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¿Están los Iluminati detrás de las protestas en plaza Tahrir?

La política paranoide es lo de hoy en El Cairo.

Después de cinco días de combate, los enfrentamientos más importantes alrededor de la plaza Tahrir terminaron. El ejército construyó un muro de seis metros en la calle Mohammed Mahmoud, donde la mayoría de los combates tuvieron lugar. Algunos civiles -probablemente organizados por la Hermandad Musulmana- arrastraron y golpearon a los jóvenes que estuvieron en permanente lucha durante la última semana y, tomados de los brazos, formaron cuatro filas en la parte superior. Así comenzó una semana en la que Tahrir ha sido definida por sus contradicciones internas tanto como por su conflicto con las autoridades.

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La plaza se ha convertido en un espacio extraño. La policía no está luchando para recuperarla, así que la gente no está luchando para mantenerse ahí. En su lugar se reúnen en equipo para cantar o hablar de política, mientras los vendedores anuncian maíz, té y gigantescas nubes rosas de algodón de azúcar. De hecho, la mayor parte de los hechos violentos que ocurrieron en la plaza el sábado -cuando la policía mató a un manifestante en una protesta en un edificio cercano al Parlamento—involucró a estos vendedores, quienes han tenido guerras territoriales entre sí, con los tenderos locales, y con los voluntarios de seguridad de la plaza. Trajeron bats, bombas de gasolina y por lo menos uno, una pistola.

Pero por ahora, en lugar de un campo de batalla, Tahrir es un monumento. Incluso el gobierno llama a los ocupantes "honorables" al tiempo que condena los combates cercanos, aunque son en gran parte las mismas personas. Hay banderas que muestran la muerte, heridos colgados en la plaza, y los turistas están comenzando a aparecer.

La Hermandad Musulmana se reunió urgentemente con el jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF), el gobierno interino militar que ha manejado al país desde julio. Acordaron llevar a cabo un plan que permita al SCAF retener el poder con el apoyo de un fundador de la era Mubarak, el primer ministro llamado Kamal Ganzouri, que provee de brillo civil al gobierno militar. (El mariscal del SCAF, Hussein Tantawi, sigue siendo en gran medida el gran perro.) Junto a la pared, las próximas elecciones y la promesa de que Egipto podría tener un presidente electo en julio ha sido suficiente para calmar la mayor parte de la violencia. Está muy lejos, sin embargo, del slogan que sigue sonando en la plaza día y noche: "El pueblo quiere la caída del mariscal", la Hermandad Musulmana se ha convertido en el aliado incómodo de los militares.

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Nazly Hussein, un activista de los medios de comunicación, tuvo un encuentro con esta alianza, y mientras intentaba volver a Tahrir, a la calle Mohammed Mahmoud, el pasado jueves, fue detenida por un grupo de hombres que le negaron su entrada, incluidos los miembros de la Hermandad. En la siguiente discusión, un hombre golpeó a su amiga Salma.

"A medida que la abofetearon se desató el infierno, y fuimos golpeados en la calle", me dijo Salma. "Me dispararon en la rodilla el lunes anterior con una bala de goma. Mientras me golpeaban, alguién les decía, "Despacio, se hizo daño en la rodilla", pero el tipo que me golpeaba miró mi rodilla y comenzó a patearme ahí mismo.

Nazly ahora camina con la ayuda de una muleta, considera que la campaña de hostigamiento fue orquestada por la policía secreta con el fin de desacreditar y perturbar la unidad de Tahrir. Los hombres que la atacaron desaparecieron inmediatamente.

"He estado en la plaza en los días en los que no era tan cómodo para las mujeres estar ahí. Pero nunca he tenido la tentación de abandonar la plaza por sentirse muy incómodo. Ese día fue diferente. Fue extremadamente sistemático. Estuvo muy bien organizado. Y los chicos de la Hermandad no participaron pero vieron todo y no hicieron nada".

La creencia de que la policía secreta sea responsable de gran parte de la tensión en la plaza es compartida por los activistas de aquí. Si esto suena como una teoría de la conspiración, consideramos que en un estado policiaco –como el que Egipto ha sido durante décadas--, el estado realmente se dirige como un gigante, oficial, conspirador con un sello de goma. La policía secreta realmente está en todas partes, y la atmósfera de paranoia que genera es palpable. Incluso si el aumento de los ataques fuera raro, se dice que es normal ver la mano de los servicios secretos detrás de estos fenómenos.

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Mientras tanto, manifestantes a favor del gobierno hicieron un mitin en Abbasiya la semana pasada y llevaron la teoría de la conspiración a un nivel distinto. Creen que las protestas de Tahrir se inspiran en Israel, los masones, y tal vez incluso los Iluminati. Me expulsaron de una protesta en Alejandría bajo el pretexto de que yo podría ser un espía israelí.

Egipto es el primero en comenzar las elecciones posteriores a Mubarak y es casi un hecho que le devolverán el apoyo a la Hermandad Musulmana. Son increíblemente bien organizados, con varios activistas fuera de cada colegio electoral único, alegres burlones de las leyes en contra la campaña de la jornada electoral.

Campaña electoral el día de la votación: prohibida pero en todas partes.

Pero hay tres poderes en Egipto: el ejército en sus cuarteles, la Hermandad en las urnas y la revolución en las calles alrededor de Tahrir. Las elecciones podrían alinear a los primeros dos, pero no al último --por lo menos a largo plazo--. Como Khalid Abdalla, un actor, dice: "Las elecciones tienen una capacidad de desactivar una tensión que existe ahora. Las personas sienten como si hubieran hecho algo que los representa".

Por ahora, tal vez así es. ¿Cuánto tiempo durará esa sensación? Eso es otra cuestión completamente.

Todas las fotos y textos por Tom Dale.

@tom_d_