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Cultură

¿Debe la sociedad contactar a las tribus aisladas del Amazonas?

Hay estimadamente 100 tribus no contactadas en el Amazonas. Mientras la selva se reduce y la civilización se expande, algunos académicos sostienen que la política de "manos fuera" de las tribus indígenas ha fracasado.

Este artículo fue publicado originalmente en VICE News, nuestra plataforma de noticias.

En junio de 2014 salieron de la selva amazónica siete miembros de la tribu Chitonawa. Desnudos, ataviados sólo con un taparrabos, comenzaron a comunicarse desde el otro lado del río con los Ashaninka, un grupo indígena de la pequeña aldea de Simpatia, Brasil.

Al principio del video que uno de los locales tomó del encuentro, los Chitonawa se ven precavidos. Uno agita torpemente un rifle que pudo haber tomado de un campamento maderero en la frontera con Perú. Sin embargo, cuando un hombre de Simpatia se mete al agua y comienza a ofrecerles bananos, deciden entrar al pueblo.

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Según medios locales, los indígenas Chitonawa —que se habrían desplazado unos 100 kilómetros desde su hogar en la selva peruana— dijeron que había "riñas entre ellos" y que habían sido "constantemente perseguidos y asesinados por los blancos" (probablemente, se referían a los narcotraficantes y madereros ilegales que invaden su territorio).

"[Los Chitonawa] nos contaron que murió tanta gente que no pudieron enterrarlos a todos, y sus cadáveres fueron comidos por los buitres", aseguró uno de los Ashaninka.

Los Chitonawa emergen de la junga cerca de Simpatia.

Lo que la tribu no sabía era que el simple hecho de estar rodeada de foráneos, incluso de los Ashaninka, podría matarla. Cuando en el video uno de los Chitonawa agarra una camiseta de la barandilla de una cabaña Ashaninka, un aldeano grita: "¡No! ¡No! ¡No! ¡No!". El aldeano no estaba preocupado por perder la prenda: estaba preocupado de que la camisa, cargada de microbios y agentes patógenos relativamente inofensivos para el mundo exterior, pudiera matar a la tribu Chitonawa.

Según datos aportados a VICE News por el antropólogo Rob Walker, profesor asistente en la Universidad de Missouri que estudia las culturas amazónicas, 117 epidemias cobraron la vida de más de 11.000 miembros de las tribus indígenas del Amazonas entre 1875 y 2008. De ellos, el 75 por ciento murió por sarampión malaria o gripa. Se estima que las 100 tribus más o menos aisladas que aún perviven tendrían poca o ninguna inmunidad.

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Un equipo de expertos médicos fue enviado por la Funai, la agencia de protección indígena oficial del gobierno brasileño, para prevenir enfermedades entre los Chitonawa. Los siete indígenas tenían síntomas de resfriado y gripa. Aunque todos ellos sobrevivieron, el médico que lideraba la expedición del Funai se mostró preocupado porque el sarampión y la neumonía, potencialmente fatales, pronto podrían afianzarse.

Por razones de susceptibilidad cultural, así como por la siempre presente posibilidad de catástrofe biológica, los gobiernos de Brasil y Perú apoyan una política de "manos fuera" de los pueblos indígenas aislados. Se han creado reservas protegidas, donde el acceso a los forasteros está técnicamente limitado. Pero una feroz batalla ha estallado entre los académicos y activistas sobre qué hacer a continuación. Es mucho lo que está en juego: la subsistencia de estos grupos, así como la vida, están en la balanza.

Walker y su socio de investigación, Kim Hill, sostuvieron en una reciente publicación de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que el status quo ha sido un fracaso absoluto y que los pueblos indígenas aislados no tienen ninguna posibilidad frente a las amenazas modernas que invaden sus territorios. Las grandes corporaciones tienen lobbistas poderosos y los traficantes de drogas no le prestan mucha atención a las regulaciones gubernamentales. Por eso, Walker y Hill insisten en que los "contactos controlados" son la única forma ética y humana mediante la cual proceder.

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"Creemos que las pruebas son claras", dijo Walker a VICE News. "Estas personas se están extinguiendo mientras el mundo observa".

No todo el mundo lo siente de esa manera. Survival International, una organización sin ánimo de lucro con sede en Londres que aboga por los derechos de los pueblos indígenas, tildó la publicación de Walker y Hill de "peligrosa y engañosa".

"No creo que Walker y Hill estén expresando una opinión que sea ampliamente apoyada por las personas que conocen este tema", dijo el director de Survival International Stephen Corry. "Lo que realmente están diciendo es, 'vamos a ir allí a establecer este supuesto contacto controlado', que básicamente significa 'a tomar su tierra'".

Corry plantea a VICE News que existe un motivo claro detrás de cualquier presión por el contacto. La sociedad industrializada quiere expandirse. Esto, dijo, "de alguna manera justifica el hecho de que estas personas tienen que 'ponerse al día con el mundo moderno', tal y como se expresó. Nuestra posición es que la sociedad industrializada no tiene nada de particularmente moderno".

