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Μodă

El atelier del sado colombiano

Hernando Arboleda, junto a su mamá y antes su abuela, en una casa del barrio San Luis, de Bogotá, es el pionero de una industria "fashion", de la cual no se habla en las revistas de moda. Él es el sastre del sadomasoquismo en Colombia.

Nando Arboleda ama el heavy metal, alguna vez llevó el pelo hasta los hombros y se paseó vanidoso por la zona T, de Bogotá, con sugestivos pantalones de cuero recitando en su cabeza los oscuros alaridos de Ozzy Osbourne, uno de sus profetas. Hernando, Nando, Nandito para su mamá, quien cada tanto le dice: "¿usted cómo por que no se dedica a otra cosa?"; es el sastre más reconocido del sadomasoquismo en Colombia.

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Nando nunca ha abandonado realmente su cuarto de infancia. En aquellas paredes alargadas en donde se fumó los primeros cigarrillos y le juró amor profundo a AC/DC agitando, en una suerte de oración, su pelo crespo largo, ha construido un taller, un templo del cuero, un atelier de prendas sadomasoquistas de la mejor calidad.

Junto a su mamá, con el permiso de su difunta abuelita, Nando se dedicó a confeccionar prendas sexuales en su casa ubicada en el barrio San Luis de Bogotá. Fustas, esposas, corpiños y máscaras que están llegando a mercados internacionales como Exxotica, el evento gringo más grande dedicado al sexo y al amor, y que son recomendados por celebridades del mundo del BDSM colombiano como Ladyzunga: "Siempre lo recomiendo. La calidad, los precios y el interés por el cliente lo hacen único en el país".

Hasta hace tres años, la suya era la única fábrica de ropa sado colombiana, dice Oscar Tamayo, organizador del Festival BDSM/Fetish Bogotá. Por eso no es gratuito que ahora su nombre sea la respuesta a la pregunta: "¿Quién es conocido como el sastre de los sadomasoquistas?", en la única trivia fetish a nivel nacional, el "Sabelotodo BDSM", una especie de 'Quién quiere ser millonario' del lado más oscuro del placer.

"El negocio fetichista en Colombia es una vaina minoritaria, que se trabaja a nivel individual por el momento", dice Tamayo indicando que el único modelo de producción de estas micro empresas es la autogestión, haciendo correr la voz de mistress a sumisos y de daddies a babygirls, hasta que todos sepan quién ofrece qué y a qué precio.

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"Lo que caracteriza a esta 'mini industria' es la invisibilidad, porque está mal visto hacer billete con el negocio de las pasiones", señala Óscar refiriéndose a que el negocio fetichista recibe un poco de su propia medicina: es humillado, sumiso, se la juega bajo tierra, en el underground, a puertas cerradas.

"Todos los industriales del sado trabajan con las uñas y se limitan al primer círculo para obtener una rentabilidad. Nando fue el primero en abrirse campo", señala Tamayo al hablar de lo difícil que es sacar adelante una empresa fetichista.

Con la llegada del despertar sexual y del BDSM europeo a Colombia, además de los catálogos eróticos de mistress internacionales al país, mucha gente ya no tenía miedo de decir que le gustaban las nalgadas o jugar a la servidumbre, como lo veían en películas como The Secretary del 2002 o, el clásico de la literatura erótica llevado al cine, Historia de O de los 70. De esta forma, la subcultura leather comenzó a tener demanda pero poca oferta; no existía alguien que se le midiera a escuchar todo tipo de fantasías eróticas para luego tratar de hacerlas realidad.

Después de vivir un par de años en España, Nando recogió todo tipo de material sobre el BDSM y lo trajo a Colombia, como uno de los primeros que le invirtió a la causa. Aunque es un diseñador gráfico de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, siempre estuvo cautivado por el vinilo, las esposas y el mundo erótico de la piel.

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Con la idea de crear una empresa que se dedicara a crear atuendos dispuestos y diseñados para la práctica del BDSM, Nando decidió meter la nariz en los asuntos de las industrias tradicionales del cuero en el país; una lucha de la que salió nalgueado y humillado.

Después de muchos rechazos de reconocidas empresas colombianas de curtiembres y marroquinería, como Boot n' Bags y Centauro, formó con un grupo de amigos e inversionistas fetichistas su boutique; no obstante, su mano derecha en el negocio fue su familia que, sin estar de acuerdo del todo, vio en la creación de corsés y calzones una muy buena salida económica.

El taller de la boutique Sex Leather queda en la casa materna de Nando. En esta factoría improvisada se producen, semanalmente, cien artículos: trajes, collares, látigos, que esporádicamente distribuyen nacionalmente. En Bogotá, por su parte, los pedidos exceden, en ocasiones, los cien artículos a la semana; en diciembre del 2014, se confeccionaron y vendieron 180 productos: los pantalones ajustados y los corpiños fueron los regalos del niño Dios por excelencia. Sin embargo, la empresa depende de un grupo privado en FetLife, el Facebook de los sado, que permite conocer qué quiere cada cliente; desde el que le gusta gritar a cuatro vientos que es un fetish hasta el que "vive en la impunidad", como señala Nando.

"A veces pasó unos osos en la aduana, cuando me toca abrir la maleta y mostrar toda esa mano de cosas", recuerda Nando con risa. "Me dicen: '¿Y, eso qué es?', y yo solo les digo: 'Pues, mi trabajo'". Cuando él no hace los domicilios, un amigo que viva en Miami le hace el favor; generalmente, le piden lo mismo que en Colombia pero los reciben más felices porque, a pesar de que el precio sube un poquito, son muy baratos para USA. Si los precios colombianos oscilan entre los 50 y los 200 mil pesos, los precios gringos tienen que enmarcarse en el mercado y suben entre 50 y 100 mil pesos.

