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¿Cuántas de mis amigas son criminales por haber abortado?

Envié a todas mis amigas de Facebook y a mis contactos en Hotmail una encuesta sobre el aborto. En un lapso de 30 horas,100 respondieron: el 21% ha abortado.

Foto vía.

Uno supone que cualquier mujer tiene que sentir miedo ante la posibilidad de someterse a un aborto. Miedo a que el personal en manos de quienes uno se ponga se porte insensible y déspota, miedo a abrir las piernas como una rana, miedo a tener calor por el pavor y frío por el metal de los instrumentos quirúrgicos entrando en la parte más vulnerable del cuerpo, miedo al dolor del momento en que sienta que le arrancan el hijo que tenía aferrado a la matriz, miedo a que el padre de ese hijo no esté presente o sólo haga acto de presencia, miedo a la reacción de la conciencia y el alma después de pararse de esa camilla… En fin.

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Lo que cualquiera se atrevería a decir que no entra en la lista de razones que una colombiana tiene para temer a un aborto es el riesgo de ir a dar a una cárcel. Todas sabemos que el aborto es ilegal en la inmensa mayoría de las circunstancias pero no se puede saber a quién le preocupa menos la sanción de entre uno y tres años de prisión con que nos amenaza el Código Penal.

El viernes pasado, sobre las 4:00 p.m. la Fiscalía General de la Nación anunció que imputaría cargos a una conocida actriz y cantante de toda la vida por haber abortado. ¿Deberíamos pensar que a lo que hay que tenerle miedo es a la reacción del Estado si el celular de uno se le llega a enredar en alguna pesquisa a la Fiscalía?

Porque así cogieron a Carolina Sabino: según los medios de comunicación, la Fiscalía descubrió que la actriz había abortado, gracias a la interceptación de una conversación telefónica entre ella y su mediohermana, Lina Luna (también conocida actriz). Luna resulta haber estado casada con Andrés Sepúlveda, quien es el hacker que espió a la delegación negociadora del gobierno de Colombia en el actual proceso de paz con las Farc y esa es la razón por la cual los investigadores de la Fiscalía terminaron escuchando una charla en que las dos hermanas hablaron sobre el aborto de Sabino.

Ante la noticia, Florence Thomas, experta en temas de género y tal vez la feminista más reconocida que hay en Colombia, señaló que "hay miles de abortos ilegales y prácticamente no ha existido la primera mujer en ser enviada a prisión por esto". ¿Lo será Carolina?

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¿Deberíamos pensar que a lo que hay que tenerle miedo es a la reacción del Estado si el celular de uno se le llega a enredar en alguna pesquisa a la Fiscalía?

Muy probablemente no, pues también ronda por los medios la afirmación de que su aborto fue realizado en uno de los tres casos en que la ley colombiana tiene despenalizada la práctica desde 2006: cuando un médico certifica que la continuación del embarazo comporta un grave riesgo para la salud de la madre (en el caso de ella, la mental).

Además, hoy lunes a las 8:00 a.m. el fiscal general Eduardo Montealegre emitió un comunicado de prensa en el que anunció que suspendería la imputación, aunque considera "tiene bases respetables", para sumir él mismo "el estudio de los fundamentos prácticos y jurídicos de la decisión que adoptó una fiscal dentro del ámbito de su autonomía".

Antes de enterarme de la noticia de la imputación, yo no conocía a ninguna mujer que hubiera abortado legalmente en Colombia pero sí sabía de unos cuantos casos cercanos de aborto clandestino, que no puedo contar con los dedos de una sola mano. Entonces, dediqué el fin de semana a la tarea de echar números para hacerme una idea vaga de cuántas mujeres de mi círculo social podrían terminar en el Buen Pastor si es que el Estado colombiano se va a poner las pilas con la persecución de este delito.

La Fiscalía no puede ser tan mala leche de tirarse en Carolina Sabino sólo porque ella es famosa. Entonces, si a la justicia le da por joder a esta vieja, ¿cuántas viejas que yo conozca se pueden joder?

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Todas mis encuestadas juntas conocen personalmente a 238 mujeres que han abortado, sólo en 12 casos legalmente, hasta donde ellas están informadas.

Envié a todas las mujeres que son mis amigas en Facebook y a las que son mis contactos en mi directorio de Hotmail una encuesta garantizando el anonimato de las respuestas. En un lapso de aproximadamente 30 horas, 100 de ellas participaron, de las cuales 21 han abortado.

Entre esas 21, sólo dos aseguran haberlo hecho en alguna de las tres situaciones permitidas por la ley. Tales casos son cuando un médico certifica que la salud de la madre está en riesgo, cuando hay constancia médica de que el feto padece una malformación que hace inviable su vida y cuando se haya denunciado ante las autoridades que el embarazo es fruto de una violación, una relación incestuosa o una inseminación artificial o transferencia de óvulo no consentidas por la gestante.

Todas mis encuestadas juntas conocen personalmente a 238 mujeres que han abortado, sólo en 12 casos legalmente, hasta donde ellas están informadas. Ninguna, por supuesto, conoce a alguien que haya tenido que enfrentar alguna consecuencia penal por haberlo hecho ilegalmente.

Así es como al menos 19 mujeres en mi entorno directo llegarían a la cárcel si la Fiscalía hiciera con ellas lo que puede estar a punto de hacer con Carolina Sabino. Ante los resultados de este sencillo ejercicio personal, yo me pregunto a cuántas hijas, hermanas, primas, amigas, colegas y simples conocidas tendría que perseguir cada fiscal colombiano si es que la imputación a Carolina Sabino (de momento suspendida) es el inicio de una repentina política sistemática de cumplimiento de una de las más violadas leyes y no una canallada del poder. ¿Se verían también las fiscales que han abortado en la perturbadora situación de tener que acusar mujeres por un delito que ellas también cometieron?

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Sea Carolina Sabino inocente o culpable del delito que se le podría imputar, a alguien en la Fiscalía General de la Nación se le ocurrió que ella tenía que ponerle el pecho al desgaste emocional y económico de un proceso judicial por haber hecho lo que la Organización Mundial de la Salud reporta que se hace 400.400 veces al año en este país.

Yo, por lo pronto, no iré a la cárcel, en cualquier caso. Por suerte, nunca he estado embarazada, a pesar de haber tenido también relaciones sexuales sin interponer método anticonceptivo y lo más seguro es que también habría abortado si hubiera sido tan de malas como para quedar encinta en el momento errado o del hombre errado.

Y hablando de andar de malas, lo que le está pasando a Carolina Sabino es en un sentido más infortunado que la situación en la que se puede encontrar cualquier mujer colombiana después de haber abortado. Como comentó mi papá cuando supo esta absurda noticia: "Caer en lo de Sepúlveda… Eso sí es estar cagada".

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Esta es la encuesta que hizo Verónica. Si quieres ayudarnos con el ejercicio, envíale el link a tus amigas de Facebook y avísanos a nuestra cuenta de Twitter para estar pendientes.