En Madrid está a punto de estallar la burbuja del turismo
REUTERS. Susana Vera

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Turistificación

En Madrid está a punto de estallar la burbuja del turismo

La ciudad está turistificada, aunque no se hable tanto de ello

Madrid fue la décima ciudad con más turistas extranjeros de Europa en 2016, según el informe anual Global Destination Cities. La visitaron 5,26 millones de personas. La capital es la segunda urbe española que aparece en el ránking, por detrás de Barcelona, que ocupa el cuarto puesto europeo gracias a los 8,20 millones de visitantes que recibió el año pasado. La cifra aumenta si hablamos de visitantes: Barcelona llega a los 30 millones cada año mientras que, en 2016, Madrid recibió a 9 millones, según Madrid Destino.

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Sin embargo, la ciudad no parece haber reaccionado con "turismofobia" (esa palabra), o al menos los brotes de protesta contra las consecuencias nocivas del turismo masivo no han tenido el mismo eco en los medios y la opinión pública que las ocurridas en Barcelona o Bilbao.

Según la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, el Distrito Centro ha perdido en una década un 11,4% de su población y, en los últimos dos años, las viviendas turísticas han crecido un 50%

En Madrid, los muros no gritan "Tourists go home" como en la Ciudad Condal, pero los datos hablan por sí solos. Según la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, el Distrito Centro ha perdido en una década un 11,4% de su población y, en los últimos dos años, las viviendas turísticas han crecido un 50%.

El último informe de Idealista apunta a que el alquiler subió un 15,6% en 2016 en la ciudad, alcanzando su máximo histórico. Pero entonces, ¿qué pasa en Madrid? ¿Nos da igual que nos suban los alquileres y que en las terrazas de nuestros barrios empiecen a cambiar los bocatas a tres euros por paellas unipersonales a 30 pavos?

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Turistas a las puertas de una tienda de souvenirs en el centro de Madrid. Imagen vía REUTERS: Paul Hanna

Contacto con Daniel Sorando y Álvaro Ardura, urbanista y sociólogo respectivamente y autores de First we take Manhattan: la destrucción creativa de las ciudades, para que me aclaren si vivo es una ciudad turistificada y, en caso afirmativo, algo que sospecho bastante, me cuenten por qué la reacción de los madrileños ante el fenómeno parece haber sido más tibia que en otros puntos de España.

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Álvaro Ardura, profesor del departamento de urbanismo y ordenación del territorio en la ETSAM, me confirma que Madrid sufre la turistificación y que, además, ya se han producido protestas por ella. "Hay movimiento reivindicativo, sobre todo en Lavapiés, uno de los barrios más afectados por el fenómeno. Allí ya se han organizados manifestaciones para poner de relieve las consecuencias de la masificación del turismo o concentraciones para impedir la construcción del hoteles en el barrio."

El alquiler subió un 15,6% en Madrid durante el año 2016 según el último informe de Idealista

"Un factor importante es que el lobby hotelero de la capital también se ha visto perjudicado por los alquileres turísticos, y los problemas que derivan de ellos están empezando a llegar a zonas que no son exclusivamente de clase trabajadora sino más pudientes, que es lo que ha ocurrido en Barcelona. Este es un punto importante para que las reivindicaciones sean escuchadas: si hay una coalición de intereses y las reivindicaciones no son una únicamente de una clase, es más sencillo presionar a las instituciones", afirma Álvaro.

¿Por qué se habla de "turismofobia" en Barcelona y en Madrid no?

Si en Madrid hay protestas contra el turismo masivo, ¿por qué no acusan a los madrileños de "turismófobos"? Daniel Sorando, sociólogo urbano, opina que la maniobra tiene que ver con una estrategia recurrente por parte de los grandes medios de comunicación: criminalizar las protestas para no atender a sus motivos.

"Se trata de una continua huida hacia adelante que trata de esconder los daños acumulados por un modelo urbano insostenible, con el fin de legitimar las acciones de quienes lo producen. Se pone la lupa sobre la supuesta violencia de las protestas, a menudo inventada, en lugar de denunciar la violencia económica, medioambiental y urbana de administraciones públicas cómplices y grandes agentes especuladores".

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"En el caso de Cataluña, cualquier elemento instrumentalizable en el conflicto en torno a la independencia se moviliza desde el nacionalismo español como arma de combate, lo cual explica la perspectiva de la cobertura de estas protestas en torno al falso concepto de la turismofobia" — Daniel Sorando

Y prosigue diciendo que "en el caso de Cataluña, es obvio que cualquier elemento instrumentalizable en el conflicto en torno a la independencia se moviliza desde el nacionalismo español como arma de combate, lo cual explica la perspectiva de la cobertura de estas protestas en torno al falso concepto de la turismofobia. No obstante, este mismo esquema también se observa en los intentos de deslegitimar a los Ayuntamientos del cambio, sin importar donde se localicen."

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Turistas en la escalera de la Catedral de la Almudena de Madrid. Imagen vía REUTERS: Susana Vera

Ambos apuntan a que, aunque Madrid y Barcelona están siendo víctimas de agresivos procesos de turistificación, hay diferencias entre ambas. Desde el punto de vista urbanístico, Álvaro apunta que la capital lleva un desfase de unos tres años respecto a la Ciudad Condal.

"En Madrid no hay playa ni hay cruceros, y el turismo se concentra sobre todo en el centro. En Barcelona ya ha llegado a todas partes. Sin embargo, vamos poniéndonos a la altura de la Ciudad Condal a pasos agigantados. El ritmo de crecimiento de viviendas turísticas en Madrid entre 2015 y 2017 es muy similar al alcanzado en Barcelona en el periodo 2012-2014. El propio Concejal de Urbanismo reconoció que, cuando entraron en el gobierno, los alquileres vacacionales eran un problema menor en la capital. Ahora constituyen una verdadera preocupación para los vecinos de la Almendra central", me cuenta.

