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Juegos Olímpicos

Río 2016: las repercusiones económicas de los JJOO

¿Cuál es el costo que pagan las naciones que son elegidas como sede de los Juegos Olímpicos?
Imagen vía Wikimedia Commons

Nos encantan las explosiones de fuegos artificiales, y Pita Taufatofua, Gisele Bundchen y los miles de atletas cargando banderas y el anhelo de subir al podio. Nos impresionamos con los estadios de alta tecnología, iconos arquitectónicos del desarrollo y el progreso, y los nuevos récords olímpicos que cada cuatro años vuelven a poner a prueba la evolución del cuerpo humano. Pero, ¿cuál es el costo que pagan las naciones, —y recordemos que las naciones están formadas de personas—, que son elegidas como sede de los Juegos Olímpicos?

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Cuarenta y nueve días antes del inicio de los JJOO en Río de Janeiro, se decretó el "estado de calamidad pública", el cual permite que el gobierno puede adoptar medidas excepcionales para reducir gastos y servicios públicos.

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En el decreto publicado el 17 de junio en el Diario Oficial, el gobernador estatal interino Francisco Dornelles solicitaba apoyo federal para evitar un "total colapso de la seguridad pública, la salud, la educación, el transporte y la gestión ambiental".

El gobierno federal se vio obligado a dar unos $890 millones de dólares a Río para pagar salarios atrasados de policías y garantizar la seguridad del evento.

Retrocedamos un poco. El Brasil actual, anfitrión del mega evento deportivo con sus piscinas verdes y sus controversias con el dopaje, no es el mismo Brasil que en 2009 le arrebató el sueño olímpico a Madrid, Tokio y Chicago para convertirse en la primer sede sudamericana. Eran tiempos de Luiz Inácio Lula da Silva y sus prometedores programas sociales que iban a ofrecer una mejor vida a millones de brasileños.

El Brasil de ahora está lejos de ser la potencia emergente que se esperaba. Dilma Rousseff, la sucesora de Lula da Silva, fue suspendida provisionalmente de sus funciones, y ahora enfrenta un juicio de destitución por presunto delito de responsabilidad fiscal.

Imagen vía pixabay.com

La petrolera estatal brasileña, Petrobas, está envuelta en el mayor escándalo de corrupción en la historia del país, en el que se habla del desvío de 8 mil millones de dólares. Agreguemos una profunda recesión económica, una alta tasa de desempleo, salarios atrasados para maestros y policías, un alarmante aumento en el índice de homicidios, y la amenaza del virus Zika.

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Es bien sabido que los JJOO ponen una gran carga económica sobre los países anfitriones. Los costos asociados con el mega evento empiezan desde el proceso de licitación. Chicago, por ejemplo, gastó casi $100 millones de dólares en su candidatura por los juegos de este año. Mientras tanto, Toronto decidió no postularse para el 2024 ya que no podía costear los casi $60 millones de dólares que requería para presentar su candidatura.

Una vez seleccionada, la ciudad ganadora tiene diez años para crear instalaciones deportivas y mejorar la infraestructura para acomodar a atletas y turistas.

La construcción de instalaciones deportivas, como la Villa Olímpica, se ve como un beneficio a largo plazo para las ciudades anfitrionas. Pero cada vez es más visible, que una vez que los atletas se retiran, los lugares quedan vacíos. En Atenas, la mayoría de las instalaciones que se crearon para los juegos de 2004 están en pleno abandono, al igual que las instalaciones deportivas en Beijing.

Centro Acuático Nacional, en Beijing. Vía Wikimedia Commons.

Desde los juegos de 1976 en Montreal —ciudad que se tardó tres décadas en pagar la deuda que le dejó el gran evento—, las crisis financieras que dejan los JJOO en las ciudades anfitrionas son cada vez más notorias.

Jacques Rogge, expresidente del Comité Olímpico Internacional (COI), admitió en 2011 que los JJOO de 2004 tuvieron una gran peso en la exorbitante deuda que llevó a Grecia a una crisis financiera. "Podemos decir con franqueza que la justa de 2004 tuvo su importancia. Si ves la deuda exterior del país, de 2 a 3 por ciento puede ser atribuido a los juegos", afirmó.

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En el caso de Brasil, se estima que los costos de los JJOO alcancen los $20 mil millones de dólares, comparado al presupuesto original de $14 mil millones. Todo esto, recordemos, en una economía nacional que se contrajo 3.8 por ciento el año pasado, según datos oficiales del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

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Así como con Grecia, no se puede señalar a los JJOO como el factor determinante de las crisis económicas que afectan a los países anfitriones, pero sí es una realidad que la planeación y preparación de los ambiciosos juegos son altamente costosas, y con un gran impacto en la economía de los países, especialmente de aquellos en vías de desarrollo que no pueden absorber los costos.

La realidad es que en Brasil, que también fue sede de la Copa Mundial de Futbol de la FIFA en 2014, los preparativos de estos dos grandes eventos internacionales empeoraron la situación.

Aunque el COI ha creado la Agenda Olímpica 2020 para promover la sustentabilidad en las ciudades anfitrionas en los futuros eventos, el legado olímpico en Brasil no es nada favorable para los ciudadanos. El daño está hecho. Excepcionales e inolvidables, serán los adjetivos que seguramente, el COI usará en la ceremonia de clausura.