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Pase y llore

Los mochos semos bien machos

¿A quién le sirve que veamos a los panistas arrimando el camarón?

Es muy probable que hayan visto este video o que, al menos, se hayan enterado de él durante lo que va de esta semana. Pero sólo para asegurarme de que estamos hablando de lo mismo, éntrenle de nuevo:

El hecho de que los señores sean destacados integrantes del partido político más abiertamente católico de (lo que todavía queda de) México le ha dado, digamos, condimento a la recepción y discusión de esa bella pieza de propaganda negativa. Porque, bueno, hace falta algo de generosidad (y la tenemos; vamos a echarnos flores en medio de toda esta miseria) para llamar "reportaje" a ese video, a medio camino entre Goebbels y El Show de la Barandilla. Y más, cuando se publica el mismo día en que Peña Nieto estampa su firma para declarar cosa hecha la (sí, ella, la niña) Reforma Energética. Y así, el porno, aunque sea soft (no pasa de una sobadita de nalga, como se aprecia claramente en el segundo 01:58), termina por opacar la firma del contrato de venta más grande en la historia reciente.

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Aunque si vamos a hablar de netas, la competencia en redes sociales para el video de la arrimada de camarón panista no fue la promulgación de la reforma en Palacio Nacional, sino el suicidio de Robin Williams y el cambio de logotipo del Tec de Monterrey. Aplausos y arrimadas de camarón para nuestra conciencia política.

La atención que atrajo la peda panista está en parte justificada, desde luego. No hace falta aclararlo, pero la mayoría de las iniciativas más ridículamente conservadoras (varias son del PRI y hasta del PRD) que se presentan en la Cámara vienen de ese partido. Nada más hay que darse un llegue de todo el rollo en torno a la Comisión de la Familia en el senado para ver con qué grado de mentalidad victoriana estamos lidiando.

Un sólo ejemplo más (hay un chingo, creo que ya estamos al tanto) de los logros para los intereses del Vaticano en México: Alejandro Zapata Perogordo, abiertamente mocho, fue promotor, desde el senado, de la reforma al artículo 24, que ensancha las llamadas "libertades religiosas". Se trata, en realidad, de un cheque para la Iglesia Católica, hacia la que siente afinidad una amplia mayoría de la población. Alejandro Zapata es una de las estrellas en el casting del multicitado video (pónganlo en la marca del 01:17, para mayores detalles). La disonancia entre sus fiestas con trabajadoras del ramo del escortismo (si vamos a hablar con eufemismos, de una vez hay que aprovechar para deformarlos) y su pastura verbal de sacristanes es tan elocuente que cualquiera de los miles de comentarios de indignación, falsa o auténtica, que se gritaron ayer sobre el tema, queda invalidado por default.

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Pasado el primer momento de pasmo por las "manos deslizándose sobre nalgas" (estoy citando al "periodista" de Reporte Índigo que prestó su voz al video; a mí que me esculquen), no resulta nada sorprendente que los representantes del extremo derecho de nuestra grilla sean también quienes solapan la semiesclavitud sexual. El estilo de vida que representan y el que defienden públicamente es, en realidad, el mismo: la defensa de la moral de fachada, la práctica cristiana entendida como una simulación. (Y no, no voy a llamarlo "doble moral". Se me hace un término demasiado blandengue para nombrar algo demasiado grave: el control de las conciencias y los cuerpos, la construcción de la neurosis, etcétera). Un discurso que sirve, entre otras cosas, para apuntalar el esquema en el que las mujeres tienen estrictamente los derechos que no interfieran con su servidumbre al hombre (y que establece categorías de ciudadanía, en la que los pobres extremos y los indígenas son poco más que recursos naturales, yu nou, todo el paquete). Si a alguien en México le beneficia que la prostitución siga manteniéndose en la clandestinidad y en la que las trabajadoras no tengan voz ni voto, es al PAN, en primer lugar, por cuestiones ideológicas. (Por supuesto, no se me olvida nuestro bello pedazo de tocino, el Príncipe de la Basura).

El principal involucrado, Luis Alberto Villarreal, era hasta ayer coordinador de la fracción del PAN en el Congreso. Hace unos meses fue exhibido como pieza clave en el cobro de los famosos moches que debían pagar los municipios gobernados por el PAN a los diputados federales del mismo partido. Parece que se quedó sin (esa) chamba a raíz del desmadre, en el que no intentó negar su participación, y no por lo otro. Su defensa  consistió en decir que sí, todo lo que se ve en el video es lo que parece y más, pero no se pagó con lana pública. Es decir, para él no parece haber mayor bronca en el hecho de tratar al cuerpo de varias mujeres como mercancía, porque no hizo ni la menor luchita por disculparse.

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En ese sentido, antes que cualquier otro, no es un tema menor (algo más que un distractor, pues) la evidencia de esa fiesta. Tampoco, si hacemos el cálculo de lo que costó armar su fajódromo, porque ya sabemos que nuestros representantes populares no están acostumbrados a pagar por buena parte de lo que consumen. Además, hay que tomar en cuenta el hecho de que el asunto sucedió cuando se discutían las leyes secundarias de la Reforma Energética. Sobre todo por esto último es que no resulta forzado asociar la difusión del video con la promulgación de dicha reforma. Para ponerlo en comic sans y fuente en tamaño 20 puntos: las dos cosas fueron simultáneas.

Se trata de un mismo tema: mientras se afina la repartición del pastel para desmantelar una buena parte del Estado, los señores se van de putas. Y la corrida de voz está a cargo de Reporte Índigo, que recientemente se integró al conglomerado de Grupo Prisa (del que forma parte el órgano de comunicación social del aznarismo: El País). Prisa acaba de integrar a un socio mayoritario que está vinculado al grupo político de Peña Nieto: Roberto Alcántara. (El recién expandido conglomerado es el que se encuentra en la punta de la carrera por abrir la tercera cadena de televisión abierta de México, un tema que da por sí solo para varios textos).

Mientras los representantes del PAN tratan de adjudicarse el "crédito" de la Reforma Energética, y empieza la parte ruda de las negociaciones para licitar el mayor negocio de Mexiquito, aparece milagrosamente en el debate público una herramienta de extorsión para los señores que de por sí traen el látigo en la mano (el PRI, pues, déjenme hablar con manzanas si quiero).

Sí, los panistas manoseando escorts se ven mal. Pero nosotros como espectadores de la venta de saldos nacionales nos vemos mucho peor.

Más pa' que chilles a gusto en nuestra columna Pase y llore. 

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@InfantaSinalefa