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'Trapitos', la mafia de los cuidacoches que se forra extorsionando a Buenos Aires

El video de una agresión a un joven por negarse a pagar por estacionar su coche en la calle recalienta la discusión en Argentina. Cada día miles de personas son extorsionadas por los cuidacoches, mientras crecen las denuncias por complicidad policial.
Imagen vía Defendamos Buenos Aires
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"No", fue la última palabra que dijo el bonaerense Leonel Biasutti antes de recibir el brutal golpe de un 'trapito', que le fracturó la mandíbula en tres partes.

Este joven de 26 años no le dio la mínima importancia, cuando al salir de una discoteca en el suburbio de San Martin la noche del 16 de enero, se negó a pagarle a un cuidacoches por estacionar su automóvil en la calle.

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Sin embargo, el instante de la brutal agresión fue captado por cámaras de seguridad, el video se viralizó en las redes sociales y revivió un debate latente sobre la problemática de los cuidacoches en la Argentina.

Cada día en el país sudamericano, miles de personas son extorsionadas por los 'trapitos', como se los conoce por agitar un trapo para señalizar al conductor dónde estacionar — vale la aclaración: en sitios que son de libre estacionamiento.

Virtuales dueños de las esquinas más concurridas de Buenos Aires, exigen dinero a cambio de que el coche se mantenga a salvo de ralladuras o robos que, en muchos casos, realizan ellos mismos a quienes se niegan a pagar.

Momento de la brutal agresión

"Es un flagelo porque te venden la solución a una amenaza que generan ellos: que no te dañen el auto", sostiene en diálogo con VICE News, Martín Yeza, flamante alcalde de Pinamar, un balneario donde en el verano austral los 'trapitos' llegan desde todo el país para "hacer la temporada".

De hecho, el mes pasado, Yeza impulsó el plan Trapito Cero, con el propósito de erradicarlos. La reacción en bloque de los cuidacoches mostró la punta del iceberg de corrupción y violencia que se esconde detrás de esta práctica, que para muchos argentinos ya forma parte de la vida cotidiana.

"Primero recibí amenazas, luego quisieron golpearme y finalmente me exigieron 15.000 pesos [1.000 euros] por persona para dejar Pinamar", cuenta el dirigente sobre los episodios de corte mafioso que debió soportar.

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Si bien la presencia de cuidacoches informales es habitual en otras grandes ciudades del mundo, en el área metropolitana de Buenos Aires sorprenden la pasividad política y connivencia policial frente a las crecientes redes de 'trapitos'.

La ciudad más violenta de Argentina tiene un grupo de Facebook para la 'venta de armas'. Leer más aquí. 

Un suculento negocio

Según una investigación de la ONG Defendamos Buenos Aires, en el área metropolitana ya operan unos 5.000 ciudacoches, que facturan de promedio unos 18.500 pesos (1.300 dólares) por mes.

La tarifa demandada por sus prestaciones va de los 30 pesos (2 dólares) a los 100 pesos (7 dólares), según la zona, el horario y hasta el evento en cuestión. Por ejemplo, dejar el coche en las inmediaciones del estadio de Boca Juniors una noche de partido puede llegar a costar más de 150 pesos (10 dólares).

Así, lo que alguna vez fue una actividad casi pintoresca de las calles de Buenos Aires, se convirtió en un oscuro negocio que mueve cerca de 75 millones de dólares al año.

"Buenos Aires está tomado por una verdadera mafia", asegura Javier Miglino, titular de la ONG. Y enumera: "Recibimos denuncias de amenazas, golpes, roturas de vehículos en particular de espejos y vidrios, insultos y escupitajos a mujeres, y en algunos casos graves agresiones que requieren internación médica".

Al respecto, la semana pasada el ministro de Seguridad provincial, Cristian Ritondo admitió en declaraciones a la prensa que "hay policías que pueden estar arreglados" con las "mafias" que manejan a los cuidacoches y reclamó avanzar con una ley que prohíba la actividad.

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Por su parte, desde el gobierno porteño, se reconocen con las manos atadas y alegan un vacío legal. "No hay una norma que prohíba la actividad de los 'trapitos'", dice a VICE News una fuente del área de Espacio Público. Y agrega: "Al no haber una legislación que ampare o regule su trabajo, no podemos abordar el problema".

En los últimos años, el oficialismo porteño, que responde al presidente Mauricio Macri, procuró sin éxito en cinco oportunidades que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobara una ley para prohibir la actividad. En tanto, el propio Macri vetó una iniciativa opositora para crear un registro de cuidacoches que buscaba regular la situación.

Según un informe de la Fiscalía General de la Ciudad, el 97 por ciento de las más de 3.500 denuncias por año sobre el tema que se radican, quedan archivadas.

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En lo que podría denominarse un mapa del delito —si la actividad estuviera prohibida, claro— , Palermo, uno de los barrios de mayor poder adquisitivo, encabezó el ranking de denuncias en 2015, con 915 casos. Lo siguieron Belgrano, con 627, y La Boca, con 465.

"Claramente es un problema complejo que merece una discusión este año, porque aparte de las mafias hay gente de bien que realmente cuida los coches, que no tiene trabajo y lo hace a cambio de una colaboración voluntaria", distinguen dentro del gobierno porteño, a la vez que reconocen que el tema está en la agenda parlamentaria del oficialismo, a un mes del inicio de las sesiones legislativas.

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La trama de los cuidacoches llegó casi a convertirse en una cuestión de Estado. El pasado noviembre, durante el debate electoral, Daniel Scioli, el otro candidato con chances de alcanzar la presidencia disparó contra Macri: "No pudiste resolver el tema de los 'trapitos' y hablás de acabar con el narcotráfico".

A juzgar por la nula reacción del hoy primer mandatario, fue el dardo más certero que recibió aquella noche.

Mientras tanto, desde el llano, miles de argentinos indignados hacen catarsis estos días en las redes sociales. Impulsada por el video de la agresión a Biasutti pero también por el hartazgo ante el avance de los cuidacoches en nuevas zonas de la ciudad, una petición online para prohibir a los 'trapitos' ya suma más de 56.000 adeptos.

"En los últimos años esto se ha agravado frente a la multiplicación de automóviles y la falta de estacionamientos públicos", sostiene el promotor de la petición, Osvaldo Peña. Y agrega: "Si bien uno puede decirles que no, muchos se tornan violentos. Y lo peor es que cuando uno vuelve a buscar el coche, ni están".

Mientras tanto, Leonel Biasutti se recupera de la agresión. Tiene dos placas de titanio en la mandíbula y bajó 11 kilos. Todavía no puede abrir la boca, como tantos otros en Buenos Aires que son víctimas silenciosas de la mafia de los 'trapitos'.

Sigue a Manuel Torino en Twitter: @manutorino

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