No es una cosa nueva: la gente de la zona lleva advirtiendo sobre el deterioro del Mar Menor mucho tiempo. De hecho, si alguien bucea en hemerotecas encontrará titulares de 1985 en la prensa local que hablan de "salvar el Mar Menor". Y asociaciones como Ecologistas en Acción lleva actuando en la zona más de tres décadas, el mismo tiempo que llevan protestando vecinos y comerciantes.Pero nada, nadie ha tomado cartas en el asunto. Los que lo tenían que hacer —los políticos— se han ido lavando las manos y pasándose la pelota de unos a otros. Gobiernos regionales —tanto de PSOE como de PP— que no han sabido atajar los problemas que amenazan con acabar con una de las lagunas de agua salada más importantes de Europa. Un paisaje natural amenazado y a punto de ser destrozado por la acción del hombre.
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¿Qué ha llevado al Mar Menor a perder ese color azul turquesa de sus aguas? Pues después de consultar a especialistas y residentes en la zona, todo apunta a tres motivos: los vertidos orgánicos que se han depositado por parte de agricultores; el efecto demoledor del 'boom' del ladrillo y el pelotazo inmobiliario —ejemplificado en las construcciones de La Manga— y el uso indebido de la laguna por parte de los propietarios de barcos.Éstas son las razones, pero en el fondo lo que ha habido es una falta de anticipación, no se han puesto en marcha medidas preventivas, un plan integral para la zona y se ha dejado que las aguas del mar aparezcan marrones "como el chocolate", según apuntan testimonios de bañistas en la zona.
"El Mar Menor tiene una gran importancia ambiental, además de ser una fuente de empleo, riqueza y turismo. Está protegido, pero nunca se ha tomado en serio su gestión, desde hace décadas se llevan pidiendo medidas que nunca llegan. La Universidad de Murcia o el Instituto Español de Oceanografía llevan trabajando allí toda la vida, y eso ha hecho que se pueda preservar su identidad ecológica. Pero se empezó a construir en la costa, se realizó la apertura al Mar Mediterráneo, con lo que aumentó el intercambio de agua, y crecieron de una manera descomunal las actividades y el tráfico interno de barcos. Además, en todo el campo de Cartagena ha habido un aumento de los campos de cultivo y eso ha hecho que se disparen los vertidos de materia orgánica", asegura Óscar Esparza, coordinador de Área Marinas y Protegidas de WWF.
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Óscar nos habla de "negligencia" y de un problema ecológico, "que tardará mucho en volver a revertir". Sí se han puesto en marcha medidas en el pasado, pero se han limitado a lavar la imagen de cara al verano "y volver a la dejadez".Entonces, el futuro se presenta poco alentador. "El problemas es que hay que trabajar a largo plazo. En Ecología cuando se detecta una situación así ya es tarde. De momento, esperemos que se pueda reducir los vertidos de materia orgánica y regular el uso de la laguna. Hasta donde yo sé, por ahora no hay riesgo para salud -ni para el baño, ni para la alimentación-, puede que pique algo más la piel, pero no se han detectado ni algas tóxicas, ni contaminantes en el agua. Pero hay otros efectos, por ejemplo, el cambio de salinidad del agua, por la que entra del Mediterráneo, ha propiciado que especies autóctonas cedan ante otras invasoras que no lo son".En mayo, WWF se desplazó al Mar Menor, antes de que comenzara la campaña de verano para realizar un vídeo que dio la voz de alarma sobre el tema y pusieron en marcha una campaña con agricultores de la zona, para explicarles el caso. "Los invitamos a subir con nosotros al barco, para que vieran cómo está ahora mismo el Mar Menor y se mostraron muy dispuestos a trabajar para revertir la situación".Un mensaje de optimismo, porque de otra manera "no hay futuro ni para el turismo, ni para la pesca y la agricultura en esta zona"
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"METES UN PIE EN EL AGUA Y TE DA ASCO"
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"ESTAMOS HABLANDO DE UN CADÁVER"
Lo que más echa el de menos es poder disfrutar de los baños por la mañana: "Entre las 8 y las 10 la laguna parecía una verdadera piscina, con agua fresca y transparente. Pero eso se ha acabado. Yo pensé en acabar aquí mis días, porque por su belleza es un sitio incomparable, pero ahora no sé, todos estamos endemoniados. El color del agua es verde o marrón, color chocolate, dependiendo de las zonas y no se ve el fondo. En las playas hay gente, pero en el agua, no. La gente de Los Alcázares o Lo Pagán se van a La Llana para bañarse. Todos tenemos claro que la culpa es de los políticos, que no han hecho nada, y ahora introducen otras cuestiones en la agenda, para conseguir desviar la atención sobre lo que pasa", nos comenta Luis. Él apunta a la dejadez en la que han caído los responsables políticos, que han permitido que lleguemos a este punto.
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