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Desde la sociología urbana, Daniel apunta a que la turistificación no es tan pronunciada en Madrid como en Barcelona porque el modelo productivo de la primera está más diversificado que el de las ciudades mediterráneas.

"Los efectos nocivos de la masificación turística son más concentrados en territorios concretos, debido también al mayor tamaño de Madrid, tanto en población como en territorio. Dicho esto, las dinámicas más recientes muestran que, en los distritos del centro, el aumento de la turistificación es exponencial y está siguiendo el mismo camino que comenzó Barcelona hace un par de años".

Turistas buenos, turistas malos

El "tipo de turista" también es una diferencia entre las dos ciudades. "Influye en la percepción e interacción de los vecinos, porque el turismo de cruceros no se percibe igual al que visita los museos del Paseo del Prado. Habitualmente, los vecindarios critican más al primer tipo de turista por sus comportamientos en el espacio público y en los apartamentos turísticos. No obstante, detrás de esta diferenciación late un profundo clasismo, dado que en el segundo caso, los comportamientos aparentemente más cívicos no excluyen efectos nocivos sobre el mercado residencial, la financiación de los servicios públicos de la ciudad o la huella ecológica que suponen", concluye Daniel.

La turistificación no es tan pronunciada en Madrid como en Barcelona porque el modelo productivo de la primera está más diversificado que el de las ciudades mediterráneas

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Lavapiés es la barriada más activa en cuanto a protestas contra esos efectos nocivos de la turistificación. El pasado mes de abril, sus vecinos, capitaneados por el colectivo "Lavapiés, ¿dónde vas?" recorrieron las calles del barrio en una irónica "Manifestación por los derechos del turista". Sus componentes iban disfrazados y coreaban consignas como "un desalojo, ocho Airbnb", "fucking castizo, fuera de mi piso" o "Starbucks y Pizza Hut, 24 horas ya".

En marzo, durante los carnavales, organizaron una protesta llamada "El destierro de la vecina", en la que se pedían acciones en lugar de oraciones por aquellos que tenían que abandonar el barrio por la subida de los alquileres, ocasionada por la desregulación del negocio del alquiler vacacional, una de las piedras angulares de la turistificación.

"El turismo siempre ha sido la punta de lanza de las burbujas inmobiliarias que tanto han dañado nuestra sociedad y nuestro territorio", dice Daniel Sorando. "Ya fuera de la mano de los grandes turoperadores hace décadas o de la alianza entre empresas de una presunta economía colaborativa y grandes agentes inmobiliarios, el turismo se ha empleado para depredar territorios y comunidades locales, afianzando un modelo económico de acumulación (de unos pocos) a costa de la desposesión (de la mayoría social)", dice Daniel.

"El turismo siempre ha sido la punta de lanza de las burbujas inmobiliarias que tanto han dañado nuestra sociedad y nuestro territorio" — Daniel Sorando

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En los últimos años, la burbuja turística se ha hinchado gracias a su una democratización que, sin embargo, conlleva que las ciudades se "eliticen". Viajamos más que antes y viajamos por menos, pero nuestros barrios van convirtiéndose, poco a poco, en territorios inhabitables.

"La turistificación supone el intenso aumento de la segregación en las ciudades, dado que expulsa a las clases populares de los centros urbanos. En este proceso, la ciudad pierde complejidad y riqueza social. Todos los centros urbanos acaban pareciéndose en su lucha por ser el próximo Montmartre o el siguiente Soho", opina Daniel. Y en Madrid hay varios barrios pujando ya por serlo.

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Turistas a las puertas de una tienda de souvenirs en Madrid. Imagen vía REUTERS: Javier Barbancho

¿Qué hacer para frenar la turistificación?

Ante esta perspectiva, ¿cuáles son las claves para evitar que la turistificación se apodere por completo de Madrid y otras ciudades? ¿Qué podemos hacer como ciudadanos?

"Los movimientos sociales poco pueden hacer sin el apoyo de las instituciones", opina Álvaro Ardura. "Sí que son muy importantes para que el problema entre en la agenda política". Daniel Sorando apunta a que "es preciso participar en el origen de las movilizaciones que defienden el tipo de relación entre visitantes y comunidades locales que deseamos encontrar cuando viajamos".

"Es el extremo de la extrema mercantilización de la vida a la que conduce el neoliberalismo: comerciar con tu espacio más íntimo" — Daniel Sorando

Cuando seamos nosotros los visitantes, debemos, según el sociólogo, "realizar un consumo responsable, asegurándonos de que los apartamentos turísticos estén registrados en las administraciones públicas y, de este modo, contribuyan fiscalmente a la preservación de su entorno, así como relacionarse con las comunidades que visitemos como sujetos sociales y no como objetos comerciales".

Una actitud, la de la mal llamada turismofobia, que tiene un componente de lucha de clases "en la medida en que las clases populares se movilizan contra la hiperacumulación de beneficios de los grandes vencedores de esta fase del capitalismo", señala Daniel Sorando, "aunque muchas personas precarizadas se vean forzadas a participar de este juego nocivo, alquilando sus viviendas como pisos turísticos, por ejemplo. Es el extremo de la extrema mercantilización de la vida a la que conduce el neoliberalismo: comerciar con tu espacio más íntimo, en lugar de compartirlo en base a otras lógicas cooperativas".