Aunque el término no contactados es una denominación común, muchos defensores coinciden en que las tribus son en realidad refugiados de una especie que se separó del resto del mundo a propósito. Corry argumenta que no hay nada de "atrasado" en las vidas de las personas aisladas. Simplemente "han ido por un camino diferente".

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"Estas personas representan una forma alternativa de abordar el mundo, y parece que las élites industriales y los políticos contemporáneos no pueden lidiar con eso", afirmó. "El estado-nación industrializado de hoy va a tratar de tomar sus tierras y todo lo que quiera. Y por supuesto lo hará, si todo el mundo lo aprueba y lo acepta como inevitable".

Walker admite que la mayoría de la gente está totalmente de acuerdo con el punto de vista de Corry y Survival International.

"Lo que ocurre es que está mal", dijo. "Ellos son los activistas y nosotros somos los científicos".

Los que están del lado del no contacto están interesados en la "supervivencia cultural", opina Walker, mientras que los del lado procontacto están interesados en "la supervivencia de los individuos". Él cree que esto es particularmente cierto si se tiene una idea de lo dura que es la vida precontacto.

"Imagina que tu familia está siendo perseguida por narcotraficantes, madereros y mineros", dijo Walker. "¿Sería suficiente con intentar mantener algunos de esos grupos afuera? ¿Le negamos a tu familia los avances modernos para el cuidado de la salud?".

Nixiwaka Yawanawa es un miembro de la tribu amazónica Yawanawa, que fue contactada por primera vez hace dos generaciones. Los Yawanawa están extremadamente aislados; la carretera más cercana está a un día de distancia en lancha. Pero también están conectados a Internet y suministran achiote —un pigmento rojo a partir de las semillas del árbol de achiote— a Aveda para cosméticos de alta gama. Nixiwaka, que a veces se hace llamar "Joel", ha vivido en Londres durante los últimos cuatro años.

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Nixiwaka Yawanawa trató de concienciar sobre la difícil situación de los pueblos indígenas antes de la Copa del Mundo de 2014 en Londres. (Imagen por Helen Saunders / Supervivencia)

"No creo que muchas cosas buenas vinieran del contacto occidental", afirmó. "Casi perdimos nuestra espiritualidad, nuestra cultura y nuestra identidad, debido a la influencia occidental. Y todavía estamos luchando contra los efectos del materialismo, la enfermedad y la separación".

Nixiwaka, que se opone al contacto controlado, dice que disfruta de la vida en Europa y que puede ayudar a crear conciencia de las cosas que afectan a los yawanawas desde allá.

"Muchos me han dicho que la vida en el bosque no es algo a lo que ellos volverían, aunque las generaciones mayores a menudo recuerdan los buenos viejos tiempos", dijo Walker.

Las tribus indígenas pueden sobrevivir hoy a la interacción con forasteros, cree Walker, si quienes entran en contacto con ellas se comprometen a proporcionarles alimentos, traductores y tratamiento médico constante todo el tiempo que sea necesario. Es una propuesta costosa y para la que muchos gobiernos de América del Sur no tienen dinero. Walker apunta a casos de éxito, en concreto el de la tribu Puerto Barra Aché en Paraguay. La primera vez que entró en contacto fue en 1970 con un misionero norteamericano llamado Rolf Fostervold. Los Aché recibieron apoyo constante y atención médica de Fostervold, su esposa y sus dos hijos. Sólo uno de cada 28 miembros de la tribu Aché murió en la primera toma de contacto.

Bjarne, hijo de Rolf, hoy tiene 56 años y permanece en Paraguay viviendo entre los Aché —que ahora suman alrededor de 200 miembros— con su esposa Rosalba y sus tres hijos. Para él las diversas organizaciones sin ánimo de lucro y ONGs que defienden el no contacto son "bien intencionadas", pero aseguró a VICE News que "la esperanza de que los pueblos originarios no entren en contacto con el exterior es un poco simplista y tiende a ceñirse a una manera muy romántica de ver las cosas".

"Occidente no siempre trae un montón de soluciones maravillosas a la vida de nadie, pero al mismo tiempo, las personas que viven en el bosque están luchando contra sus propios problemas", dijo Fostervold.

Él piensa que la metodología de un contacto controlado supervisado rigurosamente le gana al cuasi-cierto resultado negativo de contacto imprevisto. Además, el aislamiento total implicaría que un pueblo podría desaparecer y el resto del mundo nunca lo sabría.

"Estamos hablando de una selva que se reduce, y los grupos no contactados no tienen a donde huir", afirmó Fostervold. "Hay un grupo aquí en Paraguay que no quiere salir, pero las excavadoras están entrando, ¿En qué momento habrá una tragedia? Bajo el pretexto de protegerlos, ¿no los estamos desprotegiendo, realmente?"

Sigue a Justin Rohrlich en Twitter: @JustinRohrlich