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salir de fiesta

Las cinco etapas de tu vida nocturna a lo largo de los años

Este es tu yo del pasado, del presente y del futuro.
Adrian Choa

Este artículo apareció originalmente en Thump.

Salir de fiesta está de puta madre. Bueno, solo a veces, porque suelo quejarme de las colas, los turistas, las aburridas condiciones de reserva y la extraña sensación de que, en realidad, ya no está tan bien como antes.

Echo la vista atrás y me veo pasando los días y las noches con gran emoción y entusiasmo, pero luego recuerdo que tengo 25 años y con ellos vienen los dolores de espalda cuando paso más de media hora de pie y las luchas ante los remordimientos y los cambios de humor al estar despierto a la 1 de la mañana.

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En todo caso, tengo claro que, como todo el mundo, una vez fui joven y que me haré mayor en el futuro, así que he decidido hacer un resumen de las etapas en la vida nocturna de cualquier persona.

DIECIOCHO

Punto de partida: Eres joven, gozas de buena salud y estás listo para salir de fiesta. Tienes el mundo a tus pies y estás ansioso por comértelo. Vas a conocer todo tipo de sitios y de gente y vas a hacer lo que te dé la gana. Ya está. Te vas a enamorar de varios DJ cada semana y siempre vas a querer estar en el ajo. Tu único cometido es amar la vida.

Plan para hoy: 20:00. Bueno, tío, vamos a EMBORRACHARNOS. Me acabo de sacar el carné de conducir y en mi vida he estado borracho de verdad solo una vez, así que nos vamos a beber una botella de ginebra con limón y luego unas buenas CERVEZAS y unos cuantos CHUPITOS porque sí. ¿Nos vamos luego a un bar? He oído que hacen Jagerbombs y, joder, a mí me encantan, porque acabas con un pedo del quince y estar así mola mucho porque sientes como una mezcla entre estar bien y mal a la vez que te paraliza la cara hasta el punto de no poder ni hablar, y cuando sabes que vas a potar en algún momento de la noche tratas de seguir como si nada.

23:00: ¿Sankeys? Sí, algo he oído, tiene que ser una discoteca de la hostia. Vámonos a Sankeys ahora mismo a emborracharnos como Dios manda. Además, tiene que haber unas cuantas chicas allí. ¿Va a estar Nina Kraviz? De puta madre, tío, me han dicho que es brutal. ¿Alguien va a querer una Desperados?

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01:00. Ya he potado dos veces y me quiero ir a casa, pero he perdido a mis amigos y llevo media hora sentado en el baño. El volumen está demasiado alto y el ruido hace que me duela el estómago. Ojalá estuviera aquí mi madre para llevarme a casa.

11:00. Pedazo de noche con mi gente!!! #Findeatope #Ponmeotrochupito #Misióncumplida

Vestuario: A tu edad, ¿qué más da? Una de dos: te están pagando una beca para estudiantes o estás viviendo con tus padres, así que aprovecha eso de tener todo el dinero que quieras para gastar porque no vas a volver a vivir nada parecido en tu vida. Desmádrate. Cómprate esa prenda de estampado de cebra y ese sombrero peculiar que tanto te gustan y combínalos con unas Nike para cada día de la semana. Desmádrate también a la hora de vestir para salir de fiesta. Vístete como te dé la gana: si te quieres poner camisetas con mensajes, puedes hacerlo, pero ten mucho cuidado con el mensaje que estás llevando, no vayas a tener un problema con los descerebrados que inundan las discotecas.

VEINTIUNO

Punto de partida: A los 21 años la fiesta ya no va a poder mejorar. Todavía no tienes que preocuparte del nivel de estrés al que te somete la vida más adelante, sabes más o menos quién eres y lo que te gusta hacer y es posible que todavía te encante salir. Bienvenido a tus años más locos, aprovéchalos. Sal por la noche cuando te apetezca y no te sientas obligado por el hecho de que tu colega sea amigo de alguien que conoce al DJ, sigue tu propio camino. Es tu hora. Conoce gente a todas horas. Tienes 21 años, maldita sea.

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Plan para hoy: Sal de casa, que tienes 21 años. Ve a un bar o a un restaurante en el que te claven una pasta por un bocata y una cerveza de la casa. Después, ve a tres discotecas, luego a casa de algún amigo y termina la noche en casa de otro. Repite el proceso. Que tienes 21 años, entérate.

Vestuario: Con 21 años es posible que te quede bien cualquier cosa, joder.

VEINTICINCO

Punto de partida: Estás justo en la mitad de tu etapa veinteañera y eso es aterrador. Todas las esperanzas y los sueños de adolescencia se han hundido en un pozo de arrepentimiento y nostalgia autodestructiva. Todavía no has hecho nada reseñable con tu vida y estás atrapado en un ciclo de tristeza del que crees poder salir intentando mantenerte joven todo el tiempo, mientras te preocupas de cómo pagar tus primeros meses de alquiler.