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"Todo esto es un lujo, no una necesidad", dice Nando refiriéndose a sus productos. Las personas que disfrutan de estas prácticas tienen buenos ingresos porque nada es barato. Sin embargo, dice que sus precios son más asequibles que los europeos, que se triplican y muchas veces los productos no son de tanta calidad como los de su boutique.

En el 2000, según un informe del DAMA y la Cámara de Comercio, la industria del cuero en Colombia producía aproximadamente tres mil pieles al año; se ubicaba en el treceavo lugar entre los mayores productores de curtiembres a nivel global. Actualmente, el país alcanza una producción de 160 mil pieles, es decir 48 mil toneladas, y existen aproximadamente mil curtiembres nacionales. Se desconoce la cantidad de cuero que se usa para crear ropa fetichista; porque es algo que se ignora intencionalmente, ninguna entidad gubernamental quiere saber las andanzas de estas micro empresas sadomasoquistas. Sin embargo, en estas factorías tabús, el cuero sí es una segunda piel, un alter ego, un hipnotismo agresivo. La piel seductora, adherida a los huesos y a la piel desnuda, casi invisible a los ojos del que fantasea.

El proceso de producción de cada artículo puede durar entre un día entero hasta una hora, dependiendo de la rigurosidad del tratamiento del cuero de sus tres curtiembres preferidas y secretas del barrio San Benito y, algunas veces, de El Restrepo. Las camisas de fuerza toman un día, mientras que las esposas o las máscaras toman aproximadamente una hora; todo depende de la dificultad de la prenda.

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El becerro, que es el más suave, es ideal para la ropa interior; protege la zona íntima y si la fantasía requiere alguna posición extraña, como abrirse de piernas para exponer los genitales, no habrá ningún roce dañino. La napa es más usual para los pantalones y faldas, los hace más sugestivos y el sonido que produce su roce es uno de los fetiches que más excita, por eso casi nunca se pone música en una sesión sado porque esto opaca el chirrido de placer. La súper napa, es mucho más gruesa, se usa para los restraints, que inmovilizan las extremidades de los sumisos, como los armbinder, el típico inmovilizador utilizado en el bondage, así no hay peligro si el submi quiere colgarse durante mucho tiempo; finalmente, está la tala que es el cuero más firme y sirve para columpios y antifaces.

Todo tiene su ciencia. "El mercado sado colombiano es mixto; aunque, ahora el cuero está de moda, mis mayores clientas han sido las mujeres mayores de 30 años", señala Nando.

¿Y por qué las mujeres mayores de 30? ¿Será que a esa edad ya se pierde la vergüenza?

Según Tamayo, nada tiene que ver con los años que les quedan para acercarse a la menopausia, la madurez les facilita explorar su sexualidad y no le temen a que los demás vean estas experiencias como aberraciones. Es más, Nando siempre trata de inculcarles que tengan, por lo menos, una prenda de ropa interior de cuero en su clóset. Aunque, resulta irónico que su mamá estuviera involucrada en el negocio; ella nunca quiso saber que pasaba más allá de la confección, qué pasaba cuando la cliente tenía sus bragas de cuero y dominaba a su amante.

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A pesar de que en Colombia existe una comunidad BDSM muy unida, "los miembros no pasan de 800 personas y eso que en el grupo de Facebook son 2.600, pero seguramente, el 50 por ciento son curiosos", dice el sastre.
Entre todas esas personas Nando se siente solo.

El sastre desmitifica lo que muchos llaman industria del sado diciendo que lo que hay en Colombia no le llega ni a los talones a la idea de una producción masiva de indumentaria BDSM en el extranjero; "si Alemania y Estado Unidos producen el 99 por ciento de la industria sado cada año, Colombia produce un 0.5 por ciento al año, siendo muy positivos", apunta Tamayo.

Con menos competencia, Nando se siente mejor en su pequeña boutique al son de 'Personal Jesus' de Depeche Mode. Cada semana se gana aproximadamente tres clientes y les ayuda a cumplir sus deseos; "lo más loco que me han pedido son sleepsacks, o sleeping bags, que se utilizan para el bondage. Generalmente, son bolsas muy estrechas que son utilizadas por la gente que le gusta la inmovilidad, sin ninguna actividad sexual. Simplemente, sentirse apretados les da placer", cuenta Nando.

Como un tipo normal, que parece ser dueño de cualquier cosa menos de un sex shop-boutique, impone tendencias que tal vez en 10 ó 15 años hagan parte de una industria. No es que tenga un producto trademark, se mantiene en la escena clásica, y le da el toque criollo: precios asequibles y todo al gusto del cliente. Incluso, piensa hasta en las fechas especiales y más románticas, pues los sados también tienen corazón así les gusten los latigazos. Para el día de San Valentín que lindo sería recibir un 'osado', un peluchito 'submi', con collares y esposas, si le gusta que lo dominen y madreen o, un peluchito 'domi', con corpiño apretado y un mini látigo, si le gusta humillar a su pareja.

"Yo me junto con la crema y nata: visto a Nacho Vidal, hago comerciales con canales nacionales y visto modelos para publicidades de carros", dice Nando, orgulloso; sin embargo, parece que es solo a estos a los que puede vestir con libertad, pues en el país del sagrado corazón, en el que ante cualquier insinuación disidente y diversa la gente se persigna y reza el ave María al unísono, la industria sado parece aún dormida. Sin embargo, las pasiones ocultas comienzan a reclamar su espacio, pocos logran someter la vergüenza y nalguear al qué dirán y dejarse llevar.

Pero…

cuando se dejen llevar

Quizás nando les pueda crear un pequeño y apretado ajuar hecho de cuero, placer y poder.