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Identidad

La rebelión de los curas de Extremadura

Un grupo de sacerdotes de la diócesis de Mérida-Badajoz se han rebelado contra las noticias de que el arzobispo se está construyendo un piso de lujo que tiene hasta jacuzzi.

Santiago García Aracil

"Los trapos sucios se lavan en casa", me dijo un cura. Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho. Porque no solo hay que ser honrado, sino parecerlo, pero al final ni una cosa ni la otra. Atentos a la historia:

Resulta que un grupo de sacerdotes de Extremadura se ha indignado como Dios manda y ha elevado su queja, ni más ni menos que al representante del Papa en España: el Nuncio, Renzo Fratini. Los indignados son unos cincuenta religiosos de parroquias de toda la vida que se lamentan del "palacio" que se está construyendo el arzobispo de la diócesis de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, al que le falta un año para jubilarse. Se refieren a una vivienda de 300 metros cuadrados situada en el corazón de Badajoz, con un salón de 60 metros y una capilla de 25.

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En la misiva que le mandan al Nuncio, los curas críticos hablan de "gastos excesivos, llamativos, inoportunos y escandalosos por innecesarios". Además, recuerdan: "Somos una Iglesia pobre que peregrina en una tierra pobre. En nuestra diócesis hay un índice de paro del 29,4 %, siendo más crudo entre los jóvenes que tienen de 25 a 34 años y no han pasado de la Educación Primaria o inferior, ya que entre ellos la tasa de desempleo es del 64 % en Extremadura". Y añaden: "En esta realidad la prudencia pastoral y el sentido común nos pide ser una Iglesia austera, en consonancia con las realidades de nuestro pueblo y en sintonía con la exigencia evangélica en la que tanto insiste el Papa Francisco".

El Palacio donde supuestamente se están haciendo las obras, vía Google Maps.

Con toda la intención, el escrito fue filtrado a los medios de comunicación. Y, efectivamente, se armó el belén. La noticia salió a la luz el pasado domingo 2 de noviembre (festividad de los difuntos) y el arzobispo estuvo día y medio con la boca cerrada. Mientras tanto, en las parroquias de la provincia no se hablaba de otra cosa: unos a favor, otros en contra, pero todos muy temerosos. Un sacerdote de Mérida, por ejemplo, que prefirió permanecer en el anonimato, aseguraba que "filtrar una carta no es la manera de arreglar el asunto, porque eso hace mucho daño a la Iglesia". Otro cura de Badajoz también anónimo dijo claramente aquello de "los trapos sucios se lavan en casa" y "la vida privada del arzobispo no le importa a nadie". El mismo religioso pacense expresaba: "Si son cincuenta los que han mandando la carta, ¿por qué no la han firmado? Yo cada vez que le mando un escrito a alguien digo quién soy. Esto es cosa de uno solo y seguramente nos enteremos en breve quién ha sido. Tengo claro que nos convocarán a una reunión para ver qué ha pasado". ¿A la búsqueda del cabecilla?

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Tras ese día y medio de dimes y diretes, el arzobispo decidió romper su silencio mandando un escueto comunicado en el que lo negaba todo y expresaba su disgusto por "informaciones tendenciosas" y por "el carácter calumnioso y difamatorio que suponen". No obstante, no permitió que ningún medio de comunicación viera las reformas por las que se le acusa al considerar que el asunto "ya estaba suficientemente aclarado".

Curiosamente, casi a la vez, el arquitecto de la obra, un tal Esteban Gamero Núñez, mandaba otra nota "con datos objetivos" en la que explicaba exactamente en qué consistían los trabajos. Los llamaba de "escasa entidad" y aseguraba que cuentan con un presupuesto "que no llega a los 95.000 euros". Y agregaba en relación a varios rumores que muchos daban por ciertos: "Desmiento por mi honor la existencia de jacuzzi, baño con hidromasaje, cocina a la última, maderas preciosas y mobiliario de lujo".

Pero aquí se vuelve a enredar el asunto. Esos trabajos no son de "escasa entidad", porque aunque en principio se pidió una licencia de obra menor, desde el arzobispado reconocían que tuvo que ampliarse a obra mayor por la envergadura de la misma. Los técnicos de Urbanismo sí que no tuvieron más remedio que visitar el 'palacio' por el revuelo creado, pero están a la espera de recibir más informes para emitir sentencia.

¿Y qué más ha hecho el obispo? Ha mandado otra carta a todos los curas de la diócesis para, según él, "ayudar a vencer el escándalo ocasionado por algún que otro sacerdote, hermano nuestro, que ha dado una información errónea, hiriente, calumniosa y motivadora de escándalo". Se confirma la teoría de buscar al cabecilla. Santiago García Aracil lanza varios mensajes: "Con gran dolor sospecho que, como los periodistas no se lo inventan todo, ha tenido que haber alguna fuente presbiteral desgraciadamente insidiosa. No es lo más elegante esconderse en el anonimato al tiempo que dan todos los detalles de la persona a quien evidencian, aireando además a los cuatro vientos noticias completamente falsas y calumniosas". Ahí queda eso. Y sigue: "Estos modos no corresponden al estilo propio de un ministro del Señor que, el día de su ordenación prometió obediencia y respeto al obispo. Este respeto tiene dos condiciones básicas: la fidelidad a la verdad y obrar con caridad". Pero claro, los cincuenta párrocos habrán pensado: si el obispo se salta el voto de pobreza, pues nosotros el de obediencia. Y nos rebelamos.

En cuanto a la reforma, dice la carta: "Me parece una deformación grave de la verdad afirmar que las obras que se realizan en el piso alto del Arzobispado pretendan construir un palacio. ¿Qué entienden por palacio? Hay que perdonar determinadas ignorancias". Y añade: "¡Ay, Señor! ¡Qué fácil es hablar sin conocer, y qué cómodo es juzgar sin buscar la debida información!".

Casualmente, el Papa Francisco hizo ayer las siguientes declaraciones: "Es triste ver un obispo que se pavonea, que vive solo para su vanidad" y "el episcopado es un servicio, no un mérito del que presumir".