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El número de Siria

Dejé a mi familia por el ELS

Cuando estalló la guerra y las tropas de Assad comenzaron a tirotear a civiles manifestantes, sus amigos la convencieron para que apoyase a los rebeldes en Damasco.

Ilustración de Daniel David Freeman

Loubna Mrie creció en el seno de una acomodada familia alauí, pero a diferencia de muchos de los defensores del islam chií, Loubna no apoya al régimen de Assad. Cuando estalló la guerra y las tropas de Assad comenzaron a tirotear a civiles manifestantes, sus amigos la convencieron para que apoyase a los rebeldes del naciente Ejército de Liberación de Siria (ELS) en Damasco, quienes en febrero le asignaron la tarea de hacer contrabando de artillería durante un periodo de seis meses.

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    Cuando empezó la revuelta yo estaba en contra de una revolución armada. La crueldad del ejército sirio hizo que cambiara de opinión sobre la posibilidad de un movimiento pacífico de resistencia.

    Seguro ya sabes que el ELS no es un ejército de extraños que simplemente llegó a Siria. Son amigos con quienes nos manifestábamos y trabajábamos desde antes de ser una fuerza rebelde. Yo sabía que necesitaban ayuda y les pregunté qué podía hacer. Uno me dijo que necesitaban balas, así que contacté con un amigo que me llevó a otra región (sería irresponsable de mi parte decir a qué lugar) para comprarlas. Después regresaba con ellas de contrabando. No es complicado, pero sí muy peligroso.

    En los puestos de control, los alauíes, cristianos y drusos (seguidores de una rama del islam chií que incluyen otros credos en su religión) pueden pasar libremente; el gobierno y los shabiha (hombres armados vestidos de civiles que apoyan al régimen) creen que todos los activistas son suníes. No registran a fondo a los que profesan estas religiones, así que es fácil contrabandear cosas. Incluso armas.

    Un día estaba intodruciendo balas con mi amigo y la policía nos detuvo y nos pidió los papeles del coche. Los papeles que necesitábamos estaban debajo de una caja de balas, en medio de los dos asientos. Mi amigo y yo sacamos los papeles muy despacio; si movíamos la caja definitivamente habría sonado. No esperan que la gente viaje con algo tan peligroso cerca del cuerpo, así que salimos de esa sin más problemas.

    Cuando estuve en Salma, Latakia, la zona más peligrosa en las montañas, me entrevistó un hombre del ELS con una cámara. Me tapé la cara, pero la gente me reconoció cuando subieron el vídeo a YouTube. Recibí mensajes en Facebook como: “Qué vergüenza, nos traicionas y ahora trabajas para los terroristas”. Muchas personas de mi pueblo y familiares de mi padre me envían amenazas asegurándome que me matarán si me encuentran.

    Antes de que se subiera el vídeo a YouTube ya tenía muchos problemas en Damasco y estaba pensando en irme. Ahora me asusta no poder regresar. Muchos de mis amigos fueron arrestados, otros muchos están muertos, y Damasco está sitiado y repleto de controles en los que tienen mi nombre. El vídeo de YouTube no fue la razón principal por la que salí de la ciudad, pero hizo que secuestraran a mi madre. No he sabido de ella desde agosto y no sé si sigue con vida.

    Sabía que no podría cruzar otro control, y por esa razón el ELS me ayudó a entrar en Turquía en agosto. Caminamos tres horas por las montañas hasta llegar por fin a Estambul. A pesar de todo no tengo miedo por el futuro de Siria.

Para profundizar en los hechos que propiciaron el conflicto en Siria, recomendamos leer "Camino a la perdición" nuestra línea temporal condensada de lo que pasa en Siria desde la primavera de 2011; y "La Guía Vice de Siria", un curso rápido de la geopolítica, la cultura y las complejidades religiosas del país.