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Todas las familias con las que he hablado coinciden en decir que no se hacen distinciones entre niños españoles o extranjeros sin papeles a la hora de acoger, salvo alguna rara excepción. No hay que olvidar que "se buscan familias para niños, no niños para familias", recuerda José Antonio Martínez, padre acogedor y portavoz de Aseaf. A pesar de que los menores no sean repatriados inicialmente, pueden serlo en el futuro, aunque con el paso de los años es difícil que esto suceda. En general las familias no se oponen a la repatriación, pero sí a la manera en que se hace: "Si el niño o la niña va a estar mejor en su país de origen, estupendo, nosotros lo que defendemos es que la repatriación se haga en unas condiciones dignas", denuncia Mari Pepa Alcántara, madre de acogida y presidenta de la asociación andaluza Acógeles. "Nosotros tuvimos un caso de un menor que lo reclamó su país y en 48 horas ya estaba de camino", recuerda. Eso es algo totalmente "inhumano, a lo mejor el menor ni habla el idioma del país que lo reclama, no ha habido tiempo para explicarle la situación, para que los psicólogos trabajen con él". Afortunadamente, este tipo de repatriaciones no son muy habituales y, en general, en estos momentos, no son frecuentes las repatriaciones, del tipo que sean.No tener la autorización de residencia implica situaciones de distinta gravedad que van desde no poder viajar con la familia de acogida o con los compañeros de colegio.
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Muchas familias prosiguen su lucha por conseguir la nacionalidad española de los menores. Es evidente que no es lo mismo tener la nacionalidad española que una simple tarjeta de residencia. María recuerda que todos los menores acogidos en familias de Adamcam tienen ya los papeles en regla. Unos papeles donde pone nacionalidad desconocida, aunque hayan nacido en nuestro país. "Hemos pedido varias veces la nacionalidad española acogiéndonos al Código Civil, que dice que después de dos años consecutivos pueden ser españoles una vez que están tutelados", explica. Conseguir la nacionalidad es, a día de hoy, una batalla de años. En opinión de Aurora, esto sucede "porque los jueces encargados de los registros civiles están saturados y todas las nacionalidades van con retraso". En Adamcam "nos han tramitado la nacionalidad a cinco familias y nos han dicho que como mínimo van a tardar dos años. Como mínimo, de ahí en adelante…".Una familia acogedora de Jaén comenta emocionada que "después de cinco años, con muchas dificultades hemos logrado la nacionalidad del menor marroquí, nacido en España, que tenemos acogido". La primera dificultad ha sido "la inoperancia de la Administración, el proceso de nacionalización debería comenzar a instancia de ellos, no nuestra, pero la experiencia nos dice que solo lo harán si nosotros nos empeñamos y nunca a iniciativa suya". Así que, como dice Mari Pepa, "si cualquier padre tiene obstáculos, los padres de acogida tenemos el doble y si tenemos menores sin papales, el triple". Es el más difícil todavía.Y sin embargo…"Nosotros hemos hecho 25 acogimientos –de todas las modalidades– de españoles y de extranjeros", cuenta Mari Pepa. Haciendo este reportaje me he encontrado con familias que prefieren no aparecer y que aseguran que dadas las tremendas dificultades que supone tener un menor sin papeles en acogida, se sienten incapaces de recomendar la experiencia. Mari Pepa es clara: "Lo comprendo perfectamente y lo afirmo". Es una pena y una injusticia. Las asociaciones –nacionales e internacionales-, incluso la nueva Ley de Protección a la Infancia y a la Adolescencia, coinciden en potenciar el acogimiento familiar frente al centro de acogida. "En los centros los menores están muy bien tratados", explica Mari Pepa. "Allí hay muy buenos profesionales, atienden muy bien a los niños, con mucho cariño, les ayudan en todo, pero allí trabajan por turnos, lo que hace que los niños tengan muchas referencias", mientras que "una familia es una referencia para siempre". Cuando cumplen los 18, por ejemplo, "el centro los echa, esa es la realidad. Se acabó y a la calle", prosigue. Y la familia, sin embargo, no entiende de mayorías de edad, ese vínculo está siempre, defiende Mari Pepa.Los entrevistados vuelven a coincidir en que las leyes son las adecuadas o como mínimo suficientes, pero que no se cumplen. Por otro lado, demandan una mayor atención por parte de la Administración. En palabras de Beatriz, "la normativa española es bastante correcta, lo que falla es más bien la práctica". Mari Pepa afirma que "mientras la Administración no cambie la política que tiene, el acogimiento va a ser muy difícil. Yo lo sigo haciendo y lo voy a seguir haciendo porque apuesto por él" a pesar de los obstáculos. Curiosamente, tantos testimonios que podrían utilizarse en contra del acogimiento familiar son precisamente su mejor defensa.A pesar de las dificultades que tantas familias han compartido conmigo, ni una sola se ha referido al hecho en sí de tener al menor en casa. Todos, sin excepción, hablan de ellos llenos de cariño. La familia de Jaén, tras su ataque institucional, concluye: "No puedo hablar solo de dificultades sin decir que este enano es una de las mejores cosas que han pasado en nuestra familia". Como sigue Mari Pepa, "la frase te cambia la vida no abarca todo lo que es. Tú vas a hacer el acogimiento pensando que vas a ayudar a un niño y al cabo de los años te das cuenta de que los niños te están ayudando a ti". Y esto sin olvidar que hablamos siempre de menores "que han pasado por situaciones muy difíciles", como apunta María. "Cualquier niño español o extranjero necesita el cariño y la atención de una familia", concluye María, y más estos menores que en su corta vida han vivido situaciones tremendamente duras y difíciles, o de lo contrario no estarían en situación de desamparo."Cualquier niño español o extranjero necesita el cariño y la atención de una familia".