En esta situación tan delicada, te intentas abrir camino a base de cervezas y luego buscas alguna discoteca a la que poder entrar gratis. Compartes una pastilla entre cuatro con la esperanza de revivir —aunque sin éxito— aquellos colocones del pasado, cuando las rodillas no te chirriaban, tu espalda no te dolía constantemente y los momentos de bajón no te jodían la semana. A pesar de ello, te vas a hacer la cola esa noche del viernes mientras te fumas un cigarro con gente con la que no hablas nunca durante el día, rezando con el deseo de que la noche sirva para que se te olvide todo el dinero que les debes a tus padres. ¡Empieza el fin de semana!

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Plan para hoy: Si tienes dinero fresco, probablemente vayas a un bar —ese antro de al lado de casa en el que te reúnes con tus amigos para tomar las primeras cervezas— antes de intentar conseguir un billete de cinco euros con el que poder comprar unas cervezas para beberlas en silencio mientras uno de vosotros no se está quieto con la música de Spotify y no es capaz de dejar una canción más de 30 segundos.

Finalmente, llegas a esa discoteca donde solo hay chavales y viejunos. Allí, tus amigos y tu vais de un lado a otro y luego os escaparéis uno a uno para esnifar un poco de esa sustancia para terminar pidiendo algún chupito al que hacer una foto que se pueda colgar en Instagram. Se acercan las 3 de la mañana y alguno propone tímidamente ir a algún after, pero el plan cae por su propio peso rápidamente, así que cogéis el autobús y os vais a casa. A partir de ahí, ya no os volvéis a escribir hasta el siguiente jueves para planificar la próxima fiesta del viernes.

Vestuario: Con suerte, a los 25 ya has dejado de ser un esclavo total de la moda y has dejado atrás la época en la que te gastabas 40 euros en camisetas de skater y te dejabas una pasta en esas deportivas que parecían como si alguien hubiera vomitado lo peor de la cultura pop de los 90. Ya deberías saber lo que te gusta: cualquier cosa que no sea una camiseta blanca, unos pantalones negros y unas Vans es para críos, pero tú ya no eres ningún crío.

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TREINTA

Tú con tus amigos a los treinta calentando para revivir el grandioso 2002 (foto vía Rich Lewis/flickr)

Punto de partida: Piensa que cuando tus padres tenían 30 años tú tenías seis y ya tenían trabajo. En cambio, tú te dedicas a hacer reseñas gastronómicas para ganar cuatro perras gracias a las recetas de quinoa, o sigues estancado en el mundo de la música y ganas lo justo con trabajos temporales de mierda. La vida ya no es lo que era y ahora es el momento en el que más necesitas salir y hacerte notar.

Sales menos a menudo, pero cuando tienes esa suerte lo haces a lo grande: con champán, drogas, poppers… el pack completo. Tu colección de música se ha quedado anticuada y ya no escuchas la radio, pero aun así te gusta pensar que conoces lo que lo está petando hoy en día, aunque los DJ que te encantaban ya estén retirados en sus casas esperando en una silla de ruedas a que sus nietos les vayan a visitar. Te has convertido en un mortal más, pero de todas formas… ¡pasa ese porro!

Plan para hoy: Ir unos pocos a un bar donde haya hamburguesas con cebolla caramelizada, donde no solo permitan la entrada a los perros, sino que los inviten a entrar, donde los domingos haya actuaciones en directo de música étnica y donde un par de pintas te cuesten 10 euros. En resumen, sitios donde te habías prometido no ir nunca. Después, vuélvete a la casa que pagas actualmente para seguir intentando encontrar los últimos restos de juventud con el DJ que te gustaba hace una década, que sigue tocando los mismos temas que entonces, por lo que alzas los puños y lo das todo pensando en que ojalá estuvieras allí y que el tiempo no pasara, sabiendo que la has cagado y que los viejos tiempos no volverán. Por cierto, esta sesión de Ricardo Villalobos es de las mejores, ¿no?

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Vestuario: Tira todo lo que haya en tu armario que estuviera de moda en su día y cómprate unos cuantos jerséis, un par de pantalones y unos zapatos cómodos.

CUARENTA

El hombre en el que el autor teme convertirse (foto vía caccamo/flickr)

Punto de partida: Ya no estás en ninguna discoteca.

Plan para hoy: Ninguno. Esa vida se ha terminado para siempre.

Vestuario: Camisa marrón a rayas con el cuello y los puños blancos, vaqueros desgastados y zapatos de uniforme escolar. Si a Alan Shearer le va bien…

@Bain3z

This article originally appeared on VICE UK.