."Saskatchewan estaba dominado el campo mientras el mundo miraba", escribió.La tarea inicial de los estudios con LSD fue encontrar una causa y cura para la esquizofrenia, aunque no se le suministraban dosis a los pacientes. Parley explicó que en vez de eso, los doctores y las enfermeras consumían la droga para averiguar qué se sentía tener alucinaciones y así adquirir más empatía y posiblemente, generar una cura."Los aspectos más positivos del uso de LSD en Weyburn fue permitirle al personal experimentar alucinaciones. Así podrían desarrollar una mejor comprensión de lo que sufrían sus pacientes". Le explicó Parley a VICE. "La conciencia de que una persona 'cuerda' podía deslizarse tan fácilmente a un mundo de percepción distorsionada le abrió los ojos a muchos. Como ex paciente, sentí que finalmente podía comunicarle mis experiencias a personas que las entendían".
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El regreso del LSD
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"Creo que es una de las áreas con mayor potencial de crecimiento, no sólo en un sentido espiritual, sino también (considerando otras áreas que no requieren de una cura biomédica) holístico", explicó Dyck."Empiezas a ver que el uso del LSD o de las drogas sicodélicas no tiene nada que ver con los cuidados paliativos; no es un analgésico ni algún tipo de intervención terapéutica tradicional específica, es un medio que te permite manejar la ansiedad sobre la muerte".También podría tener un papel importante en el tratamiento de enfermedades mentales difíciles como la ansiedad y la depresión. Dyck contó que, el año pasado, el departamento de salud pública de Canadá, aprobó estudios realizados con psilocibina, el ingrediente sicoactivo de los hongos alucinógenos, para tratar específicamente los síntomas del trastorno de estrés postraumático.
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